Las esculturas neumáticas de Sergio Prego se despiden del Bellas Artes
La publicación del catálogo de 'Trece a centauro' pone fin a un proyecto creado hace tres años exprofeso para el museo
La instalación 'Trece a Centauro' de Sergio Prego ha acompañado todo el proceso de ampliación del Museo de Bellas Artes de Bilbao. La obra, inaugurada hace tres años, ha ocupado diez salas contiguas respondiendo a la desaparición de los lienzos y esculturas ubicadas hasta entonces en ese mismo espacio. Su prolongada exhibición la ha convertido en toda una seña de identidad de este periodo de transición y su clausura anticipa otra etapa de la reforma de la pinacoteca. Este lunes tuvo lugar la presentación del libro que documenta y reflexiona sobre este proyecto, reconocido con el premio de escultura de la Fundación Bosch Aymerich en 2023.
El artista guipuzcoano destacó su interés por elaborar un libro sencillo y pequeño. «Lo que supone mucho trabajo porque tienes que quedarte con la esencia», recordó. Un reportaje fotográfico y el texto del autor en el que se relata la construcción de las piezas y una reflexión sobre la relación con el relato de J. G. Ballard del que extrae el título, constituyen los elementos de la publicación. A lo largo de una conversación con Guillermo Zuaznabar, conservador jefe de museo, el artista se ha referido a la importancia del cuento para «cerrar aspectos de la obra que no aparecen explícitos» y, a ese respecto, ha aludido a su «cuestionamiento de los valores éticos y morales de la exploración colonizadora, uno de los pilares de la modernidad».
La creación está formada por una serie de 14 módulos diseñados según las medidas de las salas que los alojan y articulados en relación a ejes de simetría entre las diferentes estancias. La figura del tetraedro ha sido utilizada como modelo abstracto para la construcción de las estructuras y el recurso a una membrana hinchable los convierte en formas curvas y orgánicas.
Su intervención en el espacio genera una relación contrapuesta con el visitante. La mitad de los espacios intervenidos está ocupada por cuerpos translúcidos que irrumpen como cuerpos extraños que obstaculizan el paso y provocan una circulación sinuosa. La escultura parece imponerse sobre el individuo, incapaz de sustraerse a su magnitud, se aproxima hasta el contacto físico o se superpone en su recorrido. En el ala opuesta, la situación es radicalmente diferente ya que los módulos están situados en la mitad longitudinal contraria al paso y se trata de entidades negras y opacas, que tan sólo demandan una contemplación convencional. Además, la contraposición se refuerza por la presencia de varios dibujos sobre papel que establecen un diálogo entre su componente figurativo y la abstracción de las formas orgánicas.
La arquitectura utópica de finales de los años sesenta y setenta es una referencia esencial para este trabajo, según su propio responsable, y cita los experimentos de Event Structure Research Group. Ant Farm o Hans Walter Muller. En el capítulo español, e incrustada en la memoria de la Villa, destacó la cubierta neumática de la pista de hielo Nogaro de Artxanda, diseñada por José Miguel de Prada Poole, otro de sus referentes.