Jon Bilbao: «Veo la escritura como una continua búsqueda»
El escritor asturiano afincado en Bilbao publica 'Antes del volcán', una recopilación de todos sus relatos breves. «He visto con cariño a la persona que era cuando escribí algunos de ellos»
Había varios libros de cuentos de Jon Bilbao que ya no era posible encontrar en librerías. Un problema para lectores y lectoras que acaban de llegar a su literatura, tal vez con el ciclo de 'Matamonstruos'... y una oportunidad editorial para el autor e Impedimenta. 'Como una historia de terror' (2008), 'Bajo el influjo del cometa' (2010) y 'Física familiar' (2014) están ya reunidos en las 600 páginas de 'Antes del volcán. Los cuentos recuperados', una buena disculpa para hablar con el escritor asturiano afincado en Bilbao sobre lo que ha llovido (literariamente) desde que comenzó a publicar.
–¿Qué se siente al releer cuentos propios de hace más de 15 años?
–Reconozco que los he releído con apuro, como quien va caminando por hielo quebradizo, y pensaba «a ver dónde me encuentro con lo bochornoso, con lo que me avergüenza, con lo que ahora no haría ni por asomo». Pero me he quedado tranquilo. Me he encontrado con algunas cosas de las que ya no me no me acordaba y he visto con cariño la persona que yo era cuando escribí algunos de aquellos cuentos que, aunque el intervalo de la horquilla de publicación es 2008-2014, son alrededor del año 2000, la fecha de la primera versión. ¡Del año 2000!
–Es que eso es una vida entera, ¿no?
–En todos los sentidos (risas). Y mi forma de escribir, mi posición frente a la escritura, ha cambiado bastante desde entonces. Pero no he tenido el impulso de actualizar los relatos a mi forma de escribir actual. Creo que hay que ser respetuoso con el texto que se escribe en su momento, con la persona que eras en ese momento y con las impresiones que causaste a los lectores en aquel entonces.
–¿Hay que ser honesto con lo que se fue y se hizo?
–Hay que ver como algo positivo que se pueda apreciar el paso del tiempo. Yo veo la escritura, y por extensión cualquier disciplina creativa, como una continua evolución, una continua búsqueda. Y si lees algo que escribiste hace casi 25 años y se parece sospechosamente a lo que haces ahora, hombre, es que mucho mucho no has evolucionado...
–Hay puntos en común, eso sin duda. Siempre parece que tenemos un pie en lo que se está contando que ocurre y otro en algo que podría estar ocurriendo también pero que no terminamos de ver del todo. ¿Nunca ofrece una sola dimensión?
–Es que hay una intención de posibilidad de lecturas, de no quedarnos solamente con lo epidérmico; claro que si quieres quedarte ahí, te quedas y no pasa nada, pero si quieres remangarte y pensar por qué los personajes están haciendo lo que están haciendo y si lo que dicen coincide con lo que están pensando, también. Y de ahí esa sensación de que no se está contando solo una historia, sino dos, por lo menos.
–¿Esa es la, digamos, marca de la casa?
–Básicamente es lo que yo busco a la hora de leer: que no me den una ficción unívoca, trillada, con la papilla bien triturada, sino que me concedan un espacio para la interpretación, para el juego también.
–Lo que he detectado es un gran cambio en los escenarios. De la lejana California de los comienzos a Bilbao, Ribadesella.
–Sí, tienes toda la razón. Creo que al principio se veía a un autor indeciso, todavía inseguro, que quizá por influencia de sus lecturas o de sus ídolos literarios era intencionadamente inconcreto acerca de dónde sucedían las cosas. Y con el paso de los años, me he ido sacudiendo de encima esos complejos y los personajes tienen nombres de aquí y de ahora, y viven aquí, y las cosas suceden donde tienen que suceder, sin ambigüedades innecesarias.
–¿Y todos esos personajes que vigilan, espían, se nutren de lo que otros hacen?
–Hay un ánimo voyerístico recurrente en el libro, sí. Se puede interpretar también como una metáfora del escritor que está atento a lo que pasa a su alrededor y está deseoso de esas historias como filones narrativos. Tiras de ellos y desarrollas tu propia historia.
–Ha cerrado hace poco el ciclo de las novelas de 'Matamonstruos' y acaba de recuperar todos estos relatos. ¿Le han entrado ganas de seguir con la narración corta?
–Un montón. Ya estaba en ello, dándole forma a una colección de cuentos, pero volver a meterme en revisar todos estos anteriores, reordenarlos, elegir qué cuentos adicionales íbamos a añadir, me ha animado todavía más.
–¿Se afronta de manera diferente ese trabajo?
– El proyecto es mucho más asumible, a corto plazo, y luego también tiene algo que para mí es muy gozoso, que es la libertad de experimentación. Vamos a jugar, vamos a desmelanarnos, vamos a hacerlo completamente distinto de lo hecho hasta ahora, a ver qué sale. Y si no quedas satisfecho, pues no has perdido mucho tiempo. En realidad no has perdido nada porque ya sabes que eso no lo sabes hacer. Lo cual siempre es un aprendizaje. Y afrontar una novela con esta actitud es más complicado.