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Karri Bilbao
Viernes, 11 de abril 2025, 01:11
Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.
Por fin es viernes y quedamos a las nueve en el Basque Ane, Maite, Izaskun y yo. La semana ha sido intensa y decidimos dejarnos ... llevar, sin un itinerario prefijado. Cuadrillas con ganas de disfrutar abarrotamos tanto el interior como el exterior del pub y, una vez estamos todas, repetimos ronda antes de decidir hacia dónde continuar. En el resumen de la semana, Maite nos pone al tanto que coincidió con Julen el miércoles por Gran Vía, un ex de quien nada había vuelto a saber desde que lo dejaron. En realidad, ella nunca llegó a considerarle pareja en el término más convencional de la palabra, aunque ya no exista consenso sobre cuál es la mejor definición. El caso es que él ya daba indicios sobre el deseo de formalizar la relación con ella cuando llevaban una semana conociéndose; invitándola a sumarse a un concierto con su cuadrilla y al cumpleaños sorpresa de un hermano transcurrida la quincena. Ambas propuestas unidas a dos o tres mensajes diarios con canciones y vídeos de YouTube preguntando qué tal y llamadas nocturnas pasadas las diez.
Maite salía de un divorcio reciente tras casi veinte años de matrimonio y dos hijos adolescentes, y Julen le reconciliaba con el amor, o eso quiso pensar ella, hasta que la realidad se impuso seis meses después de sumar escapadas y citas esporádicas más o menos románticas con dos preguntas sencillas que le formuló Ane, pero que tambaleaban los cimientos y ponían en cuestión sentimientos e intenciones de cara a un futuro junto a él. «¿Estás enamorada de Julen?» Maite respondió que no. «¿Crees que podrías estarlo con el tiempo?» La respuesta fue de nuevo un no, sin titubeos. Sin necesidad de terceras preguntas, Maite fue consciente de que no estaba siendo sincera con Julen y que jugaba a dejarse querer sin medir las consecuencias. Al día siguiente y, tras un premonitorio «tenemos que hablar», se citaron en el Iruña y en una conversación con halagos mutuos junto a la decepción de Julen por la ruptura inesperada, acordaron seguir siendo amigos. Lo cierto es que sucedió lo predecible en numerosas ocasiones; no intercambiaron mensajes ni llamadas y el ex quedó en recuerdo, agradable o dañino según la perspectiva de cada cual. Pero sin duda les sirvió a los dos para constatar que aspiraban a cosas distintas y que, si una relación no se construye en paralelo, la base quiebra por principios.
La situación nos lleva a reflexionar sobre si es posible mantener la amistad con un ex. Izaskun opina que sí y que, de hecho, mejora la relación si va acompañada de sexo, que ella lo practica con dos que no llegaron a ser novios, sino algo parecido a un follamigo. Pero eso no es lo mismo, discrepo… Ane expone que lo ideal es que el ex se convierta en un amigovio; no exige tanto compromiso como el noviazgo sino pasarlo bien con alguien de vez en cuando. Por experiencia propia, Maite relata que donde hubo sexo con amor en al menos una de las partes, ser amigos es una quimera porque, sobre todo si la herida de la ruptura está fresca, puede alimentar falsas esperanzas en quien aún siente algo. Camino del Fratelli para comer un par de porciones de pizza, comento que el tiempo todo lo cura y que el sentimiento hacia un ex, al igual que la energía, no desaparece, sino que solo se transforma.
En algo estamos todas de acuerdo; si regresa a nuestra vida un ex como amigo, amigovio o follamigo, bienvenido sea, pero hay que soltar amarras de todo aquel que no te haga sentir bien contigo misma, así de sencillo…
¿Nos acercamos al Sumerian, chicas?
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