El Gobierno vasco contempla almacenar y sellar los residuos en el entorno del vertedero
El responsable del operativo explica que «no conviene moverlos». De momento, se ha habilitado una cantera cercana para almacenar los residuos que se están retirando en la búsqueda de los desaparecidos
Los miembros del operativo de rescate y recuperación del vertedero de Zaldibar ya trabajan en un plan para dar una salida a las miles de ... toneladas de tierra, ahora contaminadas por el amianto, que se han desprendido de las instalaciones de Verter Recycling 2002. De momento, los residuos procedentes de la retirada del talud se está acumulando junto a la carretera. Pero los responsables de las obras ya han habilitado una antigua cantera cercana para ir almacenando allí el material excavado durante la operación de rescate de los cuerpos de los dos operarios que quedaron sepultados. De hecho, se espera que durante las próximas horas las excavadoras comiencen a desmontar el terreno necesario para que los equipos de seguridad puedan acceder a la zona prioritaria de búsqueda, donde hay más posibilidades de encontrar a los trabajadores.
Tras la reunión habitual de la mesa de crisis, el secretario general de Presidencia, Jesús Peña, ha explicado que «se está trabajando ya en un plan de ubicación» de los residuos a más largo plazo. Qué hacer con todo este material es uno de los retos a los que se enfrenta el Gobierno vasco, ya que no hay vertederos autorizados para residuos peligrosos en Euskadi. Según ha expuesto, y por lo que ha podido saber tras las diversas reuniones en las que se ha tratado el tema, «se va a intentar que se muevan lo menos posible» buscando un alojamiento temporal o «definitivo mediante sellado definitivo o otras técnicas » en el mismo entorno. Un proceso que llevará más de seis meses de trabajo, según los expertos consultados por este periódico.
Peña ha recordado que los responsables de Medio Ambiente tendrán una reunión esta tarde con los dueños de los vertederos del País Vasco, con el fin de habilitar una instalación que reciba a los camiones de residuos que hasta ahora vaciaban sus desechos en Zaldibar.
Tareas de rescate
Las tareas de rescate de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán avanzan a un ritmo tan lento que llega a exasperar a los familiares de los dos trabajadores sepultados desde hace once días por el colapso del vertedero de Zaldibar. Ahora mismo, la prioridad es acabar con los incendios en la escombrera que han desencadenado una alerta sanitaria al detectarse toxinas y furanos en niveles 50 veces superiores a los habituales. El Gobierno vasco confía en extinguir las llamas esta semana, después de que dos máquinas –de las seis que hay en la parte superior de la escombrera– estén ya arrojando tierra para tratar de sofocar el incendio. Así lo dijo ayer el consejero de Medio Ambiente, Iñaki Arriola, en declaraciones a la web del Gobierno vasco. El titular del departamento encargado de gestionar este tipo de instalaciones apenas ha realizado un par de intervenciones sobre la crisis de Zaldibar desde que el vertedero se derrumbó hace diez días.
Cuando se dejen de emitir gases tóxicos comenzará la segunda parte del operativo, que consistirá en estabilizar la ladera para evitar nuevos derrumbes. Requisito previo para poder iniciar la última fase, la más importante: la búsqueda de Joaquín y Alberto, que se cree que están enterrados en dos zonas concretas del vertedero.
Las familias de los desaparecidos son conscientes de que se trata de una operación delicada. Lo que no pueden comprender es que haya tan poca gente trabajando sobre el terreno y que no se pongan «todos los medios» necesarios. Ayer, apenas había media docena de personas, que «se fueron a casa» sobre las tres de la tarde. Una queja que no dudaron en transmitir en persona al lehendakari, Iñigo Urkullu, en el encuentro que mantuvieron en la 'zona cero' del derrumbe. «¿Dónde están todos los recursos que nos prometieron? La realidad es que no se está haciendo todo lo posible», le recriminaron.
Uno de los principales problemas es que sólo la fase de estabilización puede llevar «más de seis meses», según explican fuentes del operativo. Aquí se unen muchos factores. Para empezar, la inseguridad del terreno. El derrumbe del pasado día 6 provocó el movimiento de más de 750.000 metros cúbicos de escombros. Es decir, prácticamente todo lo que había en una ladera de unos 300 metros que se movió de pronto de un sitio a otro. Desde entonces han surgido nuevas grietas, algunas de casi un metro de largo. Los geólogos tienen claro que el riesgo de nuevos corrimientos es muy alto, sobre todo si llueve. De hecho, los trabajos se han detenido ya en varias ocasiones.
Para estabilizar la ladera y poder buscar en las zonas en las que presuntamente están Joaquín y Alberto –explican las fuentes consultadas– es necesario, entre otras cosas, aligerar la carga del vertedero en la parte superior. De esta forma se evitaría que los materiales se deslicen hacia los escalones inferiores.
En este contexto, los familiares de los trabajadores siguen acudiendo cada día al vertedero. Ayer, según explican, mantuvieron un breve encuentro «prácticamente fortuito» con el lehendakari en la 'zona cero'. Y no pudieron ocultar su malestar por la «lentitud» y la «falta de medios» del operativo. Censuran, entre otras cosas, que sólo haya dos trabajadores dedicados a sofocar las llamas, a pesar de que allí hay seis grúas, una de ellas con un brazo de más de 20 metros y otras de la empresa de Joaquín que pueden ser utilizadas. Además, lamentaron la descoordinación de la compañía encargada de estas labores. Según cuentan, algunas de las máquinas se han quedado paradas por falta de combustible. Y han tenido que ser los propios compañeros de los operarios desaparecidos los que han tenido que salir en busca de gasolina, ya que la firma no tenía vehículos apropiados para realizar esta tarea.
«Se echaba amianto en cualquier sitio y se tapaba»
«El amianto estaba oculto bajo tierra, no en un sitio concreto», reveló ayer un camionero de una empresa que lanzaba basura al vertedero de Zaldibar. Con la voz distorsionada para preservar su anonimato, admitió en Radio Euskadi que el amianto «no se dejaba en un lugar concreto, se echaba en cualquier sitio y se tapaba». El empleado declaró estar seguro de que la empresa va a presionar a los trabajadores para que no hablen y calificó la gestión como «desastre» porque no había «ningún tipo de control». El transportista está convencido de que algunas personas han hecho «mucho dinero» con el vertedero de Zaldibar.
«No explicamos bien en un primer momento» la situación ambiental
En el Gobierno vasco ya hay algunas voces que entonan el mea culpa y reconocen que no midieron bien, en un primer momento, el problema ambiental y sanitario que podía generar el derrumbe del vertedero de Zaldibar. Y ese error de cálculo es el que les llevó a minimizar la situación. Tras jornadas en las que el mensaje oficial era de normalidad, el viernes por la tarde cambió el guión. En una rueda de prensa de urgencia los responsables del Departamento de Salud pedían que los vecinos de los pueblos cercanos no practicasen deporte al aire libre y no ventilasen sus casas durante el mayor tiempo posible. Ayer los que dieron la cara fueron los técnicos. Y lo hicieron en Ermua, una localidad en la que sus vecinos conviven con la incertidumbre por los efectos que la presencia de niveles altos de dioxinas y furanos -50 veces más de lo habitual- pueden tener sobre su salud, pero también con la sensación de que no se les ha trasladado estos pasados días toda la información.
«Quizás no se explicó bien en un primer momento» la situación medioambiental, al no disponer de datos de todos los contaminantes, confesaban Joseba Bidaurrazaga, subdirector de Salud Pública de Bizkaia, y Saioa Ferro, responsable del Servicio de Calidad del Aire del Gobierno vasco. Ambos reconocieron que «en principio no esperábamos este nivel de dioxinas. Desconocíamos lo que se estaba quemando -plástico y elementos con cloro-. Nos ha sorprendido y nos llevó a tomar una medida genérica de protección». Los dos insistieron ayer en que la exposición a las dioxinas que están teniendo los vecinos no tendrá afección a la salud «a corto ni a largo plazo».
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