«Ay, Javi»: esto es lo que ocurre cuando te reencuentras con el amor platónico de la infancia
«Me encanta volver a verte», decimos al unísono. Apenas sale de casa desde que se divorció, pero un tributo de Dire Straits ha sido excusa suficiente para animarse...
Karri Bilbao
Viernes, 30 de mayo 2025, 00:41
Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.
En el regreso a la soltería tras años de convivencia en pareja hay todo un territorio por explorar o reconquistar, según se mire. Y es que, de alguna manera, crees tras divorciarte que los bares y pubs seguirán en su sitio como los recuerdas, pero nada más lejos de la realidad, porque solo las calles permanecen en su lugar. Por eso, sobre todo al principio de estrenar estado civil, te sientes turista en tu propia ciudad y miras con asombro el entorno con una sensación diametralmente opuesta a cuando se sale emparejada. Es como si te cambiaran las gafas de presbicia por otras de realidad virtual y entraras en otra dimensión hasta entonces desconocida. Con esta reflexión salgo de casa, apresurada. Un último toque en el espejo del ascensor… Mejor no haberme mirado, ¡qué poco favorecedores son!
Hoy nos citamos cuatro de la cuadrilla en el Kafe Antzoki para asistir a un tributo de Dire Straits que recomienda una conocida de Maite, veterana en esto de arrojar luz para disfrutar de la tarde y noche bilbaína. Proliferan los grupos que tocan con mayor o menor acierto canciones que marcaron nuestra generación. Todo lo que se ofrece a los hijos del 'baby boom' tiene negocio. Solo hay que vernos a los nostálgicos de los 80 y 90; completamos aforo y las entradas anticipadas se agotan con semanas de antelación. Mostramos el código QR a la entrada y los acordes nos devuelven a aquellos maravillosos años de hombreras, pelo cardado y polvos terracota. Romeo and Juliet suena mientras pedimos ronda de botellines y brindamos por una noche que promete.
Conocemos todo el repertorio y no sé si será por eso o porque allá donde miremos la edad media es similar a la nuestra, pero nos sentimos como peces en el agua bailando y tarareando estribillos de 'Brothers in Arms' y 'Sultans of Swing'. Ane regresa con pelo encrespado tras salir a fumar y, según nos cuenta, parece que una máquina en el tiempo nos ha trasladado al Bilbao de los 90 porque el sirimiri ha hecho acto de presencia para envolver con su halo característico a la ciudad. Y en esas que se nos arriman tres a la velocidad del tiburón que no habíamos avistado al entrar. No hay segunda oportunidad para la primera impresión y las miradas entre nosotras delatan que no tienen mucho que hacer. Pero ahí siguen, silenciosos y al acecho… Por escurrirnos, decidimos movernos hacia la otra barra y es entonces cuando un desconocido me hace un gesto mientras se acerca:
– Aupa, Karri, dice con una sonrisa abierta de par en par.
– ¿De qué me suenas?, pregunto ante su más que aparente decepción.
Caigo en la cuenta de que es Javi, vecino de cuando éramos críos, hermano mayor de Marta y amor platónico desde la infancia. Me encanta volver a verte, decimos al unísono. Apenas sale de casa desde que se divorció, pero Dire Straits ha sido excusa suficiente para salir. Digo que la semana próxima hay un tributo en Bilborock y que iré con mi cuadrilla. Quizá se anime… Nos despedimos con cierto desconcierto. Ya sé qué plan propondré a la cuadrilla para el próximo sábado…