Fernando Aramburu: «Intuyo que cada vez hay más gente infeliz y enfadada con todo»
El escritor donostiarra hablará mañana de su última novela, 'Los vencejos', en la capital alavesa de la mano del Aula de EL CORREO
En 'Los vencejos', un profesor de Filosofía llamado Toni cuenta en primera persona que se quitará la vida en el tiempo de unos 12 meses. En esa particular cuenta atrás, la última novela de Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) va mucho más allá de contar unos planes de suicidio y sumerge al lector en la vida de un personaje que narra los sinsabores de su rutina, recuerda el pasado y se cuestiona el sentido de la misma a través de un diario. Esta ficción del escritor donostiarra llega cinco años después del apuballante éxito de 'Patria'. «Tengo también prevista una visita al Memorial durante mi estancia en Vitoria», dice el autor que protagoniza mañana un encuentro del Aula de Cultura de EL CORREO en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa (19.00 horas).
-Aunque no es una novela sobre el suicidio, arranca con ese protagonista que se pone el plazo de un año. Es habitual que cuando un escritor saca una novela se le acerquen lectores contando historias personales que se parecen. ¿Algún lector le ha contado que tuvo un plan parecido al de suicidarse?
- Me ocurrió durante la Feria del Libro de Madrid, donde, en efecto, una persona que me solicitó una dedicatoria me contó un caso familiar bastante parecido al que se cuenta en mi novela. Se trataba de una madre entrada en años, la cual había anunciado al resto de la familia que se quitaría la vida llegada no sé qué fecha, pero en cualquier caso al cabo de cierto plazo de tiempo y la señora, por lo visto, cumplió su palabra. En el fondo, no me sorprendió. La especie humana es muy numerosa, lo que hace difícil que un determinado comportamiento, por insólito que parezca, no se haya dado en algún lugar.
«Volveré a ocuparme de historias de vascos y barrunto que será inevitable tocar el terrorismo»
-El contexto de la novela es reconocible: dos elecciones, aparece Vox. ¿Cómo incorporaba los hechos a la novela, la escribió en paralelo a que ocurrieran?
- Para empezar, el marco temporal de la novela es explícito. Esto suponía una invitación a complementar el relato de la vida privada de los personajes con un dibujo social de época. Así pues, durante el proceso de escritura estuve atendiendo a diario a la actualidad política, cultural, deportiva, etc. de España con la mira puesta en extraer asuntos que me fueran provechosos para la novela; eso sí, integrándolos en la acción, las reflexiones y los diálogos de los personajes, en ningún modo en forma de añadidos superfluos.
-¿Ha sido el libro al que más tiempo ha dedicado?
- Es uno de mis libros más largos y acaso el que yo he escrito con mayor intensidad. Sin embargo, fue mi primera novela, 'Fuegos con limón', la que más tiempo me tuvo ocupado, en buena parte porque la tuve que escribir en los huecos que me dejaban mis responsabilidades familiares y laborales, por lo que necesité ocho años, frente a los tres de 'Los vencejos', para llegar al punto final.
- ¿Nota que en España cada vez hay más Tonis, más gente infeliz y enfadada con todo?
- Conozco bastantes Tonis, no sólo españoles. Los ha habido siempre y en todas partes. Lo que advierto es que últimamente parecen menudear, intuyo que por dos razones: por el evidente declive del Estado del bienestar, que arroja a muchos ciudadanos a situaciones de necesidad que en las últimas décadas parecían minoritarias, y por la irrupción brutal de la pandemia con sus calamidades, incluidas las de tipo psicológico.
«La docencia fue una experiencia de primer orden y me abrió una ventaja a innumerables vidas ajenas»
- Toni es un profesor de Filosofía, pero se mofa del lenguaje técnico. Hay una reivindicación continua por parte del profesorado de esta materia que reivindica que tenga más peso en la educación. ¿Está a favor?
- Por supuesto y no sólo por la oportunidad que se les ofrece a los educandos de sumar conocimiento, sino porque la filosofía nos adiestra en la práctica de la reflexión racional. Ignoro cuál sería el número adecuado de horas lectivas. Lo que sé es que la filosofía cumple una función importantísima en la formación social y cultural de los ciudadanos.
- Usted fue profesor, ¿acabó harto de la docencia? ¿cómo recuerda aquella etapa?
- Guardo un recuerdo entrañable de mis años de dedicación a la docencia. La dejé porque llegó un momento en que necesitaba más tiempo para el ejercicio de mi vocación literaria. La docencia supuso para mí mucho más que una manera de garantizar el sustento. Fue, por encima de todo, una experiencia vital de primer orden. Me abrió una ventana a innumerables vidas ajenas, lo que también fue útil a la hora de concebir historias. Y, en fin, tuve el gusto de trabajar con niños y adolescentes y ayudarles en todo lo que pude.
- De la gestión de la pandemia en España, ¿hay algo que le haya sorprendido especialmente?
- Creo que aún necesitamos tiempo para juzgar en su justa medida si se hicieron bien o mal las cosas. Pero, mire, yo resido en un país donde abundan los negacionistas y los ciudadanos emperrados en resistirse a la vacuna. Las consecuencias negativas de tal actitud se están viendo estos días en la enorme multiplicación de los infectados. Un punto a favor de España ha sido sin duda la aceptación mayoritaria de la vacuna.
Escritor con método
- Cada cierto tiempo sube a redes sociales un libro de Austral. ¿Por cuántos va la colección?
- No colecciono ejemplares de la antigua colección Austral por el mero afán de poseer. Sigo adquiriendo libros de esa entrañable colección, pero siempre con el pensamiento puesto en leerlos. No andaré lejos de los mil títulos en mi biblioteca. No lo sé con exactitud. Tendría que contarlos.
- ¿Cómo vivió que pidieran el boicot en redes a la serie de HBO por el cartel? ¿Piensa volver a escribir acerca del terrorismo?
- Yo procuro vivirlo todo con serenidad, pero no estoy en esas peleas. Más adelante volveré a ocuparme desde la literatura, no exactamente del terrorismo, sino de historias de gentes vascas, como me gusta llamarlas, situadas en una época que conocí. Como en dicha época hubo de todo y también terrorismo, barrunto que resultará inevitable incorporar a la narración aspectos de la historia tristemente sangrienta que tuvimos.
- ¿Qué le lleva a escribir? ¿Mantiene una rutina?
- Escribir es para mí vocación y profesión a un tiempo. Quiero decir que hago lo que me gusta y lo que me procura cierta plenitud vital y además vivo de ello. La rutina simplemente forma parte del método. La necesito para escribir porque me ayuda a mantenerme creativo.