Así es Carlos Uraga, exitoso emprendedor bilbaíno y pareja de la actriz Nona Sobo ('Entrevías')
Este getxotarra es fundador de Nantek, una empresa de enorme proyección que convierte residuos plásticos en combustible y otros productos
Su padre fue la primera persona que le avaló cuando pidió un crédito para montar su primera empresa. Por aquel entonces, Carlos tenía 25 años, muchas ideas y ganas de comerse el mundo. «Si no pagas le trincan la casa», le espetó alguien sin demasiada mano izquierda. Una frase con doble filo que resultó ser factor determinante para que le cambiara el chip. «Mi padre confiaba en mí, así que comencé a trabajar 28 horas día para sacar mi proyecto adelante. Aprendí que con esfuerzo y trabajo se pueden hacer grandes cosas», recuerda aquel joven emprendedor que, a década pasada, puede presumir de haberse convertido en un respetado empresario.

Aquella casa que siempre estuvo a salvo de las garras del banco gracias a su perseverancia estaba en Algorta, su rincón familiar, el lugar donde creció y forjó su particular mundo interior. Carlos Uraga fue un niño revoltoso de gustos selectivos que pronto detectó en las matemáticas y la física mundos atractivos donde poder explorar. Y muchas veces por cuenta propia, ya que aquello de hincar codos nunca fue su fuerte. «Solo sacaba buenas notas en lo que me gustaba». A aquel crío que montaba y desmontaba motores de motos y coches con cierta destreza le sobraban aptitudes y le faltaba confianza, hasta el punto de dudar en estudiar una carrera. De nuevo, en este puzzle entra en juego la figura paterna como pieza fundamental. «Me dijo que si no conseguía acabar los estudios le tendría que devolver todo el dinero que había invertido en mí. De lo contrario, me lo perdonaba». Un inocente anzuelo que le sirvió para sacarse una Ingeniería Industrial en la Universidad de Mondragón y comenzar a despegar en dirección al éxito.

«Yo nunca tendré jefe»
Carlos siempre supo que nunca podría exprimir al 100 % su potencial si no volaba por su cuenta. «Yo nunca tendré jefe», solía decir a su madre cuando no levantaba más de dos palmos del suelo, y lo cumplió con creces. Su ambición le llevó a emprender prácticamente desde el inicio de su vida laboral, no exenta de altibajos. Reconoce haberse arruinado dos veces, pero haberse levantado otras tres. «Confío mucho en mí mismo y en mi capacidad de esfuerzo. Creo que siempre se puede levantar cabeza. No me da miedo jugármela todo al rojo». Y sin miedo se buscó la vida para conseguir una beca y marcharse a Inglaterra al terminar la carrera. Un año allí le sirvió para volver con un impecable nivel de inglés y conocimientos sobre Nuevas Tecnologías y Energías renovables que aprendió en la empresa donde le contrataron y ascendieron. Un bagaje que intentó aplicar a su propia empresa en su vuelta a España, hasta que el impuesto al sol del Gobierno le cortó las alas.
Ha sido comercial y empleado de Hollister en tiempos de vacas flacas, ha montado una empresa de nuevos materiales y una academia de inglés que ahora tiene varios franquiciados. En 2014 fundó Erle Robotics y dos años más tarde Acutronic Robotics, empresas de robótica que fueron financiadas por el gobierno norteamericano a través de DARPA y, posteriormente, invertidas por el gigante SONY. En 2019, fundó Nantek, su niña mimada, su mayor reto hasta ahora, una empresa con enorme proyección a la que dedica hoy el 100 % de sus esfuerzos junto a Mikel Azcona, su director técnico. En apenas tres años, Nantek ha conseguido hacerse un hueco en un mercado tan dinámico y pujante como el del reciclado de plásticos, convirtiendo todos los residuos que actualmente se están enviando a vertederos en un producto de segunda vida.

Gracias a ello, Carlos Uraga se ha posicionado como uno de los 100 españoles más creativos en los negocios según Forbes, ha ganado el premio Emprendedor XXI de Caixabank, el de Emprendedor del Sabadell, el de CITAEmprende de Donosti o el de Sostenibilidad de La Razón, entre otros. «Quiero hacer de Nantek una empresa muy grande. Sé lo lejos que puede llegar. Voy a hacerlo, voy a ejecutarlo aportando las ideas que tengo», asegura.
«Lo importante son las personas»
Este ingeniero «muy ingeniero» ha vivido etapas en Inglaterra y Alemania y su espíritu viajero le ha llevado a recorrer «más de 30 países» por negocios y placer. Recuerda sus dos meses descubriendo Cuba con mochila al hombro, su escapada a Sri Lanka entre animales salvajes de todo pelaje y condición o su viaje por trabajo a Japón, donde se quedó unos días más para conocer el país a fondo. «Tienen una cultura de máximo respeto que deberíamos adoptar aquí», puntualiza. Sin embargo, Bizkaia sigue siendo su refugio, el lugar donde vuelve a menudo para tomar aire, coger la moto y lanzarse al mar. «Es mi ritual. No puedo vivir sin ello», reconoce.

Ahora reparte su tiempo entre el norte y Madrid, donde comparte su vida desde el año pasado con la actriz Nona Sobo. Se conocieron en una cena con amigos en común y el tiempo fue consolidando su relación. Comenzaron a salir como una pareja cualquiera hasta que Nona saltó a la fama casi de un día para otro. «De repente nos reconocen por la calle, nos salen paparazzis, la gente te pide fotos y te hacen vídeos. Solo ha cambiado eso, no es ningún drama, somos gente muy normal», reconoce.

Nona Sobo es su nombre artístico, Mariona Soley Bosch es el real e 'Irene' es el personaje que interpreta en 'Entrevías', la serie de Telecinco en la que trabaja junto a José Coronado y que le ha dado el empujón definitivo hacia el éxito. Su talento ha conquistado al público y su sonora incursión en la pequeña pantalla ha hecho que muchos vean en esta joven a una prometedora estrella de la interpretación. Dotes no le faltan y actitud tampoco. «Es una persona maravillosa. Se esfuerza muchísimo y es muy trabajadora», advierte Uraga. «Divertida, natural y salsera», juntos suelen compartir visionados de los capítulos en compañía del equipo de la serie. «Le apoyo e intento impulsar todo lo que puedo», reconoce.
Para Carlos, «lo importante en la vida son las personas y la huella que dejas en ellas». Otro de sus pilares es su hermana Ane, «la lista de la familia», una mente brillante que se está sacando dos carreras a la vez y en la que vislumbra una pieza clave en el porvenir de su negocio. «Ane ya forma parte del holding que agrupa a todas mis empresas. A futuro, podría ser ella quien dirija todo lo que hoy estoy creado o, al menos, ser mi mano derecha. Siempre partiendo de la meritocracia y teniendo en cuenta su deseo personal, pero es muy buena y siempre tendrá la puerta abierta».

Visto lo visto y tirando de refranero popular, algo de lo que suelen echar mano en la familia Uraga, parece que «de casta le viene al galgo». Un legado heredado de su padre, esa pieza invisible sobre la que siempre acaba pivotando esta historia. Don José Luis Uraga, el hombre que empezó con 22 años vendiendo seguros puerta por puerta y se jubiló siendo directivo de Seguros Bilbao. Un profeta en su tierra, una persona querida por todos, «con un aura que nunca dejaba indiferente a nadie». Se fue hace dos años, dejando un incalculable poso en todos los que le rodearon. «Fue la persona que siempre me ha empujado, me ha apoyado y me ha llevado por el buen camino. Él fue el responsable de todo este jaleo». Y bendito jaleo aquel de poner sus conocimientos al servicio de la sociedad, «aportando tecnologías para que la gente viva mejor». Con perseverancia, corazón y valentía, como hace en el deporte, «como cuando me rompí la cabeza con la tabla de snow y me volví a levantar». Por algo su padre le llamaba el «aventado». Por algo siempre estuvo ahí para protegerle en la caída.
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