Museos, una expansión cuestionable
La presencia occidental en el Golfo Pérsico puede ser agente de transformación, pero no blanqueamiento de las autocracias
Resulta incontestable la idea de que la expansión global de los museos occidentales es un fenómeno con un cierto éxito basado en el diálogo cultural ... y la transformación social y económica. Otra cosa es el debate sobre la presencia de esos museos en países que no se consideran democracias plenas, que son gobernados por monarquías absolutas o que tienen estructuras de poder autoritarias. Naturalmente me refiero a los países del Golfo Pérsico, en los que numerosas instituciones culturales han centrado su expansión global a cambio de millones de dólares. Esta expansión que de un lado se puede justificar por su aportación al entendimiento y la cooperación de los pueblos o por su impulso al cambio cultural y económico, de otro también se puede criticar por el carácter comercial y por el estímulo que producen los petrodólares en unos museos occidentales que buscan aumentar sus ingresos y ganar nuevos mercados.
Algo que es aún más criticable cuando se ignoran desmanes antidemocráticos o vulneradores de los derechos humanos. Véase el caso de Arabia Saudita, donde estos días el séptimo aniversario del asesinato de Yamal Khashoggi en el consultado de Estambul coincide con el anuncio de que la Metropolitan Opera de Nueva York liderará por 100 millones de dólares la programación de la Opera Royal Al-Diriyah, que la conocida galería de arte Conalghi abrirá una sucursal en Riad gracias a un ventajoso acuerdo de 2,7 millones de dólares y que el Festival de la Comedia celebrado en esta última ciudad congregó a cómicos y monologuistas británicos y norteamericanos, a los que se pagó un suculento caché, eso sí, a condición de no tratar ciertos temas como la religión o el poder. Pues sí, el debate sobre todo este asunto no tiene una conclusión fácil. ¿Puede ser la presencia cultural de Occidente en el Golfo Pérsico un agente de transformación o un medio de inclusión y democratización? Pues podría, pero lo que no debe de ser ahora es una forma de blanquear las autocracias y el despotismo a cambio de dinero.
Arte
Dalí falsificado
Es terrible que la notable demanda en el mercado por la obra de Salvador Dalí discurra en paralelo con ciertos casos de falsificación. Sin ir más lejos en los últimos días la Policía italiana ha confiscado veintiún presuntas falsificaciones en una muestra que se inauguró el 27 de septiembre en el Palazzo Tarasconi de Parma, que reunía más de ochenta dibujos, grabados y tapices. Al parecer, las sospechas surgieron de la preocupación manifestada por la Fundación Gala-Salvador Dalí sobre la autenticidad de tres dibujos y una serie de obra gráfica. La fundación que vela por la obra artística, cultural e intelectual del artista tiene sus criterios para la autentificación de un vasto conjunto en diferentes soportes, con lo cual está atenta a las eventuales falsificaciones. Como siempre, el problema es el uso indebido de firmas auténticas que Dalí entregó durante los años 70 y 80, algo que fue utilizado por editores para impresiones limitadas. Si a ello le añadimos la alta demanda y la especulación, pues entonces ya tenemos el terreno abonado para el fraude.
Premio Planeta
El debate de siempre
Con el Premio Planeta siempre hay debate: ¿Demasiado carácter comercial? ¿Calidad literaria como criterio secundario? ¿Un posible acuerdo con el premiado mucho antes de la noche de su concesión? Bueno, lo primero que se debe entender es que el Planeta no es un galardón público, sino un premio de larga tradición y de alta dotación económica que impulsa una empresa privada. En otras palabras, es legítimo que esa empresa maneje su premio como quiera, que lo configure como un superventas, que lo arrope con una operación de marketing y que decida concedérselo al que considere oportuno. Además, quizás tenga razón Juan del Val cuando dice que lo comercial no siempre está reñido con la calidad. Otra cosa es que se coincida o no con esto, que muchos de los candidatos se consideren engañados o que haya distintas valoraciones sobre el prestigio menguante del premio.
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