Una 'Anna Bolena' más pomposa que regia
La soprano Joyce El-Khoury derrocha aplomo sin cuajar una interpretación redonda en un montaje que no terminó de despegar con artistas de la talla de Celso Albelo, Silvia Tro Santafé y Marko Mimica, arropados por la BOS
Anna Bolena no tiene ni un solo momento de paz en la ópera de Gaetano Donizetti. Todo es angustia, nostalgia y delirio para terminar a ... los pies del cadalso. Su final es terrible pero de una dignidad y rabia contenida que sacude los cimientos de la Torre de Londres. Desde el primer instante tiene que atraparte la tragedia de la primera esposa que Enrico VIII manda decapitar. No puede (o no debería) decaer la tensión en escena, algo que sucedió en la función que acogió anoche el Euskalduna. La reina consorte inglesa es un rol a la medida de las intérpretes con empaque dramático y destrezas belcantistas.
La soprano líbano-canadiense Joyce El-Khoury afrontaba ayer un doble reto: no solo debutaba en Bilbao, sino que se metía por primera vez en la piel de Anna Bolena, arropada por la Sinfónica de Bilbao, bajo la dirección de Jordi Bernàcer. Le puso empeño, secundada por el tenor Celso Albelo (Percy), la mezzo Silvia Tro Santafé (Giovanna Seymour) y el bajo-barítono Marko Mimica (Enrico VIII). Todos salvo ella tienen experiencia con la partitura del compositor de Bérgamo y, además, lucen con habilidad el vestuario –sumamente refinado y pomposo–, lo cual tiene mérito porque moverse con una indumentaria tan recargada no es tarea nada fácil.
Por lo que respecta a las prestaciones estrictamente canoras, se echó en falta más sutileza y consistencia vocal en Joyce El-Khoury. Algo que se supone que ganará a medida que vaya haciendo suyo el papel. Al término de la representación, el público reconoció su esfuerzo con entusiasmo, pese a que la función no alcanzó cotas de excelencia. También gustaron el aplomo de Celso Albelo, Silvia Tro Santafé, Marko Mimica y Anna Tobella, así como la expresividad del Coro de Ópera de Bilbao, capaz de unos ‘diminuendos’ –atención en el segundo acto– que suenan casi sobrenaturales. La batuta de Bernàcer, que ya dirigió ‘Anna Bolena’ hace años en Italia, no dejó cabos sueltos y la BOS hizo justicia a la partitura.
22, 25 y 28 de noviembre
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Cantantes. Joyce El-Khoury (Anna Bolena); Silvia Tro Santafé (Giovanna Seymour); Marko Mimica (Enrico VIII); Celso Albelo (Lord Riccardo Percy); Anna Tobella (Smeton); José Manuel Díaz (Lord Rochefort); Josep Fadó (Sir Hervey). Coro de Ópera de Bilbao.
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Orquesta. BOS.
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Director musical. Jordi Bernàcer.
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Director de escena. Stefano Mazzonis di Pralafera.
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Director de escena de la reposición. Gianni Santucci.
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Escenografía. Gary Mac Cann.
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Vestuario. Fernand Ruiz.
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Iluminación. Franco Marri.
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Producción. ABAO Bilbao Opera, Opéra Royal de Wallonie-Liege, Royal Opera House Muscat y Opera de Lausanne.
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Hora y lugar. 19.30 horas, en el Palacio Euskalduna.
'Home Sweet Home'
Osada en los agudos, que sonaban ocasionalmente estridentes, y con una voz de timbre ingrato, la soprano Joyce El-Khoury solo remontó el vuelo en la escena final, al combinar la dosis justa de melancolía en ‘Al dolce guidami castel natio’ (Llévame a mi dulce castillo natal), antes de caer en el delirio de ‘Cielo, a’ miei lunghi spasimi...’ (Cielo, a mis prolongadas penas...). Un cóctel intenso con guiños al popular tema ‘Home Sweet Home’. Ahí estuvo acertadísima la artista líbano-canadiense, recogida en el dolor y con la mirada perdida en el recuerdo. La iluminación enmarcó la magia del momento y la aparición de su hija, la futura Isabel I (Libe Díez de Ulzurrun), corriendo para consolarla al pie del patíbulo, subió la temperatura emocional.
La pequeña es hija de Idoia Pérez, soprano solista del grupo Ars Viva y, aunque su papel es mudo, encandiló por su naturalidad y simpático porte regio. La fastuosidad del montaje, que tiene el sello del fallecido Stefano Mazzonis di Pralafera, sustituido en Bilbao por Gianni Santucci, no carece de toques originales y sorprendentes. No todo es previsible, como el retrato de Enrique VII, de Hans Holbein el Joven, que aparece colgado en un salón del castillo de Windsor, ni se limita a un desfile de moda renacentista estilo Tudor, con terciopelos, sedas y brocados. También hay vueltas de tuerca perversas, como la que protagoniza el hermano de Anna Bolena, Rochefort (el barítono José Manuel Díaz, gran profesional), en un amago de incesto que rechaza la reina con asco. Lo cual no es un golpe de efecto sino un guiño a la historia documentada, ya que en el acta de acusación contra la monarca se decía que le había sido infiel a Enrico VIII con su propio hermano.
La corte inglesa del siglo XVI no tenía desperdicio, como tampoco la música de Donizetti. Esta ópera marcó un punto de inflexión en su carrera. La estrenó en 1830, cuando ya tenía 33 años, y con ella aprendió a poner las posibilidades del belcanto al servicio de la profundidad psicológica y dramática. Jordi Bernàcer comandó a 63 instrumentistas de la BOS con mano firme y las ideas claras, aunque el ritmo a veces fuera demasiado metronómico. Eso sí, había sentido de la unidad y acentos incisivos.
La mezzo Silvia Tro Santafé, el tenor Celso Albelo y el bajo-barítono Marko Mimica se mostraron relativamente sólidos en escena, más allá de las pautas o limitaciones de la ‘regia’. La cantante valenciana, por ejemplo, que encarnaba a Giovanna Seymour, amante de Enrico VIII, hizo gala de una actuación más bien contenida y eso que es un rol que acaba de interpretar en Valencia y lo tiene a punto de caramelo. No quedó muy definido el desgarro interno, entre los devaneos eróticos con el rey y el cargo de conciencia que sufre por traicionar a su señora, ya que ella es dama de la corte de Anna Bolena. Faltó pasión y ponzoña en momentos clave como ‘Per questa fiamma indomita’ (Por esa indómita pasión).
En parte quizás también haya influido en una cantante de la calidad de Silvia Tro Santafé el propio enfoque del personaje, que en Bilbao se ofrece recatado. Una opción curiosa porque en Lieja, por ejemplo, donde en 2019 se ofreció esta misma producción, Giovanna Seymour aparecía desnuda (era una figurante, no la cantante contratada entonces) saliendo de la cama nada más subir el telón en el primer acto. Una prueba más de que los montajes siempre tienen margen para alguna que otra adaptación según la temporada que los acojan.
La soprano estuvo muy atinada en la escena final, al pie del patíbulo, cuando con tristeza elegíaca pide que la lleven a su castillo natal
El enfoque de Giovanna Seymour, amante de Enrico VIII, fue recatado. En otros teatros salía desnuda en este montaje
Hay momentos perversos como el que protagoniza el hermano de Bolena en un amago de incesto que rechaza la reina con asco
Albelo y Mimica, rodados
Celso Albelo y Marko Mimica, que intervinieron en esas funciones de 2019 en Lieja, se vieron y escucharon anoche muy rodados y encarrilados. Ambos hicieron valer su timbre y fraseo de buena ley, pese a las tiranteces puntuales y un tono monocolor que, así y todo, no llegaron a empañar sus actuaciones. Como dato curioso siempre sorprende que en ‘Anna Bolena’ el rey no tenga arias de lucimiento, es la argamasa entre unos y otros con voz tonante. Da el contrapunto y decide sobre el destino y la vida de todos, que ya es bastante.
El tenor canario, por su parte, sobresalió en los pasajes líricos como ‘Fin dall’età più tenera tu fosti mia, lo sai’ (Desde tu más tierna edad tú fuiste mía, lo sabes), que se despliega como un oasis en mitad del barullo que se arma en la corte, poco después de que Anna Bolena aparezca en una situación muy comprometida con dos hombres, Percy y el paje Smeton. Este último es un rol travestido, al estilo de Cherubino en ‘Las bodas de Figaro’, que la mezzo barcelonesa Anna Tobella dotó de viveza aunque sin la ansiedad y urgencias propias de una figura joven y llamativamente concupiscente.
Pese a que las emociones no terminaron de bullir y Joyce El-Khoury dio muestras evidentes de fatiga vocal en los últimos momentos, la cabaletta ‘Copia iniquia’ (Pareja perversa), dejó sobrecogido al público. Es un broche que siempre causa impresión, poco antes de que Anna Bolena sea decapitada. Nobleza obliga: la reina proclama el perdón a Enrico VIII y Giovanna Seymour porque no quiere que una maldición mancille sus labios a las puertas de la muerte. Además de ella, otras tres personas perderán la cabeza bajo la espada del verdugo: Percy, Rochefort y el paje Smeton. Qué tiempos...
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