«Javi se decepciona por mi agenda apretada para Aste Nagusia y cree que estamos en puntos diferentes...»
Siento que él quiere más compromiso y yo necesito poner límites para seguir siendo yo misma
Karri Bilbao
Viernes, 15 de agosto 2025, 00:50
Mañana arranca Aste Nagusia y nos daremos cita a las nueve en la txosna de Abando Lidia, Nahia, Izaskun y Ane para dar la bienvenida ... a las fiestas y reencontrarnos después de las vacaciones. Víspera de la quincena sin apenas hablar con las amigas de la cuadrilla, esta tarde quedaré a solas con Ane para ponernos al día de las idas y venidas y conversar en profundidad sobre cómo nos va la vida. Le contaré que ayer quedé con Javi, que volvía de Cádiz tras pasar con sus hijos los días que le correspondían en la custodia compartida. Aparentemente feliz de verme, la tarde fue derivando poco a poco en un listado de reproches por no haber estado presente, incluso en la distancia, tanto como él hubiera querido.
Me ha echado de menos y lo ha escrito a diario en mensajes para desearme un día bonito con una canción y fotos de puestas de sol junto con algún audio y llamadas cada tres o cuatro días. De vacaciones con mis hijos entre Fuerteventura y una escapada breve a Barcelona, he recibido sus muestras de cariño como un efecto balsámico y agradable allá donde me encontraba. Acostumbrada a sus palabras y muestras de afecto el tiempo que hemos permanecido sin vernos, ha resultado incómodo y me ha sorprendido su reacción minutos después de saludarnos. Por su mirada he intuido que estaba molesto y nos hemos besado sin mucho entusiasmo, como si nos hubiéramos visto anteayer y no hace casi dos semanas. Nos hemos intercambiado regalos y agradecido el detalle; para él una camiseta y un queso artesanal de la isla canaria y para mí un bolso de verano y unas chancletas a juego de color caqui.
Caminamos hacia El Arenal para ver cómo ultiman el montaje de las txosnas, los escenarios y las zonas que acogerán muchos de los actos programados. Bilbao ya calienta motores para recibir a Marijaia y, en las caras de quienes nos cruzamos, se perciben las ganas de disfrutar a escasas horas del txupinazo. Le cuento que el sábado quedaré con la cuadrilla y que la mayor parte de los días los tengo comprometidos entre compañeros de trabajo, otras cuadrillas y una amiga que vendrá desde Sevilla a quedarse un par de noches en casa. Después, le propongo ir juntos al musical Mamma Mia, que seguirá en cartel hasta septiembre en El Arriaga, alguna tarde que acordemos. Responde que le gustaría, sí, pero que con mi agenda tan apretada se pondrá a la cola, a la espera de cita… Me disgusta el tono con el que expresa su más que evidente decepción por no pasar más tiempo juntos durante la Semana Grande.
Silencios incómodos nos acompañan de regreso hacia Gran Vía, abriendo un abismo entre los dos. La tensión flota en el aire y, al preguntarle qué sucede, confiesa que siente que estamos en puntos muy distantes: él con toda la carne en el asador y yo, a la espera, dejándome querer y poniendo límites para vivir una relación plena. Le pido disculpas porque, de veras, siento que no lo está pasando bien, que ha esperado algo de mí que no le estoy dando. Me entristece no poder corresponderle como él quisiera, al menos en este preciso instante, cuando me siento incapaz de contradecir su afirmación tan rotunda. Al llegar al portal de mi casa le pregunto si quiere subir y seguir hablándolo; responde que mañana madruga y que mejor otro día. Nos despedimos con un beso frío y una caricia en el brazo.
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