«Hay gente que sigue con deudas por una casa que ni le dieron y aún puede recuperar algo»
«Vendimos el piso por el sueño de vivir en el Valle de Mena» dice un vizcaíno al que, por orden judicial, un banco le devuelve lo que adelantó al promotor que no le entregó su casa
josé domínguez
Lunes, 8 de julio 2019, 17:29
«Habíamos cambiado hasta los azulejos por otros que nos gustaban más que los de obra; nuestra casa se quedó así ya en 2008, prácticamente ... terminada». Asier Zuriturriza prefiere no darle más vueltas a la cabeza, pero confiesa que todavía le pegan punzadas de nostalgia cuando piensa lo cerca que estuvo de entrar en su chalé de la urbanización 'Los Cantos' en el Valle de Mena, en el barrio de Villanueva «Estaban los suelos, los baños, faltaba poner la cocina, remates en el jardín... y poco más», añade. Lo rozó con la punta de los dedos. Pero nunca pudo entrar. Y eso que él y su compañera Eva lo habían apostado todo por esta localidad burgalesa: «Incluso habíamos vendido nuestro piso en Zorroza por el sueño de vivir allí».
Un proyecto de vida truncado por la quiebra de la empresa constructora. Pero no solo eso. Se quedaron con lo puesto. Sin casa y sin dinero. Y habían abonado ya 90.000 euros, más de un tercio de su precio final. Ahora han recuperado parte de la inversión. 60.000 euros más los intereses generados en esta década y, eso sí, descontado el 10% de comisión que se ha llevado El Defensor de tu Vivienda. Zuriturriza es uno de los cinco vizcaínos a los que este servicio jurídico vinculado al bufete Sala y Serra Abogados ha conseguido que un juzgado de instrucción condene al Banco Ibercaja a indemnizarles con 497.538 euros por no haber exigido los avales por el dinero aportado por los clientes a la promotora de 36 chalés en las urbanizaciones 'Los Cantos' y 'Los Llamares' en la localidad burgalesa. Para ellos, al menos, ha terminado la pesadilla en la que se convirtió el cuento de hadas de disfrutar de una nueva vida en un chalet con jardín en un marco natural «incomparable».
Eva y Asier habían comprado un piso en Zorroza. «Y lo teníamos ya arreglado». Pero tras la conclusión del corredor del Cadagua unos amigos les contaron que habían hecho el negocio de sus vidas al adquirir una casa a estrenar en el Valle de Mena. A 40 kilómetros de Bilbao. «Yo trabajaba en Balmaseda, ella en la capital vizcaína, la cosa nos empezaba a cuadrar». Incluso visitaron la urbanización en el barrio de Villanueva y vieron a «150 trabajadores trabajando a todo trapo». Unas cuantas cuentas caseras y la conclusión llegó sola: quizá fuese una oportunidad que no debían dejar escapar. Firmaron a mediados de 2007.
«Podía haber hecho yo lo que quedaba»
Pocos meses después, sin embargo, su ilusión se rompía en mil pedazos. Empezaron a ver disminuir el número de operarios en la zona hasta que no quedó nadie. Y su casa se paró cuando ya estaba construida «al 95%». No se lo podían creer. La peor decisión en el peor momento. «Si podría haber hecho yo mismo la obra que quedaba, e incluso con esa idea algunos se metieron dentro, pero les echaron porque era legal ilegal vivir allí sin permiso de habitabilidad», recuerda Asier. Y el constructor, agobiado por las deudas, les pedía un último adelanto. Dudaron pero no lo hicieron, y menos mal, «porque el abogado nos dijo que, de todo el dinero que manejase esa persona, nosotros seríamos los últimos beneficiarios; antes debían cobrar los acreedores, suministros y todo eso». Y se vieron solos en su defensa. Las administraciones públicas, «ni la local ni ninguna», no les ayudaron.
Varios afectados se unieron entonces para iniciar una vía legal que les reconoció la injusticia de lo ocurrido, pero poco más. Ganaron un juicio en 2012 que incluso condenaba en costas a la promotora, Kinter Inversiones S. L. Pero nunca vieron «ni un euro».
«No quería nada de esa casa»
Villanueva de Mena se convirtió en sinónimo de desgracia. «Llegó un momento en que no quería saber nada de esa casa». Seguían pagando el préstamo que pidieron, y para pagarlo tuvieron que vivir en casa de sus suegros. Poco a poco rehicieron su vida y «como somos ahorradores» pudieron comprar otro piso para volver a empezar.
Hasta que en 2016 les hablaron del Defensor de tu Vivienda. Una sentencia del Tribunal Supremo de 2015 sentaba jurisprudencia al obligar a las entidades financieras a devolver todos los adelantos ingresados por los compradores a nombre de una constructora si a ésta no se le había exigido antes un aval o seguro que cubriese estos pagos. Este despacho de abogados se había especializado en este tema «y además no nos cobraba nada por adelantado, sólo un tanto por ciento si la cosa salía bien». Y estos vizcaínos les ha salido a pedir de boca.
Asier Zuriturriza asegura que la sentencia «me ha devuelto la confianza en la Justicia porque la habíamos perdido». De que le servía tener un dictamen que condenaba a la promotora si nadie le pagaba su dinero. «No había leyes que nos protegiesen realmente pero ahora sí, incluso me lo han ingresado, y no los tres pagos porque uno de ellos se lo quedó la promotora y no lo ingresó», asegura.
Este afectado invita a otros a seguir la misma vía, «porque los hay todavía a cientos por toda España». Gente que, a su juicio, puede haber perdido la ilusión, «que sigue pagando deudas por una casa que ni siquiera le dieron y que aún tiene una oportunidad de recuperar algo, lo que sea».
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