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Justo una década después de que el Papa se interesara por los hechos, el Vaticano ha dictado su propia 'sentencia' sobre el 'caso Gaztelueta'. Y ... como ya ocurriera con la justicia ordinaria, la eclesial encuentra a José María Martínez Sanz culpable de haber abusado de uno de sus alumnos cuando él era profesor del colegio y la víctima, un alumno de 12 y 13 años. Y si la Audiencia de Bizkaia le condenó a 11 años de prisión, que posteriormente el Tribunal Supremo rebajó a 2 por un «delito continuado de abusos sexuales», la Santa Sede le sentencia ahora a ser expulsado del Opus Dei -prelatura a la que pertenecía como numerario y que siempre ha defendido la inocencia del docente y le ha mantenido bajo su 'protección'-, un extremo que este periódico ya adelantó el 17 de noviembre de 2023.
El exprofesor anunció anoche que, «con gran pena», ha solicitado su salida del Opus Dei «antes de ser un problema», mientras sus abogados preparan un recurso ante el Vaticano. Por su parte, la familia de la víctima criticó que no se haya actuado contra el colegio ni contra el Opus Dei.
Según la sentencia a la que tuvo acceso este periódico y adelantó 'Religión Digital', José Antonio Satué, el instructor del caso y obispo de Teruel, da por probado que el profesor «preguntó indebidamente sobre cuestiones sexuales» al alumno, al que «mostró imágenes de mujeres ligeras de ropa» y le realizó «tocamientos en diversas partes del cuerpo, incluidas sus partes íntimas». Todos estos hechos «de especial gravedad» constituyen una «causa grave que justifica su expulsión de la Prelatura, según el artículo 30.1 del Código de Derecho Particular del Opus Dei».
Muchas imprecisiones
Tal y como hicieran los jueces del Supremo para rebajar la penade 11 a 2 años, Satué también asegura que «no hay pruebas directas de las acusaciones más graves» contra el profesor, que hacían referencia a abusos físicos y a penetración con objetos. «Es preciso buscar indicios con relevancia probatoria, tanto a favor como en contra», reconoce el obispo de Teruel. Satué afirma que «queda probada la credibilidad subjetiva» del joven, en consonancia con la opinión de las peritos judiciales que le entrevistaron y que testificaron en el juicio. Pero como ya hiciera el Supremo, estima que la parte del relato sobre los hechos más graves cuenta con «muchas imprecisiones». «No se dan las condiciones para poder considerar que en estos elementos se ha dado persistencia en la incriminación», argumenta en el escrito.
Más allá de su expulsión de la Obra, el instructor no plantea ningún tipo de medida ni contra el profesor ni contra el Opus Dei. Tampoco establece compensación económica alguna para la víctima ni resarcimiento social. Y es que la primera investigación que la Santa Sede realizó en 2015 se cerró con la orden de «restablecer el buen nombre y la fama del acusado», es decir, del profesor ahora condenado por abusos, al entender entonces que los «hechos denunciados no han sido probados».
El instructor que ahora ha investigado el caso también deja caer en su escrito que tanto el acusado como su equipo de abogados optaron por no «colaborar». De hecho, un juzgado de Pamplona admitió en mayo de 2024 una demanda del profesor contra el propio Satué al entender que se habían vulnerado sus derechos elementales de defensa y por presuntas irregularidades en el proceso. El juicio aún no se ha celebrado.
Fuentes cercanas al exprofesor consideran un «despropósito jurídico» las conclusiones a las que llega Satué y su decisión de expulsarle del Opus Dei. De hecho, la defensa ya tiene previsto presentar recurso ante la Signatura Apostólica, el más alto tribunal del Vaticano. La familia de la víctima también tiene previsto adoptar este paso, ya que califica la sentencia como «ridícula» al entender que «se queda corta ante la gravedad de los hechos». A su entender, la expulsión del «pederasta condenado» del Opus Dei debería haberla ejecutado la propia Prelatura hace años, valoró el padre del joven, Juan Cuatrecasas. Para la familia, la sentencia tampoco depura responsabilidades sobre la labor desempeñada por el colegio Gaztelueta y la actitud mantenida tanto por sus responsables como por religiosos que se encargaron de la primera investigación que realizó el Vaticano.
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