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Karri Bilbao
Viernes, 23 de mayo 2025, 00:39
Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.
Es viernes y quedo con la cuadrilla por la calle Villarías, en el Kubrick. Nos han invitado a una fiesta con música de los ochenta y la indicación de acudir con la vestimenta propia de la década. Ane e Izaskun se han cardado el pelo y puesto unos vaqueros con el corte de la época. Maite y yo nos hemos vestido con hombreras tamaño XXL y un jersey colorido que conjunta con una minifalda de vuelo y unos calientapiernas. Nos reímos solo de vernos. La noche promete diversión y con ese ánimo entramos a la parte trasera del local, denominada sala del Resplandor, y reservada para los más de cincuenta que estaremos.
En un primer vistazo, apenas conocemos a una decena de los asistentes y el ambiente augura diversión hasta las tantas. Devuélveme a mi chica, de Hombres G, caldea los ánimos y las ganas de bailar apenas pasados diez minutos. Envueltos en una sonrisa inmensa, coreamos al unísono el estribillo todos los presentes. Radio Futura y su Escuela de calor, Alaska y Dinarama y Cómo pudiste hacerme esto a mí, Madonna y Like a virgin nos recuerdan los mejores tiempos de nuestra adolescencia.
No me había dado cuenta hasta ahora, pero en la fiesta privada está Andoni con un par de chicos que no me suenan de vista. Les comento a mis amigas que allí está, a escasos metros de distancia y sin habernos cruzado palabra desde hace varias semanas, tras el encuentro en su casa. Viste con una chamarra bomber y un pantalón suelto con la camiseta por dentro. No sé si será porque la ropa no le favorece o porque se me ha caído del pedestal de un día para otro, pero me sorprende que no me haya provocado alegría verle. No he sentido un vuelco en el corazón, mariposas en el estómago, ni nada que se le parezca. Pienso esto a la par que se acerca a saludarme con dos besos acompañados de un «no esperaba verte». Será porque he sido consciente de pronto que ha ocupado demasiado espacio en mi cabeza y que, mirado con perspectiva, su actitud inicial, silencios prolongados y que aparezca y desaparezca cuando le viene en gana me ha dolido más de lo que pensaba… Pero hoy le miro y no encuentro aquello que me hizo vibrar en nuestro primer beso y en los días y semanas posteriores, cuando le atribuí cualidades que hoy no percibo ni en sus palabras ni en sus gestos. De repente, siento que he perdido tiempo y energía dándole un espacio en mi cabeza desproporcionado.
Pienso que, en una relación, si no todo el rato, sí la mayoría del tiempo, hay uno que ama y otro es el amado, uno que tira del carro y otro que se deja llevar. En nuestro caso, Andoni se ha dejado querer, ha medido los tiempos a su antojo y ha llevado las riendas dando por hecho que yo iba a continuar donde me dejaba según el momento. Y hoy, entre melodías de A-ha, Pretenders, Cindy Lauper y Mecano, lo veo claro como el agua cristalina. Es liberador sentirme así.
En realidad, me gustaba la idea de reconciliarme con el amor. Andoni llegó en el momento justo y en el lugar adecuado, cuando estuve preparada para soltar amarras con el pasado y darme la oportunidad de amar de nuevo. Sin embargo, no será con Andoni. Le despido con dos besos y un nos veremos sin dobles intenciones. Es evidente por su mirada que le sorprende mi cambio de proceder…
Vuelvo a la compañía de mi cuadrilla, a bailar canciones que nos reconcilian con la alegría de vivir y con la mejor versión de nuestras vidas. Queda por delante un futuro lleno de oportunidades para ser felices de múltiples maneras. Hoy, junto a mis amigas, no necesito más.
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