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Alicia Viladomat ha escrito los recuerdos de su vida junto a la abuela Pilar de Valderrama, la enigmática Guiomar de los poemas de Antonio Machado. «Los amores frustrados resultan los más fructíferos, si la relación entre ellos hubiera sido carnal habría perdido el carácter sublime», aduce. La descendiente ha publicado un libro, 'Pilar de Valderrama: memorias de un gran secreto', en el que se reúnen esas vivencias con las memorias de aquella poetisa y dramaturga, y que presentará este lunes 10 de junio en un nuevo encuentro del Aula de EL CORREO. La charla, en la que también participará el periodista Carlos Aganzo, comenzará a las 19.30 en el Salón El Carmen y cuenta con el apoyo de BBK.
Aunque convivió con ella durante 22 años, la protagonista de la conferencia desconocía que se encontraba con la Guiomar de Antonio Machado, la destinataria de un amor platónico que el autor proyectó en sus poesías. Ahora comprende el silencio que mantuvo sobre esa identidad y que sólo rompió en una obra editada tras su fallecimiento. «Lo hizo para protegerme porque yo no hubiera podido contar aquella experiencia como lo hago ahora», explica. Pilar de Valderrama, (Madrid, 1889-1979), Guiomar, devolvió al poeta la ilusión por la vida tras enviudar de Leonor, y él la ayudó a ella a rozar cotas más altas de popularidad literaria. Ambos contribuyeron a la felicidad del otro en los ocho años que duró su relación.
La nieta la recuerda con cierto fondo de tristeza en sus ojos, pero con una personalidad intensa. «Era muy inteligente y el colmo de la discreción», explica y apunta su carácter pionero. «Defendió el voto para la mujer y consiguió el apoyo de todos los hombres de su familia para editar un libro de poemas en 1923, algo que pocas podían hacer».
Su valentía también es manifiesta, según la autora. «Pilar recorría Madrid en tranvía para reunirse con el poeta en una discreta taberna», alega, pero reconoce que no podía ir más allá. «Estaba casada, tenía hijos y una buena relación intelectual con su marido, aunque no existiera intimidad entre ellos», indica y sentencia: «Nunca se planteó la idea de la separación».
No había un interés egoísta en esa pasión. «La vivió en secreto, no le prologó ningún libro ni la presentó en sociedad. ¿Dónde está el beneficio? Quien defiende esa tesis demuestra machismo e ignorancia», apunta Carlos Aganzo, autor de 'Las ciudades de Machado'. Además, el encuentro se llevaba a cabo en una etapa que, a su juicio, supone una edad de plata para la literatura y de oro para la creación femenina. Valderrama ya era una escritora reputada, miembro de la Real Academia Hispano Americana de Cádiz y había fundado el Liceum Club, exclusivo para mujeres con inquietudes.
La inseguridad pública en la década de los treinta y la Guerra Civil cercenaron la relación. La familia se refugió en Estoril poco antes del estallido de la contienda y en 1939 Pilar recibe la noticia de la muerte de uno de sus hijos y del poeta. «Nunca se recuperó de aquellos golpes, pero gozaba de una vitalidad increíble», asegura la nieta. «Aguardaba con fervor la hora de acudir a los conciertos del Teatro Real y recibía muchas visitas». Concha Espina era su amiga más cercana y, asimismo, frecuentaba a Jorge Guillén y otros representantes de la generación del 27 con los que se carteaba. «En la correspondencia consultada hay una constante», confiesa. «A todos les pide que le guarden el secreto».
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