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Ander Arteagabeitia comparte su día a día en silla de ruedas: su amor, sus aficiones, sus planes de futuro... Ainhoa Gó́rriz
Dos años después del accidente

La vida en silla de ruedas de Ander Arteagabeitia: su amor, sus aficiones, sus ilusiones...

Este joven de Sopuerta, que quedó tetrapléjico por un accidente en la piscina hace dos años, comparte cómo afronta su día a día, las ganas que le pone a la vida y los planes que le ilusionan, como escribir un libro y «ser aita en un futuro»

Sábado, 16 de abril 2022, 16:56

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Cuando Ander Arteagabeitia estaba en el colegio, era su madre, profesora jubilada, la que se leía por él los libros de Historia y de Lengua y Literatura para después contárselos. «No se me olvidará aquella vez en la cocina repitiéndole los verbos pronominales. Él no paraba de decirme: '¡menuda gilipollada!' Y yo otra vez vuelta a empezar», recuerda Loli, de 66 años. «Es que no tiene ningún sentido, no te enseñan lo importante, la esencia de la vida. Cada ser humano, además, tenemos un don, no puedes juzgar a un pez por su habilidad para trepar un árbol. Encima te comparan con los demás y de ahí vienen después los complejos y las decepciones», le rebate Ander.

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Hoy este joven de Sopuerta ha colocado una estantería junto a su cama para tener sus lecturas bien cerca. Su último descubrimiento se titula 'Un nuevo mundo, ahora', de Eckhart Tolle, «un libro que te hace actuar desde el amor». «'Hijo, me tengo que acostumbrar a conocerte así, parece que estoy con otra persona', me suele decir mi madre. Pero es que yo antes vivía dormido, sin darme cuenta de que estaba viviendo. Es ahora cuando le he dado sentido a la vida», cuenta Ander. Y en eso Loli coincide con él, aunque aún tenga que acostumbrarse: «Me parece muy bien, pero que no te extrañe que yo piense 'joe, qué cambio'. Yo creo que al darse el golpe, se le activó alguna parte del cerebro, porque ahora habla mucho mejor y fíjate todo lo que lee. Y es él quien me da a mí ánimos para todo...».

Ainhoa Gó́rriz

Ander siempre tiene a mano sus grandes cascos negros. Disfruta escuchando música 'techno house', pero hay una canción que le conmueve especialmente: 'Vivir', de Rozalén. 'Quizás tenía que pasar, no es justo, pero sólo así se aprende a valorar', reflexiona en su letra esta compositora idealista. Un canto a la vida que refleja la nueva realidad que este joven de 28 años afronta «con una positividad increíble». Se quedó tetrapléjico el 25 de julio de 2020 por un fatal accidente en una piscina. Tres días después de ingresar en el hospital de Cruces, le operaron de urgencia y fue diagnosticado de una tetraplejia de nivel C6-C7 que le priva de movilidad desde los pectorales hasta los pies. Su vida podía haber dado un giro terrible para mostrarle su cara más cruda, pero él ha sabido darle la vuelta a su situación y quedarse con el lado bueno de las cosas. Aquel día florecieron en él sus ganas de superarse, de ser cada vez mejor, de ayudar con su ejemplo a los demás. Su existencia transcurre hoy en una silla de ruedas, pero desde esa otra perspectiva la vida también puede ser maravillosa. «Soy muchísimo más feliz ahora que antes del accidente, no echaría el tiempo atrás ni de coña», asegura.

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Ander interrumpe un momento la entrevista para sacar de un cajón de la mesilla de su habitación un detalle que guarda con especial cariño. Es una acuarela en la que aparece esquiando en la nieve y surfeando una gran ola. La pintó para él su pareja, que hasta hace unos pocos meses era una de las tantas personas que siguen sus progesos en las redes sociales. «Algo que tengo que agradecer muchísimo al accidente es haber podido encontrar a alguien como ella. Somos muy similares en cuanto a compartamiento, a valores y a experiencias pasadas. Hemos empatizado tanto que hemos creado un vínculo muy fuerte», cuenta sin querer entrar en muchos detalles. Lo que más le gusta hacer con ella «es hablar», pero de verdad, escuchando e intentando entender al otro. «Las conversaciones interminables y profundas que tenemos me llenan de energía. Me aporta la paz y la tranquilidad que siempre he buscado y que ahora, después del accidente, necesito».

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«El deporte es mi vida»

Antes de este «pequeño bache» que le ha puesto la vida, como él lo califica, era un apasionado deportista que disfrutaba practicando escalada, alpinismo o 'snowboard'. De hecho, llegó a jugar con 15 años en el Cadete del Athletic. «Para mí el deporte es mi vida, sin ninguna duda, me da la fortaleza mental y física para seguir adelante», asegura. Tres días a la semana, realiza fitness inclusivo en WAL CrossFit Deusto. «No se trata de cultivar el cuerpo, va mucho más allá, nos viene muy bien a nivel mental y mejoramos las habilidades del día a día, como manejar la silla de ruedas o coger una bolsa de la compra», explica. Suele acompañarle su hermano mayor, Jon, que es profesor, pero ahora mismo no trabaja. «El accidente nos ha unido mucho, tenemos una relación mucho más cercana. Ander es muy echado para adelante, todo lo que se propone lo consigue, estamos muy orgullosos», se deshace en halagos su hermano, que siempre está ahí para pulsar el pulverizador de agua con el que refresca a Ander cuando lo necesita. «Me tiene que mojar la cara, el cuello... porque desde el accidente no sudo, pero me pongo muy rojo haciendo deporte, me sube mucho la temperatura».

«Somos lo que comemos»

Este joven vital y optimista también practica desde octubre surf adaptado, un deporte que le ha ayudado a vencer sus miedos: «Fue increíble la primera vez que cogí una ola, volver a sentir esa energía del agua después de que un año antes casi me quitase la vida». Tampoco se le resiste el esquí adaptado, tal y como refleja su novia en el bonito dibujo que le hizo. «En invierno estuve en Formigal esquiando con mi hermano y he empezado el mes de abril en Sierra Nevada», cuenta. Ander cuida mucho su alimentación y deja «los festines para muy de vez en cuando». «Comer bien es vida, somos lo que comemos», asegura.

Ainhoa Gó́rriz

«Tengo bastante dolor»

Cada día aprende a vivir con el dolor que siente desde el accidente. «Aunque no mueva las piernas, tengo dolores en ellas, y también en los dedos de las manos. Con medicación se soluciona, pero intento solucionarlo desde la cabeza. A veces no es posible, pero se acostumbra también uno a vivir con dolor», explica. Por la noche, cuando se acuesta, duele más, pero procura no prestarle atención e ir dejando poco a poco el rosario de medicamentos que le recetaron en el hospital. «Vine con la farmacia entera, hacía falta un camión, pero ahora tomo muy muy pocas pastillas y mi objetivo es reducirlas todas».

Ainhoa Gó́rriz

Nuevos tatuajes, nuevos aprendizajes

Apasionado de los tatuajes, ha querido grabar con tinta en su piel sus nuevos aprendizajes, aquellos que nunca encontró en los libros del colegio. En su muñeca izquierda, destaca la imagen de Buda, que representa «a una persona en estado de meditación». Cuando ingresó en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde pasó nueve meses que define como la «etapa más bonita» de su vida, empezó a meditar cada día, porque hacerlo le brinda paz interior y le ayuda a ver las cosas como realmente son. «Si estoy tan bien anímicamente, en gran parte es gracias a esta práctica», cuenta. También se ha tatuado la palabra 'oraina' ('presente' en euskera), «porque el futuro no existe»; y el término 'ser', para no olvidarse de que «lo único importante en esta vida es cultivar lo que somos y a partir de ahí dar amor».

Ainhoa Gó́rriz

Dos operaciones

La lesión no solo afectó a la movilidad de sus piernas, Ander también sufrió daños en sus manos. «Los dedos de la derecha apenas puedo moverlos y los de la izquierda están algo mejor, pero si intento cerrar el puño, mi dedo índice se queda 'p'allá', parezco un pistolero», bromea. De ahí que pueda hacer casi todo solo, salvo cocinar. Para mejorar su calidad de vida, este año se someterá a una nueva operación, una transposición tendinosa en la mano derecha para «recuperar la movilidad de los dedos, no como antes, pero sí lo suficiente como para agarrar cualquier objeto». También planea entrar a quirófano para que le infiltren bótox en la vejiga para «no tener pérdidas de orina».

Ainhoa Gó́rriz

«Me gustaría ser aita en un futuro»

Ander se concentra cada día en vivir el presente para afrontar lo que venga con mayor serenidad y sabiduría. «La felicidad es darte cuenta de que la vida al final es como un juego, cuanto menos a pecho te tomes lo que te pasa y las circunstancias externas a ti, serás mucho más feliz». Él se esfuerza por vivir aquí y ahora, pero sin apartar de su mente aquellos proyectos que le ilusionan, como por ejemplo escribir un libro: «Me gustaría transmitir cómo era yo antes, cómo mi mente me castigaba hasta el punto de tener el ánimo por los suelos; y cómo soy después del accidente, con esta situación física, pero con las ganas que tengo de afrontar la vida. Me quiero muchísimo más ahora y valoro todo muchísimo más». En un futuro también le gustaría ser padre: «En el Hospital de Parapléjicos de Toledo me dijeron que sí podía ser aita. Estaría genial tener dos, la parejita y que se saquen dos años, eso sería lo perfecto, pero lo que venga será bienvenido». «¿Cómo te ves en diez años?». «Igual que ahora, pero mucho más fuerte física y mentalmente. Me imagino viviendo con mi pareja en una casita en un lugar súper tranquilo, donde al cerrar los ojos no escuche más que naturaleza. Seguir haciendo deporte, compartiendo momentos con mis amigos, mi familia... no necesito más para ser feliz».

En Bizkaia Dmoda hemos compartido un día con Ander Arteagabeitia, lo puedes ver en este vídeo. Gracias Ander, por tu tiempo y tu ejemplo.

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