«Granizada, sexo con Javi a ritmo de Queen y un 'te quiero' final»
Una cita en Plentzia con comida, música y reencuentro incluido acaba con una declaración de amor inesperada
Karri Bilbao
Viernes, 4 de julio 2025, 01:08
El calor es sofocante a pesar de que hemos reservado mesa en el restaurante Bahía, situado junto a la ría de Plentzia y con unas ... vistas preciosas desde sus tres terrazas. Javi me susurra al entrar que da gracias al azar por habernos reencontrado en el concierto tributo de Dire Straits en el Kafe Antzokia, hace un par de semanas. Amor platónico de infancia, hermano de mi vecina y amiga Marta, hoy estamos ambos aquí, disfrutando de un sábado de verano y hablando de amor. Porque sí, le confieso que de niña suspiraba por él. Sin embargo, Javi reconoce que me veía pequeña y, para qué ocultarlo, con absoluta indiferencia. Nos perdimos de vista durante décadas y el destino ha vuelto a juntarnos siendo adultos entre acordes de 'Brothers in arms' y 'Romeo and Juliet'. Cada uno con su propia historia sin saber nada del otro, mirándonos hoy a los ojos con otra mirada, bien distinta…
Compartimos pimientos verdes y ensalada de tomate como entrantes. Txipirones a la plancha para ambos de plato principal y tarta de queso horneada de postre. La comida ha estado deliciosa. Llega la cuenta y se empeña en abonarla él. No insisto con la condición de que pagaré la próxima. Salimos satisfechos y paseamos a orillas de la ría con intención de coger el metro en una hora y continuar la tarde por Algorta, antes de que la tormenta anunciada haga acto de presencia. Pasear con él es tan agradable como la conversación mantenida al inicio del día. Conocernos desde siempre resulta ventajoso porque no es necesario hacer recuento de historias familiares ni descripción de lugares que nos doten de contexto. La confianza es innata y ataja el camino hacia el conocimiento mutuo.
De regreso a Algorta en el metro, nos sentamos al lado con las manos entrelazadas. Llegamos a la parada y pregunta si me apetece ir a su casa, a escasos metros del centro. Acepto sin titubeos y llegamos a su portal. Vive aquí desde que se casó y ha comprado a su exmujer la parte proporcional de la vivienda que considera su hogar. Alterna semanas de custodia compartida con sus hijos adolescentes en un apartamento amplio con vistas parciales al mar. Almacena toda una vida familiar en un espacio en el que le cuesta vivir en soledad dos semanas al mes. Convencido de que el mejor estado de felicidad en un hombre se vive en pareja, me ofrece algo de beber al tiempo que me acaricia la mejilla y ordena un mechón de pelo que cuelga desobediente.
Vuelve con las bebidas que posa en la mesa baja y elige Queen como música de fondo. Elección más que perfecta para un primer beso en su casa que se alarga hasta llegar a una de sus canciones favoritas: 'Bohemian Rhapsody'. La tormenta eléctrica se avecina, ya escuchamos los truenos. Lluvia intensa apenas nos permite escuchar a Freddie Mercury. Sin mediar palabra, me guía hacia su dormitorio y nos desnudamos escuchando un 'I want to break free' amortiguado por el granizo que repiquetea en los cristales y las baldosas de la terraza. 'Don´t stop me now' se intuye mientras me penetra y escampa dando paso a un sol radiante que cuela sus rayos por las rendijas del estor echado.
En media hora anochecerá, pero no tenemos prisa por marchar a ningún lado. La cama se convierte en confesionario improvisado y Javi me sorprende con un «Te quiero» inesperado…
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