Si eso ya tal
Hay funcionarios con vocación de servicio público a quienes les hierven las entrañas ante la vagancia y la apatía. Que se tranquilicen
Cómo me enerva cuando la gente pone a parir a los funcionarios. Caterva de envidiosos. Haberos sacado la oposición. Resentidos.
Un ejemplo de desempeño minucioso ... en la función pública: hay un compañero del periódico que ha pedido a la Administración competente su título de Periodismo. Semanas lleva el asunto en tramitación. Y le han llamado nada menos que tres veces para aclarar un tema crucial: si pone tilde o no en la primera letra de su nombre. Que es un título oficial, y ahí adquiere talla y dimensión la santidad de la palabra impresa. Hemos tenido en este asunto discrepancias. Él aprecia una pérdida de tiempo, un gasto de energía ocioso, un enredarse en detalles nimios que deberían resolverse en un pispás. Yo, sin embargo, valoro dedicación puntillosa, gusto por el trabajo bien hecho, la minuciosidad de un orfebre con TOC grave y diagnosticado.
Y no me vengan con que es un caso aislado de compromiso y finura. Aquí va otro proceso de exquisito detallismo: la licitación del suministro de cestas de Navidad para los trabajadores del Ayuntamiento de Getxo. El café será de comercio justo; la paletilla, de jamón ibérico de cebo con curación de doce meses; el vino tinto, reserva con un envejecimiento mínimo de tres años –uno de ellos en barrica–. Para el turrón también son muy mirados con la proporción de las almendras tostadas y la calidad de la miel. Bien hecho. Para conservar estas tradiciones medievales hace falta mantener los más exquisitos estándares de calidad.
A ver. Yo ya sé que a una parte de la ciudadanía y del propio funcionariado con vocación de servicio público le hierven las entrañas cuando detectan síntomas de indolencia, de vagancia y de apatía en ciertos empleados de la Administración. Propongo ver las cosas positivas. Como su papel de agentes dinamizadores de la hostelería periférica a los centros de poder. O los avances por el flanco de la conciliación y la búsqueda de la felicidad.
Eso me recuerda a algo que me pasó hace un par de semanas. Me encontré con un conocido que trabaja en una empresa pública muy famosa. No es funcionario, pero es algo muy parecido. Indistinguible, diría yo. Esa categoría laboral que puede jugar al frontenis en la calva del jefe sin que le echen.
Bueno, pues se va de vacaciones ahora. Diez diítas. Lo dijo así, diez diítas. Unas minivacacioncitas. El resto se lo guarda para Navidad. La vez anterior que lo había visto se iba de vacaciones de verano. Mes y medio. Qué ídolo. Todo agosto y la mitad de septiembre. Además se fue con su compañero de curro. De festis y tal. A ver a grupos indis con nombres de sitios donde pasan cosas. En plan Arde Suecia, Viva Bogotá, Salta Monforte, La Peta Amorebieta, cosas así, creo.
Me llamó la atención que se fuesen juntos en verano y tanto tiempo además, porque esa dupla estelar lleva un negociado relevante en términos de servicio público. ¿Y quién se queda al timón?, pregunté. Pues ya están los de la contrata, me respondieron. ¿Y si pasa algo?, insistí. Bah, no creo. Y si eso ya tal, añadió. Si eso ya tal, dijo. Desde luego que ha pasado a ser mi expresión favorita a la hora de soslayar posibles, remotos y enojosos contratiempos. Por favor, caballero, evite encenderse el piti con un soplete en el zepelín, puede ser peligroso. Bueno, si eso ya tal.
Pues totalmente a favor. Que hay que vivir la vida sin angustias. De hecho, reclamo desde ya un decreto ley para extender las condiciones laborales de los servidores públicos al público en general en materia retributiva y de conciliación. Y poder irnos todos a gozar en veranito.
Ups. Un momento. Entonces, ¿quién nos va a servir las birritas? ¿quién va a poner las gambitas en la plancha? ¿quién nos va a traer la comida a casa el día de la cena guarra? ¿quién va a arreglar el grifo, que siempre gotea en el peor momento? ¿quién nos va a vender las camisas slim fit? ¿quién va a subir los plomos cuando venga un apagón como el de abril? ¿qué va a ser de los dóciles esclavos que nos hacen la vida bonita? ¿y si estamos ya en pleno apagón? ¿qué va a ser de nosotros?
Bah. Fuera tristezas. Fluyamos. Y luego, si eso, ya tal.
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