Los 'marcianitos' vuelven a invadir Bilbao

Aquel personaje amarillo que devoraba polvo de galletas mientras intentaba zafarse de una entrañable banda de fantasmas de colores... O los comías o te comían. Es la ley del juego. El secreto consistía en guiar a una figura amarilla, el famoso Pac-Man, que recorría un laberinto huyendo de espectros y se zampaba unos puntos pequeños. Por no hablar de lo que flipábamos con aquellas maravillosas 'pinball', mientras nuestras cabezas chorreaban gomina. Después llegaron las montañas del Tetris. Todo acabó... ¿O no?

Vale, Chanquete ha muerto, pero los recreativos arcade, a los que trataron de dar la puntilla las videoconsolas, están más vivos que nunca. Bilbao protagoniza una enésima versión de 'Regreso al futuro' en materia de ocio. Estamos de enhorabuena. Desde ayer, volvemos a jugar a los 'marcianitos' y al Comecocos. Y se vuelve a escuchar también el sonido de los petacos. Para los jóvenes de entonces (ya nada jóvenes obviamente) y los de ahora la recuperación de aquellas partidas supone una experiencia nostálgica que rescata el protagonismo de los videojuegos clásicos. Una paradoja en plena dictadura tecnológica y digital.

En tiempos de pandemia, el empresario Juan Marchante vuelve a jugársela. El dueño del club privado (que no lo es tanto por la cantidad de socios con que cuenta) más famoso de Bilbao –Madame Lou Lou– ha montado Barcade, un espectacular espacio de ocio y techos altísimos que combina el sabor del 'street food' de todos los rincones del mundo con una amplia y variada carta de cervezas nacionales y extranjeras, además de cócteles para todos los gustos. El establecimiento de Alameda Recalde, que recoge el testigo de El Charro Loco, ofrecerá también en pantallas gigantes retransmisiones deportivas y organizará campeonatos de videojuegos.

Enormes lámparas de colores, luces de neón, paredes revestidas con pósters de películas míticas, sofás de escay, puffs de terciopelo, alfombras exquisitas y reservados como los de las viejas 'boîtes' decoran un local donde se podrán hacer muchas cosas a la vez: comer –la carta incluye hot dogs, tacos, chilaquiles, arepitas caseras, croquetas, salchichas veganas, nachos...– beber y jugar de una manera muy retro.

Y con muchas máquinas. Hasta 25 se distribuirán en este local de nuevo cuño distribuido en dos plantas y que remite de forma inequívoca a otra época. Huele a EGB. Barcade pretende acoger también «reuniones de trabajo a la mañana, tarde o noche». Un recinto perfecto, remarca Marchante, para fomentar el 'team-building', «con la posibilidad de acabar con una actividad informal y lúdica que sirve la comida de la calle en formato sentado o tipo cóctel». En Barcade se estará al plato y a la jugada.

Porque, sobre todo, reivindica una forma muy vintage de pasar el rato. Como en Estados Unidos, donde las máquinas arcade viven de nuevo tiempos de gloria. «No solo interesan a quienes vivieron aquella época. Hay muchísima gente joven que no conoce estos recreativos y quiere probarlos. Aparte de comer y beber, esta hostelería plantea vivir una experiencia en la que pase algo», esgrime el empresario bilbaíno, que se arriesga con negocios diferentes e innovadores. La musiquita del Tetris vuelve a convertirse en la banda sonora de 2020.

Los chicos de hoy en día podrán descubrir en Barcade el encanto de 'viejas' atracciones como las Space Invaders, Pacman, Arkanoid, Super Pang, Street Fighter, First Games light... Un derroche de bolas, partidas, puntos, emoción... Ya lo dice Marchante, un lugar donde el aburrimiento es imposible. «En Nueva York cada vez hay más bares con estas máquinas. No solo no se tiran a la basura, sino que mucha gente paga auténticos dinerales por modelos originales para llevarlos a casa. Con ellos empezó toda la era de los videojuegos que conocemos hoy», afir Marchante.

Vaciar las pantallas de enemigos y matarlos antes de que te maten a ti. ¿Okey makey? Con los 'marcianitos', ya de vuelta, hay que apuntar y disparar bien si no quieres que la pantalla te deje Ko. con el clásico 'Game over'. Igual que en los 80.