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Un joven vizcaíno ha denunciado, junto a sus otros cinco compañeros, una agresión policial ocurrida en Francia. Los hechos sucedieron a las 6.00 horas ... de la mañana del pasado martes. El joven se encuentra de gira en Ginebra, pero se ha instalado en un Airbnb situado a 11 kilómetros, en Annemasse, en el país galo, porque era «una opción más económica».
Según relató ayer su madre, que prefiere no facilitar detalles sobre su identidad, en conversación telefónica con este periódico, «un grupo de policías armados entró al alojamiento en el que estaba el grupo de seis chavales y les empezaron a pegar a todos sin ningún motivo». Todo comenzó cuando uno de ellos escuchó ruidos en las escaleras, por lo que se acercó hasta la puerta. Fue en ese momento cuando los gendarmes la derribaron y accedieron al piso. «El compañero de habitación de mi hijo se levantó, fue a abrir la puerta y se encontró con la policía. Él se intentó meter en el armario muerto de miedo. Decía: 'Alguien viene a matarnos'», relató la madre con preocupación. «Tiene un montón de lesiones. En una pierna, en la tripa, en la espalda... Después, le pusieron en la cama boca abajo y casi se asfixia. Tenía a tres agentes encima. Le torcieron el tobillo para ver un tatuaje quetiene, que es un lauburu», detalló la mujer.
Más tarde esposaron a tres, entre los que se encontraba su hijo. «Empezaron a revisar el alojamiento y también sus identificaciones de empresa. Dos de ellos entregaron el DNI, y, al comprobarlo, parece que los gendarmes se calmaron». Sin embargo, el grupo de jóvenes «no entendía nada». Estaban «sorprendidos y asustados», porque en ningún momento la policía francesa les explicó qué sucedía. «Alguno, incluso, parece que se estaba riendo de ellos. Decían frases como 'Bienvenidos a Francia' o 'Ahora nos tendréis que invitar a un café'», contó la madre, según la información que le había trasladado su hijo.
Cuando se calmó la situación, los chavales le preguntaron a la policía «a ver qué podían hacer ahora, y los agentes contestaron que tenían que hablar con la dueña del piso, porque, al parecer, los inquilinos anteriores 'no eran como ellos'», añadió la madre. Después de lo ocurrido, la progenitora recomendó a su hijo acudir al hospital. «Les miraron por encima, pero no les hicieron pruebas», lamentó. «Los seis interpusieron una denuncia y ahora dos trabajadoras de la embajada les están ayudando». No obstante, ella asegura que «tienen miedo a dormirse, que están agobiados y llorando. Algo raro hay».
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