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Carla Royo-Villanova ha decidido tirar la toalla. La aristócrata bilbaína ha sido doblemente afectada por una demoledora pandemia que no entiende títulos ni clases sociales. La esposa del príncipe Kubrat de Bulgaria se contagió de Covid el pasado mes de febrero, algo que mermó sus fuerzas y su estado de ánimo hasta casi dos meses después, tal y como ha reconocido recientemente en una entrevista concedida al periódico La Razón. A ello se sumó la crisis económica y el azote que han sufrido muchos autónomos y empresarios que, como ella, han visto impotentes cómo sus negocios se iban a pique, hasta tal punto que ha decidido poner punto y final a la línea cosmética que había mantenido a flote durante los últimos 12 años.
'Carla Bulgaria Roses Beauty' nació de su fascinación por la cosmética natural que elaboraban en el país natal de su marido con el agua de rosas de sus valles. Después de casi un lustro de investigación, en 2008, y tras hipotecar su casa familiar, consiguió sacar a la luz su proyecto más personal. Hace justo un año hablábamos en Bizkaia Dmoda del éxito de su firma y de las bondades de la rosa adamascena de la que la princesa de Panagyrishte había quedado inevitablemente prendada. Tan solo 12 meses después, anunciamos que el próximo 31 de diciembre cerrará su negocio para siempre, después de una época catastrófica en la que sus fuerzas se han visto mermadas. «He agotado mi pulmón económico y mi corazón físico», asegura en sus redes sociales, donde ha compartido fragmentos de su «entrevista de desinauguración».
«Estoy cansada de pasarme el día pensando cómo quitar palos de las ruedas. A finales de febrero me contagié de Covid y perdí mucha fuerza. Estuve hasta abril muy baja de ánimo, pero al recuperarme lo vi todo de otra manera, con más paz y sosiego. Me replanteé muchas cosas y comprendí que si la empresa no iba bien no podía seguir forzando la máquina, arriesgando mi salud y el ánimo de mi propia familia». Consciente de sus esfuerzos durante este largo recorrido, donde siempre ha lamentado el escaso apoyo del Gobierno a los autónomos, se queda «con la tranquilidad de haberlo intentado». «Llevo casi trece años luchando, conseguí un nombre a golpe de hacer las cosas bien y ofreciendo calidad. He pagado toda la hipoteca y dado trabajo a mucha gente, pero hay que saber decir «hasta aquí hemos llegado»», asume.
Carla concluye su emotiva despedida empresarial aludiendo a la palabra «derrota», algo que dice «afrontar con la misma valentía con la que afrontó el reto de lanzar completamente sola una línea cosmética». Pero ahí estuvo la empresaria Fiona Ferrer, una de sus incondicionales, para corregirle e infundirle los ánimos que necesita en este difícil trance. «Carla, cerrar una empresa es el comienzo de abrir nuevos proyectos. Todos los grandes empresarios y emprendedores cierran y abren empresas. Es parte del proceso. Caerse y levantarse. No has fracasado en absoluto. Fracasado es quien no intenta las cosas y quien opta por la cosa fácil. Eres una gran empresaria, persona y amiga y cada día me acuerdo de ti porque en mi mesa del salón está la bandeja de plata que me regalasteis en mi boda. Con la firma de los dos y toda la buena energía que siempre transmitís. Recupérate. Ponte fuerte y este 2021 empieza una nueva etapa. Mil y mil besos de corazón. El mundo es de los valientes y tú lo eres».
Pero parece que las desgracias nunca vienen solas y el pasado 28 de noviembre tuvo que afrontar su último varapalo: la muerte de su abuela, Carmen Orueta Arrese, ilustre bilbaína y dueña de la histórica Pastelería Arrese. 'Babala', como así le llamaban cariñosamente sus allegados, falleció por causas naturales a los 93 años de edad, dejando para la historia un legado de esfuerzo con el que convirtió su negocio en uno de los pilares del comercio bilbaíno. Vasca hasta la médula, tenaz y emprendedora, siempre fue el espejo donde las sucesivas generaciones de su familia han podido mirarse. Aunque sean horas bajas para Carla, intentará no parar la maquinaria, tal y como hizo su abuela hace décadas, sacando fuerzas de flaqueza para mantener su empresa a flote. Por eso, aunque a partir de 2021 ya no venda sus productos, asegura que seguirá habiendo novedades sobre sus viajes y experiencias gastronómicas en su blog y en su página web. «Eso sí, aprovechad para hacer acopio de vuestras cremas favoritas», advierte, antes de que sus características rosas se marchiten para siempre.
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