Rutas para pedalear en otoño

Os presentamos tres rutas de gran belleza para llevarlas a cabo en otoño. Son excursiones con diferentes kilometrajes y dificultad. Comparten una cosa en común: en todas ellas veremos caer las hojas secas de los árboles y pedalearemos por alfombras de hojarasca. Los recorridos elegidos se desenvuelven, en todos los casos, por hayedos o bosques de hoja caduca. Un deleite para los sentidos.

Irati

Una selva a tus pies

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Los hayedos que rodean Orbaizeta y el pantano de Irabia son una referencia insoslayable para aquellos que aman el otoño. Es el típico escenario en el que a uno no sabe si le gusta más visitarlo con el suave brillo del sol de noviembre o con la mortecina luz de un día encapotado, amenazando sirimiri y con la bruma rodeando las cumbres cercanas. Cualquiera de los dos momentos es inolvidable. La cantidad de hojarasca que se suele acumular en los senderos que cruzan el hayedo es brutal.

Recuerdo una de mis últimas excursiones allí. Tuve la mala suerte de irme al suelo en un recodo del camino, mientras pedaleábamos a bastante velocidad. Rodé por el piso y fui a dar con mis huesos contra la vegetación que rodeaba la senda. El resultado: ni un rasguño. La alfombra de hojas amortiguó mi caída. No pude evitar reírme de mi buena fortuna.

Hay decenas de rutas señalizadas por Irati. Quizás el track que os adjuntamos contenga la más conocida y asequible. Parte de Orbaizeta y pasa por Irabia, la Fábrica de Armas y Casas de Irati. Son 40 kilómetros que no dejarán a nadie indiferente.

Hayedo Las Pisas

Entre cascadas y senderos de turba

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En los valles de Valdeporres y Valdebezana, al norte de Burgos, a poco más de una hora en coche desde Bilbao y hora y media desde Vitoria, se encuentra uno de los bosques más espectaculares del norte peninsular. El hayedo Las Pisas es uno de esos lugares recónditos en los que el ciclista puede sentirse en plena naturaleza. La soledad sólo es violentada en alguna ocasión por la presencia de aficionados a la recogida de setas, sobre todo si es fin de semana.

En esta época del año, la arboleda ha perdido prácticamente su manto de hojas. Los árboles conforman desordenadas hileras de madera que se agitan al viento. En el suelo predomina el color marrón de la hojarasca y el negro de la turba.

Las Pisas es también muy conocido por sus cascadas. Resultan espectaculares en invierno y primavera. Y lucen de una manera más modesta en otoño, sobre todo si las precipitaciones no han acompañado. En cualquier caso, su visita es obligada.

La ruta propuesta es larga (unos 60 kilómetros) y atraviesa el corazón de Las Pisas después de haber transitado por otros puntos de interés, como el monumento natural de Puentedey, la estación de ferrocarril restaurada de Brizuela, los viaductos de la línea férrea Santander-Mediterráneo o la Iglesia parroquial de San Cosme y San Damián, en Soncillo.

Los bosques de Leva

Un paseo entre hayas y encinas

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Leva de Valdeporres es un coqueto rincón de Las Merindades (Burgos). Es también un lugar casi aislado y perdido. La carretera acaba en el propio pueblo y sus calles son tan bonitas y estrechas que los contenedores de basura están a la entrada de la localidad para evitar que los camiones se muevan por el núcleo urbano. Leva tiene uno de los hayedos más espectaculares del norte de España. Una masa boscosa que está rodeada, además, por densos encinares. Y, lo mejor de todo, ciclar por este enclave resulta muy fácil, pues el terreno pica hacia arriba, pero no requiere de un esfuerzo titánico.

En realidad, la ruta que os proponemos es muy sencilla, asequible a cualquier ciclista. Son sólo 5 kilómetros de recorrido, con 80 metros de desnivel positivo, a través de la marrón hojarasca, con vistas a los cercanos molinos de Brizuela y Cubillos del Rojo. Una delicia otoñal. La primera mitad de la excursión recorre el hayedo, mientras que la segunda parte serpentea entre encinas. La jornada se puede alargar si uno decide empezar o terminar en Brizuela o Villarcayo.