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Marta, la sastre de los perros más elegantes de Bilbao: «Les tomo las medidas… ¡y hay premio!»
Esta diseñadora bilbaína confecciona desde abrigos impermeables hasta jerseys con estampado de leopardo. «Lo más importante es que estén abrigados y cómodos»
Marta Larraz viste a los perros más elegantes de Bilbao. De su tienda-taller, Baiu, salen los atuendos más estilosos del parque: desde el ... chubasquero reversible en tejido vaquero impermeable que luce Paty hasta el arnés tipo chaleco con estampado de leopardo que lleva Eda, una caniche muy 'chic'. No hay creación que se le resista a esta patronista, que cambió la confección de vestidos de novia por los diseños únicos que hace «con todo el cariño» en su sastrería canina. «Los nombres de los dueños me cuestan más, pero el de los perretes me lo aprendo rápido. Algunos vienen más temerosos, porque piensan que entran a la peluquería o al veterinario, pero otros se prestan enseguida a que les tome las medidas. Saben que después hay premio», cuenta mientras muestra unos tarros de cristal con dados de pulmón y cecina. «Snacks naturales, claro, como los que le doy a Trapero, mi perro».
Marta estudió Diseño y Patronaje y comenzó su carrera en una firma de moda infantil antes de mudarse a Madrid, donde trabajó con varias marcas de vestidos de novia y de fiesta. Su vida dio un giro cuando su perro, Takitxu, enfermó del páncreas. «Era un teckel de pelo duro, muy largo y estrechito; siempre tenía frío y no había abrigos que le quedasen bien», recuerda. Con el retal de un abrigo que se había hecho para ella, decidió probar y le confeccionó una chaqueta. Takitxu se convirtió en la sensación del parque. «Gustó tanto a otros dueños que empezaron a pedirme encargos», cuenta. Así nació su línea para perros, que comenzó a vender en distintos 'pop ups' de Madrid.
En 2017 Marta regresó a Bilbao y pensó en abrir, junto a su padre, una tienda de antigüedades y arte. Pero tras la muerte de Takitxu, a los once años, llegó Trapero y volvió a «sentir el gusanillo» de diseñar y coser ropa para perros. «Le adopté en mayo de 2020, con año y medio, pero había pasado casi todo ese tiempo atado. Arrastra muchos traumas: no le gusta relacionarse con otros perros ni que lo cepillen o peinen…». Con él, Marta retomó la sastrería canina. «Le hice un impermeable, pero no le gustó nada. Es mi peor cliente», bromea.
El 17 de octubre de 2022, inauguró Baiu, en el número 13 de la calle Fernández del Campo, dentro de la galería. Sus diseños siguen una premisa: «Ante todo, comodidad». Igual que hacía con los vestidos de novia, primero realiza una toile, una prueba con tela en la que marca y ajusta mangas, cuello y el resto del patrón antes de cortar el tejido definitivo. Además, completa una ficha personalizada con el nombre y las medidas de cada perro -pecho, cintura, espalda y patas- para que cada pieza siente como un guante. «Les tomo las medidas con calma, les hablo, les acaricio… para que se relajen. Curiosamente, con los más bravucones es con los que mejor me llevo. Les hablo y enseguida se calman», cuenta.
Marta escucha las ideas de los dueños y las convierte en la prenda perfecta para su perro. «Si conservan un abrigo o un jersey al que tenían mucho cariño pero que ya no usan, puedo transformarlo en una pieza para su perro. Y si quieren una chaqueta con estampado de lunares, hago todo lo posible por encontrar la tela perfecta», explica. Le gusta pasar tiempo con los perros en el parque, observar cómo se mueven, cómo interactúan con sus dueños y descubrir lo que realmente necesitan. «Coser para ellos me da mucha más satisfacción que coser para sí misma», asegura.
Diseños para eventos
Tampoco se le resisten los modelitos más elegantes para eventos especiales. «Ahora estoy haciendo dos arneses tipo chaleco para dos perros que van a llevar los anillos en una boda. Son muy sencillitos, llevan unos lacitos y una pajarita», cuenta. Marta tarda normalmente un día entero en confeccionar cada diseño, que suele entregar en menos de dos semanas. Pese a ser un proceso completamente artesanal, los abrigos y chubasqueros reversibles cuestan desde 79 euros, los arneses desde 35, y los jerseys, camisetas y collares acolchados desde 30.
Marta, que este viernes celebra su tercer aniversario, ha arrancado la temporada con muchos pedidos y clientes esperando para convertirse en auténticos gentleman caninos. «Mi ilusión es contar en el futuro con alguien que me ayude con la confección, porque estoy sola y hay días que no doy abasto», confiesa. Algunos sábados, cuando el trabajo se acumula, le hace compañía Trapero. Aunque no viste sus diseños, conoce bien lo que se lleva en el parque. «Me lo traigo aquí para que no esté solo. Para mí, Trapero es el número uno. Abro cada día a las once para darle un buen paseo antes de empezar a trabajar. Me encanta crear para que otros perros vayan cómodos y guapos, pero él también se merece lo mejor».
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