Diego Pérez: «De niño me debí de caer en la marmita del mosto y ahora me empalaga»

Diego Pérez, al igual que otros muchos actores vascos, vivió una temporada en Madrid con la intención de hacerse un hueco en el mundo de la interpretación. Además de rodar anuncios e ir cogiendo tablas, aprendió un truco por el que se rige a la hora de escoger bares. «Allí se tiran muy bien las cañas y se nota, así que intentamos ir de poteo a los sitios en los que las ponen bien».

De hecho, él es un abonado a la cerveza. «Después de beber y mezclar de todo cuando era más joven, aprendí que aquello no me sentaba bien», cuenta. Y los días en que no bebe alcohol opta por pedir infusiones o agua. «No puedo tomar más de dos mostos seguidos porque me empalaga. No sé cómo podía tomar tantos de pequeño. Debí de caerme en la marmita del mosto», bromea.

Cuando queda con la cuadrilla para ir de poteo tiene una ruta bastante definida. «Quedamos siempre en Unamuno y la primera caña es en el bar Plaza». A partir de ahí, recorren el Casco Viejo de Bilbao, cruzan la calle María Muñoz, visitan el Baster y terminan en el Okapi «para picotear. Tienen la cocina siempre abierta y Agus nos trata siempre genial». Aunque la ruta permite hacer cambios: «Siempre acabamos descubriendo un nuevo sitio».

Cuando se trata de ir a tomar un con leche, confía en el Café Bilbao, «aunque a ese bar puedes ir para cualquier cosa, tienen una barra de pintxos genial». Eso sí, los domingos por la mañana toca la visita de rigor al Lau Anaiak de María Muñoz. «Hacen unas rabas riquísimas, y encima tanto la mujer que nos atiende con el resto de su familia son encantadores». Precisamente lo que más ha echado de menos de los bares ha sido la parte humana. «Tenía ganas de socializar, aunque tenga que ser a distancia».