«Se han roto las fronteras entre el periodismo y el entretenimiento»

Julia Navarro asegura que 'De ninguna parte' se ha nutrido de titulares periodísticos leídos a lo largo de las últimas décadas. «Me preocupa la brecha que se abre entre Oriente y Occidente, y escribo para intentar comprender lo que sucede», explica. «Por eso he concebido esta novela de acción para la reflexión. El terrorismo de raíz islámica que sacude Europa es una realidad escapada de estas páginas». La autora protagoniza hoy, a partir de las ocho de la tarde, un nuevo encuentro del Aula de Cultura de El Correo en el Salón El Carmen de Bilbao. El acto cuenta con la colaboración de la editorial Plaza&Janés y el apoyo de la Fundación la Caixa.

Un judío criado en Beirut y un libanés refugiado en París entrecruzan sus vidas siguiendo un maquiavélico plan. «Los personajes resultan antagónicos. Yo creo que podemos elegir en la vida, que nosotros siempre tenemos la última palabra, pero las circunstancias pesan, son una mochila», apunta. «No es lo mismo nacer en Bilbao que en un campo de refugiados».

La historia también habla de terroristas y espías, de nuevas tecnologías y de los medios de comunicación en la actualidad. «Se han roto las fronteras entre el periodismo informativo y el entretenimiento», lamenta y denuncia: «Las noticas no están para divertir, sino para dar cuenta de lo que tiene lugar, pero la línea se está difuminando. Es la consecuencia de la larga mano del poder político y económico».

Los periodistas ya no son testigos de su tiempo, sino que se convierten en víctimas de este fenómeno. «Muchos compañeros se la juegan», asegura y añade que desde la Guerra del Golfo se cambió la manera de ejercer la profesión. «EE UU decidió que no iban a ir por libre, tal y como sucedió en Vietnam, algo que fue determinante para que la opinión pública rechazara el conflicto. Algunos no se conforman y acaban torturados o asesinados».

Navarro ha sacrificado su larga carrera periodística para dedicarse a la literatura. «Son caminos paralelos», alega e indica que mientras uno relata historias reales, el otro se decanta por la ficción. «Los hombres siempre las han necesitado para intentar entenderse a sí mismos y responder a lo que no tiene respuestas; en suma, encontrar el sentido de la vida, eso que hacemos. No somos un conjunto de células organizadas para pagar la hipoteca». La autora ha publicado previamente 'Dime quién soy' o 'Dispara, yo ya estoy muerto', con categoría ya de 'best-seller'. Ese respaldo, similar al obtenido por otras autoras, certifica la ruptura de cierto techo de cristal. «Antes había un prejuicio, se creía que los libros escritos por mujeres eran cosa de mujeres. Todavía no se ha superado esa mirada altiva, condescendiente y despreciativa, pero se está logrando gracias a los lectores porque ellos eligen sin importar el género de quien redacta».

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