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Karri Bilbao
Viernes, 2 de mayo 2025, 12:15
Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.
Nos citamos en la Ramona Maite, Ane y yo, un bar pequeño y con mucho encanto en pleno centro de Bilbao. Resumimos la semana en ... media hora y se nos ve en la cara que tenemos ganas de desconectar, disfrutar y bailar. No hemos trazado un itinerario previo y ni falta que hace, porque en la zona de Abando todo está a un paso y es posible cambiar de ambiente moviéndote escasos metros. Nos entra el hambre y decidimos continuar ronda por Diputación. En El Globo y La Viña pedimos su especialidad: gratinado de txangurro y bocadillito de jamón junto a los zuritos y, por estar algo más tranquilas, terminamos en una mesa alta con unos torreznos recién hechos en Beher, listas para emprender rumbo a los pubs y la música a otra parte.
Ane propone un karaoke que Maite y yo rechazamos con cara de espanto porque nos parece viejuno y fuera de lugar. Aún así, no sé cómo, acabamos allí, en el Car's… De fondo Perales con 'Y quién es él' y grupos de cuadrillas por doquier… En fin, o nos adaptamos como camaleones o salimos de allí pitando, pero el inicio de la noche no puede decaer. Así que nos ponemos a la cola y optamos por una del Dúo Pimpinela, ya puestas, si hay que estar se está… Micrófono en mano y ciento bailando. La cuadrilla de al lado la integran vascos de pura cepa y timidez enfermiza cuando se trata de entablar conversación con una chica. Pero en los karaokes algunos se vienen arriba e incluso les da por arrancar y preguntar un hola qué tal.
Todo es arrancar porque a uno que se suelta vienen todos detrás. Resulta que son antiguos compañeros de universidad que se han reunido tras años sin coincidir. Algunos viven fuera de Euskadi y, según nos cuentan, uno debe ser una eminencia en su especialidad. Son médicos con años de veteranía y no lo ponemos en duda, la edad les delata. Difícil disimular. Entre acordes de Nino Bravo, Miguel Bosé, Sabina y pases de micrófono de mano en mano, parecemos amigos de toda la vida. Todos ellos casados, surge en la conversación a la par que contamos que las tres estamos divorciadas. Tras casi dos horas de karaoke decidimos que ya va siendo hora de regresar a otra realidad. Así que nos despedimos y les deseamos una feliz noche y encantadas de conocerlos.
Por acentuar el contraste y regresar a marchas aceleradas a un lugar más acorde, vamos al Azkena y su música siempre buena. Reponemos bote para pedir un kalimotxo y dos botellines de cerveza. El pub está a tope y, apenas pasan veinte minutos reaparecen los médicos que, como ya nos conocemos como de toda la vida, se sitúan para bailar a nuestra vera con naturalidad. No es fácil escuchar con nitidez, pero el que parece ser una eminencia me dice que se está divorciando. Y digo, vaya, pues mucho ánimo. Voy al servicio con Ane y comentamos la coincidencia; también Jon, el médico que hablaba con ella, se está divorciando… Conclusión: la tasa de casados felizmente por metro cuadrado a ciertas horas de la noche muta velozmente a potenciales divorciados. La noche es lo que tiene…
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