Luis Merlo: «Entre los actores no hay trepas»
El actor regresa a los escenarios con 'El método Grönholm', que se representa en el Euskalduna: «Pensar que todo el mundo viene a robarte te quita mucha energía»
Luis Merlo (Madrid, 1966) reconoce que tiene «un punto 'workalcoholic'». Vamos, que es un adicto al trabajo que durante muchos años salía a la carrera ... del plató de 'La que se avecina' para subirse a los escenarios. El año y medio de paro forzoso por la pandemia se lo tomó en modo sabático. «Vivo solo y feliz en la sierra madrileña, con cinco perros recogidos y rodeado de las cosas que me gustan al pie de una montaña», desvela. «He pasado año y medio entregado a mis aficiones: la lectura, el cine, tocar el piano, el mundo de internet...». Lo malo es que el actor llegó a pillar cien kilos, de los que ya se ha quitado veinte. «Al contrario que mucha gente en la pandemia, yo engordé», admite. «Hasta que un día me vi en un programa de televisión y me dije: yo no soy ese señor mayor. Aunque por dentro está completamente asumido que tengo 55 años, ¿eh?».
Nieto, hijo y hermano de actores, Luis Merlo regresa al teatro con 'El método Grönholm', que se representa en el Euskalduna hasta el 4 de septiembre (entradas a 31 euros en euskalduna.eus y los canales habituales). Un éxito testado en escenarios de todo el mundo desde 2003 y que sigue el proceso de selección de cuatro aspirantes a un puesto de ejecutivo en una multinacional, sometidos a pruebas humillantes y surrealistas. Marta Belenguer, Jorge Bosch e Ismael Martínez acompañan a Merlo en una comedia que no tiene piedad con el mundo laboral. La idea de la obra se la proporcionó a Jordi Galcerán un artículo en el que una periodista había encontrando en la basura las fichas desechadas de unas aspirantes a cajera de supermercado con anotaciones de este jaez: «Ésta no, por gorda», «Moraca, no sabe ni dar la mano», «apesta»...
–En estos 17 años desde el estreno de 'El método Grönholm', las condiciones laborales han degenerado de tal manera que existe el peligro de que lo que entonces nos parecía grotesco ahora no lo sea.
–Yo me enamoré de esta función como espectador y el público sigue reaccionando igual. Se estrenó en la precrisis económica de nuestro país, los protagonistas ya tenían trabajo y querían aspirar a otro mejor, con un gran sueldo y coche de empresa. Ahora los personajes tienen una porquería de trabajos, con contratos temporales. Luchan de manera inhumana por un empleo muy superior.
–Su personaje es un trepa sin piedad. ¿Entre los actores también los hay?
–No. A ver, los habrá, pero yo he tenido la suerte de no encontrármelos. Hasta la estrella española más internacional ha comprendido hace décadas que esto es un trabajo de equipo. Los trepas están en otros sitios, no en los trabajos artísticos.
Una humillación clavada
'El método Grönholm' interroga al espectador: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir un trabajo? El hijo de María Luisa Merlo y Carlos Larrañaga reconoce que él también se ha sentido humillado como los personajes al inicio de su carrera en algún casting. «Cuando empezaba me hicieron una prueba para una película más ridícula que las de esta función», rememora. «Es una humillación que tengo clavada, volveré a encontrarme con aquella muchacha».
La «crisis de la mediana edad» no afectó a una larga trayectoria de la que el actor realiza un balance positivo. «No he parado de trabajar desde que empecé y la unión con mi hermano (el empresario teatral Pedro Larrañaga, casado con Maribel Verdú) me ha llevado a poder elegir proyectos. La televisión me trajo el éxito popular que no esperaba a los treinta y tantos. Puedo vivir con tranquilidad de mi profesión y he podido atravesar año y medio sin trabajar», enumera el intérprete, que el año que viene volverá a grabar la decimotercera temporada de 'La que se avecina', una serie de la que jura no haberse cansado: «No puedes trabajar de manera rutinaria, porque se nota. Puedes sentir cansancio, pero tienes que hacerlo desde la pasión».
Luis Merlo hizo crack en 2017, cuando una insuficiencia respiratoria le llevó a la UCI durante unas horas. A pesar de sufrir neumonía no suspendió las representaciones de 'Tócala otra vez,Sam', junto a María Barranco. «Tenía una voz que parecía Darth Vader...», recuerda. «Yo he pasado el coronavirus antes de que estuviera en la calle, antes del confinamiento. Me hice una de las primeras pruebas en laboratorios privados en abril de 2020 y salió que lo había pasado».
«Dejé de pasar miedo encima de un escenario cuando entendí que lo que hacía era para dedicárselo al público, no un regalo para mi ego»
vanidad
«No puedes trabajar de manera rutinaria, porque se nota. Puedes sentir cansancio, pero tienes que hacerlo desde la pasión»
'la que se avecina'
Su hermano Pedro seguirá siendo fundamental para encontrar «obras que no solo sean graciosas». A Merlo le gusta un término que reconoce demodé, «tragicomedias» que hagan pensar después de verlas. «Quiero seguir siendo capaz de vivir de un trabajo que cada día es más difícil», confía. «No es vanidad, pero yo dejé de pasar miedo encima de un escenario cuando entendí que lo que hacía era para dedicárselo al público, no un regalo para mi ego».
–Es usted una rara avis en Twitter, su cuenta desprende positividad y buen rollo.
–Me han dicho que es un remanso de paz. Yo soy un escritor escondido, he hecho varias versiones de teatro traducidas desde el inglés y firmadas con seudónimo. He tenido buenísimas críticas, si las hubiera firmado con mi nombre quizás no las hubiera tenido... Soy un lector voraz y busco frases para Twitter con las que me siento identificado. Se ha creado un grupo de gente que me hace muy feliz.
–Una de esas últimas frases dice: «Hay un proverbio que dice que pensar bien de todo el mundo evita muchos problemas».
–Sí. Pensar bien a priori de la gente te da mucha tranquilidad. Pensar que todo el mundo viene a robarte te quita mucha energía. Luego, cuando te roba, te defiendes, claro. Soy muy bien pensado, pero no ingenuo, tengo un carácter tremendo.
–¿Le sorprendió la detención de José Luis Moreno?
–Entiendo tu pregunta y la respeto, pero te pido que me permitas no contestarla. No soy nadie para hablar de lo que le puede pasar al prójimo.
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