Una marea humana desborda las calles de Bilbao en apoyo a Palestina

Apenas se registraron incidentes a lo largo de una intensa mañana de movilizaciones. Entre las 11.00 y las 14.00 horas tuvieron lugar paros parciales en diversos sectores económicos. Los únicos disturbios se produjeron en los campus de la UPV/EHU, donde se quemaron contenedores y se volcó mobiliario. Tanto el equipo rectoral como el Consejo de Estudiantes de la institución académica condenaron los actos vandálicos.

Según los sindicatos, el paro tuvo un «amplio seguimiento» en el sector industrial, epicentro de las protestas al concentrar buena parte de las empresas que tienen relaciones comerciales con Israel. Las centrales consideran que la intensidad de los paros de este miércoles legitima la continuidad de sus denuncias, mientras que las compañías con vínculos con el Gobierno de Netanyahu se ven ahora obligadas a gestionar un terreno que ya no es solo económico, sino también reputacional.

También los servicios públicos se vieron afectados este miércoles, aunque entidades como Metro Bilbao aseguraron que las frecuencias se cubrieron en un 70% y Bizkaibus apenas tuvo que reforzar alguna línea. Eso sí, el suburbano colapsó a mediodía, tras la multitudinaria manifestación, e incluso se cerraron temporalmente algunos accesos por riesgo de aglomeración en los andenes.

En Osakidetza, el seguimiento de la huelga rondó el 5%. Por su parte, el Departamento de Educación informó de que el 42% del personal docente de la red pública secundó los paros previstos para toda la jornada. El impacto en el sector educativo se dejó notar, especialmente por la ausencia del servicio de comedor de las escuelas. Miles de familias tuvieron que organizarse sobre la marcha para recoger a sus hijos a mediodía y llevarlos a casa, como pudo comprobar EL CORREO en diferentes puntos del territorio.

A la hora en que comenzaban los paros parciales, el meollo de las protestas se trasladó a la capital vizcaína. Cientos de personas se dieron cita en los alrededores del puente de San Antón. Era la primera de las cuatro columnas de manifestantes que partieron desde Casco Viejo, Uribarri, Deusto y Basurto. Como si fueran afluentes de un río, fueron convergiendo a lo largo del recorrido en un masivo ejercicio de coordinación hasta conformar una gran marea humana que anegó por completo Gran Vía.

La principal columna, la que partió desde Casco Viejo, atravesó varios puntos críticos: el hotel que la cadena israelí NYX tiene en El Arenal y los establecimientos de Starbucks en la calle Navarra y en la plaza Moyua. La Ertzaintza desplegó un fuerte dispositivo de seguridad en todos ellos para evitar cualquier incidente. Sólo en la calle Navarra hubo algún momento de tensión cuando los manifestantes trataron de acordonar el local con una cinta en la que se podía leer 'Señala al culpable'. La Policía lo impidió y algunas personas se encararon con los agentes, sin que la cosa fuera a más.

Las distintas columnas se juntaron en Sagrado Corazón: sindicatos estudiantiles vinculados a la izquierda abertzale (GKS y sus organizaciones satélite convocaron sus propias protestas), plataformas propalestinas, trabajadores de diferentes sectores, familias y alumnos se congregaron en los alrededores de la plaza. A diferencia de ocasiones anteriores, cuando la multitud ocupaba sólo la calzada, esta vez la marea abarrotó también las aceras. La cuestión palestina tiene gran capacidad de movilización en la sociedad vasca, como quedó patente también en las protestas por La Vuelta.

Desde ese punto, la manifestación puso rumbo en sentido contraria, esta vez hacia el Ayuntamiento. El protagonismo lo asumió entonces la comunidad palestina de Bilbao, que desplegó una gran bandera para encabezar la marcha y portó imágenes de las víctimas de Gaza. La enorme columna, esta vez unitaria, avanzó clamando a su paso contra las empresas que considera «cómplices» de Israel. Así sucedió, por ejemplo, con la tienda de Zara de Gran Vía, cuyo escaparate acabó cubierto de pintadas.

La marcha finalizó en el puente del Ayuntamiento, donde representantes de la comunidad palestina leyeron un comunicado para agradecer la solidaridad de la sociedad vasca. «Gracias. No estamos solos, ustedes están con nosotros en la misma lucha», proclamó Fouad Baker, activista palestino que lleva ocho meses en Euskadi. «¡Desde las montañas del País Vasco hasta el cielo de Gaza, decimos al mundo que la libertad no se puede vencer y que la justicia triunfa!», bramó.

Después intervino Haizea Arbide, portavoz de Steilas, que leyó un manifiesto conjunto con el resto de sindicatos para denunciar «la ocupación, el genocidio y el apartheid» del pueblo palestino. También exigió «el fin en su totalidad del acuerdo de asociación entre la Unión Europea e Israel». La protesta, concebida como una muestra de apoyo de la clase trabajadora vasca a Palestina, culminó con 'La Internacional' en árabe. Por la tarde hubo caceroladas y otras protestas de menor entidad en diferentes puntos.