
Barakaldo luce como escenario de cine
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El antiguo colegio de La Milagrosa y el conservatorio acogen este año varios rodajes, entre ellos el film que revivirá la explosión que mató a 50 niños en OrtuellaSecciones
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El antiguo colegio de La Milagrosa y el conservatorio acogen este año varios rodajes, entre ellos el film que revivirá la explosión que mató a 50 niños en OrtuellaForman parte del paisaje urbano de Barakaldo y ahora se colarán en todas las casas a través de la pequeña pantalla. Dos de los edificios que posee la Fundación Miranda en la localidad, el pabellón San Vicente, que acogió durante más de seis décadas al desaparecido colegio de La Milagrosa, y el del antiguo asilo, el actual conservatorio, han llamado la atención de varias productoras, fascinadas por las posibilidades de dichos escenarios para sus proyectos audiovisuales.
Ambos inmuebles, levantados con el legado que dejó el indiano baracaldés Antonio Miranda para el cuidado de los más necesitados, están protegidos como patrimonio histórico. El antiguo asilo, con aspecto monumental, se construyó entre 1911 y 1914, gracias al arquitecto Ismael Gorostiza, el mismo que años más tarde, en 1929, dio forma junto a este edificio a otro destinado a acoger y cuidar a huérfanos. Posteriormente, tras el paso de la congregación Hijas de la Caridad, cerró sus puertas en 2017, con 350 alumnos. Mientras se espera crear en este inmueble un centro de mayores especializado en personas con discapacidad intelectual y trastornos de salud mental, un servicio inédito en todo el entorno, vuelve a abrir sus puertas para dar vida a varias de sus estancias.
Este mes de abril ha acogido el rodaje de una serie para Makusi (EiTB), 'Mari Sorgin Ehiztari'. Dirigida al público infantil, cuenta la historia de una chica, Mari Mendoza, la reencarnación de la Diosa Mari, encargada de mantener el delicado equilibrio entre naturaleza y humanidad. Fue grabada en los pasillos, en el sótano, el teatro, un despacho, el almacén y la sala de calderas del antiguo colegio de La Milagrosa. También en los exteriores, en un aula, en la antigua capilla y en el auditorio del conservatorio, entre otras dependencias.
En junio estos dos inmuebles volverán a llenarse de cámaras, focos y atrezo para revivir la explosión de gas que produjo la muerte de 50 niños en un colegio de Ortuella en 1980. Esta trágica historia inspiró al escritor Fernando Aramburu en su novela 'El Niño', en la que relata la vida de los miembros de una familia tras la pérdida de su pequeño, un libro que Mariano Barroso convertirá en una película de la mano, entre otros actores, de Karra Elejalde y Belén Cuesta. Será rodada para Netflix en varias localidades de Bizkaia, entre ellas Balmaseda, donde grabarán la próxima semana –del 28 al 1 de mayo–, en la calle Tenerías y en el cementerio y sus aledaños.
En Barakaldo ya tienen montados dos escenarios en el antiguo colegio, donde transformarán dos estancias del segundo piso en una comisaría y en una habitación de hospital. También reconstruirán el cuarto de calderas. En el antiguo asilo rodarán en el exterior, simulando que su fachada principal es la de un hospital. El conservatorio ya fue también utilizado para grabar parte del documental de Goiznabar Monclús sobre María Gago, la responsable de los cuidados de los enfermos en los cinco hospitales de sangre que se habilitaron en la localidad. En esta ocasión, por el rodaje de la serie en distintos espacios, hubo que coordinar horarios para no coincidir con clases y ensayos.
«Todo empezó con la visita a principios de año de un ojeador de escenarios. Vio mucho potencial y nos dijo que una vez que entráramos en la rueda se interesaría mucha gente. Y así ha sido», destacan con mucha ilusión desde la Fundación Miranda. Y es que al margen de estos dos proyectos se esperan cerrar acuerdos en los próximos días con otras dos productoras.
«En Barakaldo no hay edificios tan simbólicos y especiales como las instalaciones que tiene la Fundación, y gracias a esto se ponen más en valor», declara Isabel Mulero, responsable de Servicios Generales, la encargada de abrir y cerrar las instalaciones todos los días de grabación. «Un día me avisaron de que habían terminado a las dos de la mañana y me encontré a una persona vestida de negro y con la cara azul en mitad del jardín. Fue surrealista», bromea. «Llevo aquí trabajando 43 años y está siendo una experiencia muy agradable, que no había imaginado. Los residentes también lo están viviendo con emoción».
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