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La dualidad caracteriza 'Solo humo', la última novela de Juan José Millás. Su protagonista se desenvuelve entre la realidad y la ficción proporcionada por la ... literatura hasta que ambos planos parecen entrecruzarse. El veterano autor cree en la existencia de una profunda diferencia entre quienes acuden a los libros y aquellos individuos que no leen. «Unos y otros se distinguen en la facultad crítica, en su capacidad para reflexionar sobre el mundo», alega y advierte. «Entre ellos se abre el abismo que separa cultura e incultura». El escritor protagoniza este jueves un encuentro del Aula de EL CORREO que tendrá lugar a partir de las 19.00 horas en la Biblioteca de Bidebarrieta de Bilbao. El acto cuenta con la colaboración de Editorial Alfaguara y la Fundación 'la Caixa'.
La renovación del plan de estudios suele implicar la merma de las asignaturas de Humanidades. «Los críticos con esta estrategia aseguran que es porque el poder quiere una ciudadanía sumisa, que no se haga preguntas», señala. «Pero yo creo que las autoridades desconocen su utilidad. La lectura sirve para construir y deconstruir el mundo». El problema es que esa función escapa a la medición. «Si ignoras la función de dividir, aprendes y ese conocimiento se puede cuantificar, pero si lees 'El Quijote' te proporciona un saber que no se mide».
Esa obsesión por contar ha llegado al ciberespacio, en la que se establece el tiempo que requiere leer los textos. «Esto es absurdo», apunta Millás. «Un artículo de un minuto tal vez requiera una semana para digerirlo, mientras que otro de cinco páginas puede resultar perfectamente indigerible. Esta tendencia es una manifestación de nuestra patología por cuantificarlo todo».
La constante transición entre los planos de lo cotidiano y la creación caracteriza 'Solo humo'. A juicio de su artífice, no se trata de un cambio brusco. «Porque la gente más que hablar es hablada», aduce. «La novela está escrita con palabras y la lengua es una herramienta del ser humano, pero nosotros nos hemos convertido en instrumento de la lengua». Para explicar este concepto, proporciona el ejemplo de una discusión en una cafetería. «Sabemos cómo evolucionará porque las riñas son idénticas, decimos lo mismo que hace siglos».
Los personajes de la novela acceden al interior de los cuentos tradicionales. «La vida se introduce en esos relatos porque nos sirven, ella actúa como si fuera un espejo en un proceso de ida y vuelta». Pero ni 'Cenicienta' ni 'Hansel y Gretel' aparecen en la factura que conocemos. «Nos ha llegado una versión edulcorada para una imagen infantil que es pura bondad y no que no se puede contemplar en la realidad», lamenta. En este sentido menciona la labor ejercida por recopiladores que han fijado en narraciones tradicionales. «Hasta entonces se habían ido adaptando a los tiempos de una forma orgánica como seres vivos que evolucionan». A partir de su redacción se han generado percepciones distintas a las anteriores. «El resultado son imágenes falsas en las que no cabe contrastar emociones reales en las que se genera identidad».
La disociación actual no sólo tiene lugar en el seno de las páginas. Ese proceso también ocurre en Internet, donde somos capaces de crear alter egos absolutamente ajenos. «La gente se comporta en las redes de una manera delirante y enfermiza», indica y se refiere a los programas que crean identidades paralelas. «Estamos ante un cambio de paradigma que nos ha sorprendido. Es algo de relevancia semejante a la invención del fuego o el paso del Paleolítico al Neolítico».
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