Ya te vale, Imanol
El mundo del transporte está animando el debate público, la sana discrepancia y generando un pequeño sindiós
Que se prolonguen o no se prolonguen un mes y medio los descuentos en el transporte público es, por supuesto, cosa importantísima. Pero a mí ... lo que me preocupa es en qué punto está la relación entre la diputada general de Bizkaia y el lehendakari. Ojalá no haya tanta tensión como parece.
Por algún motivo me ha venido a la cabeza lo que les pasa a veces a las parejas de actores famosos. Siempre hay uno más rico y famoso. Pero a menudo, por circunstancias de la vida, cambian las tornas. Y la parte menos principal coge presencia, prestigio y prestancia y le come la tostada a la que había asumido hasta entonces el rol de espalda plateada. Ahí aparecen las tensiones, las pelusillas, los ronchones, el orgullo herido. Es cosa muy humana. Se enrarece la relación. Así que a la mínima la situación se pone explosiva en casa, se da salida al resquemor latente, y se monta una movida por lerdadas: por dejar la botella de leche vacía en la nevera, por no tirar la basura cuando está llena, por dejar pelos en la ducha, por comerte el último cacho de tortilla que quedaba...
Volviendo a las relaciones institucionales, recuerdo que cuando la diputada general asumió el cargo hace dos años tenía como subordinado a un responsable de Infraestructuras. Y que luego ese responsable de Infraestructuras se hizo lehendakari. Estando así las cosas, esta semana, en una reunión presencial, el Gobierno vasco tumbó la propuesta de la diputada general de prolongar los descuentos al transporte público.
Todo ocurrió al más alto nivel institucional en una estrategia de peculiar finura. A ver si lo resumo bien: el PNV tiene mayoría en el Consorcio de Transportes de Bizkaia y en buena lógica iba a sacar adelante la promesa de la diputada general de extender las rebajas pese a la oposición de su socio en todos lados, el PSE. Esto puede sonar raro, pero es cosa de los pactos, de las complejidades locales, de alta política. Qué sé yo. Ya ha pasado más veces que entre socios se pongan de morros.
Lo inesperado para los ojos inexpertos fue que varios nacionalistas no asistiesen la reunión. El alcalde de Bilbao porque estaba en Manchester en un foro sobre los desafíos de las ciudades amigables con la edad. Y varios representantes jeltzales del Gobierno vasco, del departamento de Hacienda en concreto, tampoco fueron porque los planes de la diputada general les generaban tantas dudas como a los socialistas. Así que lo de las rebajas al transporte no tuvo los votos requeridos. Petó, vamos.
Menudo panorama para la diputada general.
Evidentemente, llamarse por teléfono entre compañeros de filas para buscar soluciones antes de dar el espectáculo no debía de ser una opción.
Habría que ver las conversaciones de wasap entre la diputada general y su exdiputado de Infraestructuras. 'Ya te vale, Imanol', me imagino que será el último mensaje. Cómo me haces esto. Por que la otra opción, que los de Hacienda la hayan liado parda a espaldas del lehendakari, supongo que ni se contempla.
El episodio, centrémonos en lo positivo, denota a su manera la fogosidad del momento. Que no podemos estar quejándonos siempre, con esa amargura de Grinch. Si la política es aburrida, porque es aburrida; si es vibrante y conflictiva, porque menuda banda. Veamos dinamismo en lo que parece un guirigay; veamos sana discrepancia en vez de un sindiós.
En materia de transportes la semana también ha deparado otro hecho relevante. El Ayuntamiento de Bilbao le ha encargado a una empresa privada un estudio para saber si conviene encargar a una empresa privada la gestión de Bilbobus. El resultado fue del todo imprevisible: a favor de la externalización, que es más barata (ahora ya entiendo por qué se externalizan las cosas); a favor de la gestión directa, que el control público es mayor (será porque cuando haces tú una cosa directamente la controlas mejor que cuando se la encargas a otro, supongo).
En realidad, no tiene nada de esto mucho interés porque el Ayuntamiento de Bilbao dice que tomará una decisión política cuando sea y en un sentido misterioso. Se da un plazo igualmente misterioso que debería incorporarse desde ya al lenguaje administrativo: 'relativamente rápido'.
Llegados a este punto, a mí me da que lo importante ya no es quién lleve el volante de Bilbobus, sino que haya alguien, en general, al volante.
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