'La vida de Chuck': Un Stephen King que hace bailar
La película protagonizada por Tom Hiddleston obra el milagro de contagiar las ganas de vivir pese a abordar temas como el Apocalipsis, el duelo y la enfermedad
Comienza como una historia de ciencia ficción en puertas del Apocalipsis y prosigue en clave de terror para dejar paso a la comedia, el drama, el musical y hasta el cuento de fantasmas. 'La vida de Chuck' desbarata a cada paso las expectativas del espectador, sin ir más lejos porque empieza con el tercero de sus tres actos. Un cuento de Stephen King contenido en 'La sangre manda' (Plaza & Janés) sustenta una de las películas más originales, insólitas y hermosas del año, cuyo calado filosófico toca el corazón del espectador.
El Premio del Público en el Festival de Toronto es la mejor prueba del impacto de esta adaptación del King menos terrorífico, el de 'Cuenta conmigo', 'La milla verde' y 'Cadena perpetua'. El director Mike Flanagan, autor de otras afortunadas traslaciones de obras suyas como 'El juego de Gerald' y 'Doctor Sueño', captura el miedo y la incertidumbre de nuestra era en el primer acto, cuando escuchamos a un alumno de instituto recitar 'Canto a mí mismo', un poema de Walt Whitman: «Soy inmenso, contengo multitudes».
Su profesor (Chiwetel Ejiofor) asiste al desmoronamiento de nuestra civilización. California se desgaja de Norteamérica, internet hace meses que falla, la televisión deja de emitir, las catástrofes medioambientales se suceden en todo el mundo... Y cada vez hay más anuncios por todos lados de un tal Chuck, al que felicitan en su 39 aniversario.
Tendremos que esperar 45 minutos y a que las estrellas del cielo se apaguen en una escena sobrecogedora para conocer a Chuck, contable de banco, un buen tipo que rompe a bailar ante un músico callejero en otra secuencia maravillosa que demuestra el carisma del británico Tom Hiddleston, popular por su Loki en la trilogía de Thor.
Poco a poco iremos descubriendo quién es Chuck, el huérfano, en una película de la que no conviene contar demasiado. Paso a paso su mensaje nos irá calando. ¿Qué es una ruptura sentimental comparada con el fin del mundo? ¿Por qué no paramos, miramos a nuestro alrededor y encontramos calor en los demás? ¿Cuál es el sentido de la vida cuando llega la enfermedad? ¿Por qué bailar es liberador?
Flanagan es fiel al relato de King y a su estructura en tres actos, de atrás hacia adelante, con rimas que se repiten hasta completar las piezas del rompecabezas. Hasta sale victorioso de una voz en off que enriquece la acción con cuestiones de calado espiritual. El milagro de 'La vida de Chuck' es que salgamos emocionados y felices del cine tras asistir a una sucesión de desgracias. Que celebremos la vida con una distopía que contiene humor negro, ambiciones existencialistas, Mark Hammill como abuelo que hunde las penas en alcohol y que recuerda a otros cuentos de hadas como 'Qué bello es vivir', 'El curioso caso de Benjamin Button' y 'El show de Truman'.