La luz entra en la Katakumba de Lutxana

En el bar ficticio de Cheers todo el mundo sabía tu nombre, pero en el Katakumba de Lutxana (Barakaldo) es más probable que te conozcan por el mote. En todo caso el nombre de Iñaki Ortega suena mucho a partir de las seis y media de la mañana, cuando levanta la persiana. Lo dicen sobre todo quienes necesita una caña, un pintxo o un café bien cargado para afrontar el día. A Iñaki la mascarilla le ha robado la sonrisa, igual que la barba, que le queda oculta bajo la tela blanca. Pero ni una FFP2, ni siquiera una FFP3, podría borrarle las ganas de encontrarse con sus clientes de siempre.

El 14 de marzo los dueños del bar colgaron un aviso en Facebook en el que advertían de que cerraban «por falta de papel higiénico». Con humor y responsabilidad, dos señas de la casa. Ese día la música se silenció, los grifos se secaron y la barra, habitualmente llena de pintxos y bocadillos, se quedó sin vasos que sujetar, periódicos que aguantar ni conversaciones que escuchar.

Las paredes del Katakumba han vibrado con muchas cosas: con la final mundial de Rugby del año pasado, con la fiesta de Halloween que añadió sustos al café, con las victorias y las derrotas de los rojiblancos, con mucha música y con algunos silencios, aunque ninguno tan largo como el de estos meses.

Este lunes, después de casi tres meses, la luz ha vuelto al interior del Katakumba. Lo ha hecho con «papel higiénico a tope, aire acondicionado huracanado y decoración minimalista», como bromean sus dueños en Facebook. Pero sobre todo lo ha hecho con ganas de devolver la vida a un barrio al que le faltaban muchas sonrisas. No se las ve, pero seguro que ahí siguen, ocultas bajo la máscara y deseando volver a ver la luz del sol. Igual que el Katakumba.