El Vaticano condena a 18 meses de prisión al cura riojano del 'Vatileaks 2'
Considera a Lucio Vallejo culpable de filtrar documentos, y pena también a su cómplice Francesca Chaouquia diez meses de cárcel
darío menor
Jueves, 7 de julio 2016, 21:52
Al Vaticano se le olvida en ocasiones sus dimensiones y su función. Es en esos momentos en que quiere parecerse a los demás Estados porque le avergüenza su condición de país más pequeño del mundo. En estas cíclicas crisis de identidad acaba enredándose en batallas estériles que nada ayudan a difundir el mensaje de Jesús: se le olvida que su verdadera y única función es servir a la Iglesia católica. Cuando hace ocho meses empezó el proceso Vatileaks 2, motivado por la filtración de documentos confidenciales de la Santa Sede, no había duda de que nos encontrábamos ante un nuevo brote de estas depresiones, a las que ni siquiera es ajeno el vigoroso pontificado de Francisco.
Lo bueno de estos momentos de dispersión es que como vienen, se van, y en ocasiones incluso dejan un poso positivo. Pese al triste espectáculo propiciado durante las 21 audiencias que ha durado el proceso, el desenlace del Vatileaks 2 con el anuncio ayer de las sentencias por parte del tribunal, deja a todos los implicados contentos y al Vaticano reforzado, pues por primera vez reconoce la «virtud del derecho divino de libertad de pensamiento y de libertad de prensa». No son aspectos baladíes para un Estado que en algunos de sus aspectos tiene todavía un funcionamiento medieval.
El primero que tiene que estar satisfecho es el sacerdote riojano Lucio Ángel Vallejo Balda, a quien finalmente le han ido las cosas muy bien para el monumental lío en que estaba metido. Fue condenado a 18 meses de prisión, la mitad de la pena que pedía la Fiscalía. El juez confirma que entregó papeles reservados, como reconoció el propio Vallejo, pero dice que no formó una asociación para delinquir con los otros imputados. El antiguo número dos de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede lleva ya ocho meses de reclusión y no regresará a prisión, aunque hasta que no se resuelva una eventual apelación por su parte sigue sin poder salir del Vaticano. No le importa mucho, pues asegura que de momento no quiere abandonar la protección que le brindan los Muros Aurelianos porque teme por su vida.
Tampoco le ha ido nada mal objetivamente a la relaciones públicas Francesca Chaouqui, quien coincidió con Vallejo Balda en la comisión creada por Francisco para analizar las cuentas y la organización de las instituciones de la Curia romana. Fue condenada a 10 meses de cárcel, pero la aplicación de la pena queda suspendida. El fallo del tribunal tal vez decepcione a esta hiperbólica mujer que decía estar dispuesta a ir a prisión con su bebé, nacido hace sólo tres semanas. Pretendía mostrarse así como una mártir. Tal vez ahora apele la sentencia para intentar que la declaren inocente, como deseaba, consiguiendo además alargar unas semanas más su protagonismo mediático.
Los periodistas, absueltos
A Gianluigi Nuzzi y Emanuele Fittipaldi, los dos periodistas imputados por publicar en sendos libros los documentos que les facilitaron Vallejo y Chaouqui, les ha tocado la lotería con el proceso. La acusación del Vaticano multiplicó las ventas de sus volúmenes y la sentencia les permite ahora presentarse como los responsables de que la Santa Sede reconozca la libertad de prensa. El tribunal los absolvió al aceptar que no tenía jurisdicción sobre ellos y porque no han cometido delito alguno.
El último de los imputados también está de enhorabuena. Se trata del funcionario vaticano Nicola Maio, que fue igualmente absuelto. Habrá que ver si se cumple ahora su segundo deseo: recuperar su trabajo en la Curia romana.
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