El trino de los pájaros cantores se apaga en Bizkaia
Setenta participantes celebraron ayer en los Jardines de Albia la final de un campeonato que cada vez cuenta con menos aficionados
Diana Martínez
Bilbao
Domingo, 6 de julio 2025, 15:42
Los Jardines de Albia se han convertido este domingo en una ópera al aire libre. Bilbao ha sido la sede de la Gran Final del ... Campeonato de Bizkaia de Pájaros Cantores, un certamen con solera que alcanza su trigésima edición. Una cita ineludible para los silvestristas, amantes de los animales que crían y educan aves silvestres, principalmente jilgueros, pardillos y mixtos –cruce de jilgueros y canarios– con el fin de entrenarlos para el canto y dar con los mejores Luciano Pavarotti y Andrea Bocelli de la naturaleza. De los 740 pájaros que han participado en las últimas semanas en la competición, solo 73 han pasado a la final de Euskadi.
¿Cuál es la clave para tener al mejor pájaro cantor? «Tener a uno que tenga facultades para cantar, educarle y entrenarle, y tiene que ser valiente», afirma Adrián Salado, presidente de Txori Lagunak, entidad que ha organizado el concurso. «Cada cantada del ave tiene un valor, siempre que no sea repetitiva, que el trino sea diferente. Que cante de su género, muy variado, melodioso y limpio», explica.
Esta aventura arranca desde que son unas crías en los aviarios. «Cuando son pollitos de unos 15 días se meten a educar, con un maestro de su especie que ya tenga un canto educado o mediante un pendrive que contenga grabaciones», añade Salado. Y cuando se percibe que el animal vale para presentarse a un concurso, se entrena. «El criador lo saca en transportín a los parques para que se acostumbren al bullicio de la gente, al ruido de coches... Porque claro, en el certamen tienen que cantar en la cara del juez».
Como todo artista antes de una actuación, los nervios pueden aflorar. «Algunos son nerviosos, por eso es importante entrenarlos», alude el presidente de Txori Lagunak. Lo mismo señala Ismael el Mrabti, de Marruecos, que se ha presentado a varios certámenes de este tipo. «A veces cantan y otras no, pueden sentirse acongojados», añade. Lo importante, subraya Cristóbal González, es «que estén contentos». Él tiene cinco pájaros, la mayoría mixtos de jilguero. «Educarles y campearles –sacarles a la calle para que se acostumbren al ruido y a la gente–, que se quiten el miedo». González, que participa en una veintena de concursos al año, ha sido precisamente uno de los campeones este domingo con su jilguero 'Bruno'.
El bilbaíno Antonio Sanda es uno de los más veteranos. Participa en estos concursos desde hace más de 30 años. «Desde niño tengo esta pasión», aduce. Aunque no es una tradición familiar, sino algo personal. «Tengo gusto por los animales y el canto, y una vez que tienes conocimiento te vas aficionando». Ya lleva «más de 300» certámenes a su espalda. Su campeón, 'Piki', le ha otorgado el primer premio en cuatro concursos este año, además de los puestos dos, tres y cuatro. «Ha sido un buen año».
Trabas y falta de relevo
Estos campeonatos han sido durante años muy populares, pero cada vez se organizan menos. ¿A qué se debe? «Con la ley de bienestar animal se oponen mucho a nosotros, pero no entienden que si dejamos a un pájaro de estos en cautividad se mueren. Hay que saber de dónde viene un ave para saber si se suelta o no. No nos dejan con nuestra afición, aunque todavía no nos han prohibido los concursos, pero sí nos ponen muchas trabas», critica el presidente de Txori Lagunak. Y las instituciones, añade, «se desentienden». «Nos permiten continuar organizando estos concursos, pero tampoco nos da canchas ni recibimos ayudas, ni nos dan permisos de campeo para poder transportar los pájaros por la calle. Sin esos papeles, la Policía te para. 'Qué tiene ahí, de dónde ha sacado los pájaros'... Mientras, nos arreglamos mostrando nuestro carnet de criador».
La falta de apoyo institucional es uno de los motivos por los que «va disminuyendo la afición», lamenta Salado. Aunque otro motivo es la falta de relevo generacional. «Es una tarea muy sacrificada y los chavales no le dedican tanto tiempo. Tienen juegos, ordenadores, tecnología... No es como antes, cuando no teníamos casi ni televisión. Es un hobby que nos gustaba mucho y nos entretenía. Te ibas a casa de un amigo y decías 'mira qué pájaro me ha regalado mi aita'. O pasábamos la mañana en la campa escuchando su canto. Esa armonía se está perdiendo», expresa. Lo mismo opina Ismael. «Cada vez hay menos gente que se dedica a esto. La gente se hace mayor y hay muy pocos jóvenes, ya no hay ganas como antes».
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