Borrar
«Nuestras amigas casándose por segunda vez y nosotras sin quitar ojo a esos chicos de Osakidetza, que... ¡madre mía cómo están!»
Sexo en Nueva Bilbao (XXVII)

«Nuestras amigas casándose por segunda vez y nosotras sin quitar ojo a esos chicos de Osakidetza, que... ¡madre mía cómo están!»

Ane suelta sin esperárnoslo que su hermana va a pasar de nuevo por el altar, una noticia que recibimos en la cuadrilla de formas muy diferentes...

Karri Bilbao

Viernes, 9 de mayo 2025, 00:46

SEXO EN NUEVA BILBAO

Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.

La primavera flota en el aire y en los ánimos allá donde poses la vista por las calles de Bilbao. Será por la luz y la temperatura más cálida o porque lo mejor está por llegar, pero en los rostros de nuestro alrededor se percibe felicidad. Con este espíritu quedamos las habituales de la cuadrilla el viernes a las ocho en La Viña de Diputación. El ambiente es inmejorable y ponemos veinte euros de bote para iniciar ronda con zuritos, vinos y unas gildas. Izaskun saluda a la cuadrilla de al lado, cuatro compañeros de Osakidetza que, decidimos por unanimidad en un cruce de miradas, que madre mía cómo están. Saludos rápidos y unas frases después, tomamos la segunda en El Globo.

De camino hacia el Barrabas, Ane suelta sin esperárnoslo que su hermana Ainhoa ha fijado fecha para casarse por segunda vez. La reacción del resto es acorde con el carácter de cada cual. Izaskun responde con cara de asombro y un por qué sin medir las consecuencias. Maite hace acopio de prudencia, escudándose en el silencio. Y yo no oculto mi sorpresa, pero afirmo con contundencia que si está segura es la mejor decisión y que le deseo lo mejor de lo mejor.

La historia de Ainhoa con Ander tiene pasado con altibajos, luces y sombras y una situación actual en la que el futuro debe pasar el filtro del todo o nada, así de radical. Ane lo entiende de esta manera para justificar el motivo de la decisión de su hermana. Divorciada hace más de una década y harta de deambular entre relaciones huecas sin compromiso, sea por ella o por los otros, ha decidido formalizar su relación con ceremonia de por medio para celebrar entre familiares y amigos una unión con vocación de permanencia.

La decisión de Ainhoa abre un debate más profundo en la cuadrilla sobre qué conduce a casarse por segunda vez. Izaskun opina que, sin duda, al fracaso, irremediablemente. Conlleva renunciar a la libertad reconquistada tras el divorcio, tropezar dos veces con la misma piedra y no aprender la lección. Maite sigue cauta un rato más, pero con cara pensativa rompe el silencio para confesarse romántica empedernida y creyente en cualquier causa que lleve implícita la apuesta por un amor verdadero. Ane, sin embargo, cree que su hermana necesita estabilidad y certidumbre tras varias relaciones fallidas con decepciones incluidas. Piensa que no está enamorada y que, simplemente, añora la vida en pareja, la compañía de un hombre que sabe que está loco por ella y los planes cotidianos que surgen durante la convivencia.

Preguntan qué opino yo y respondo que todo es cuestión de expectativas y que casarse por segunda vez debería, por principios, ofrecer más garantías de éxito que la primera; sumar años aporta experiencia y sabiduría en todos los ámbitos. Y sí, obviamente, también en asuntos de pareja. Además, a nuestra edad el proyecto de vida es bien distinto al de la primera vez. Es un futuro de a dos, más libre, maduro y consciente. Casarse depende de las circunstancias de cada cual, pero si yo decidiera hacerlo de nuevo, sería porque no dudo que me comprometo con el único hombre a quien quiero y con el que deseo compartir tiempo, confidencias, vida por delante sin fecha de caducidad. Un acto de amor, en definitiva.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo «Nuestras amigas casándose por segunda vez y nosotras sin quitar ojo a esos chicos de Osakidetza, que... ¡madre mía cómo están!»