Durango reconoce el valor arquitectónico de las viviendas de San Ignacio
Este emblemático edificio, construido entre 1971 y 1972, ha sido distinguido como uno de los grandes exponentes de la arquitectura moderna del siglo XX en Bizkaia
En la década de los 70, Durango distaba mucho de lo que es ahora, que ha crecido de manera importante por el aumento de la población. Entre 1971 y 1972, el arquitecto bilbaíno Fernando Olabarria decidió construir los edificios de viviendas 3 y 4 en el grupo San Ignacio que ha sido fundamental en el desarrollo urbano de Durango y hoy ha sido reconocido como un icono de la arquitectura moderna.
Estudió arquitectura en Madrid y fue arquitecto municipal del Ayuntamiento de la villa durante ocho años y decididó construir un edificio residencial. Más de cinco décadas después, en el marco de la Semana de la Arquitectura, organizada por COAVN Bizkaia, se ha colocado la prestigiosa placa Docomomo en este bloque de casas como uno de los grandes exponentes de la arquitectura moderna del siglo XX en Bizkaia.
¿Y qué significa Docomomo? Es un acrónimo que hace referencia a la arquitectura del movimiento moderno. Surgió en Holanda en 1976 y se fue extendiendo a otros países, con objetivo de inventariar, divulgar y proteger el patrimonio arquitectónico del movimiento moderno. «Busca proteger y poner en valor a edificios que muchas veces no sabemos que lo tienen. Esta fundación cataloga los edificios que suponen un hito dentro de la construcción. Seguiremos promoviendo el reconocimiento de los edificios del movimiento moderno en Bizkaia», subrayó el arquitecto Ignacio de la Puerta.
Este mediodía, se acercaban vecinos curiosos de este bloque de casas, expectantes ante este acontecimiento. Paula Martín y Aureliano Pérez fueron unos de los pioneros. «Llevamos 52 años viviendo aquí desde 1973. Era un piso de mucho lujo, pagamos 808.000 pesetas con dinero en mano. Además, eran muy modernos y enfrente estaba la fábrica Mendizabal y el instituto Fray Juan de Zumarraga», subrayan ambos, acompañados de su hija. También recuerdan que en las habitaciones había hasta timbres. «Incluso, en nuestro caso, había dos calderas en la cocina», detallan. Su hija va más allá y apunta que había muchos columpios en el exterior, con la presencia de gran cantidad de matrimonios jóvenes.
Mientras, una residente de la segunda planta, Marian Onaindia rememoraba que cuando era niña le dieron un premio al arquitecto. «Era una ilusión con una casa totalmente nueva que era diferente, totalmente amueblada. Te gustaba según entrabas porque era precioso el diseño, era una zona tranquila y nos llevábamos bien todos los vecinos. También nos hicieron una piscina, en la zona y una escuela para prescolar que durante un tiempo, hubo niños», detalla.
El Edificio de Viviendas Grupo San Ignacio, ubicado en un solar triangular junto al río Ibaizabal en Durango, destaca por su innovador diseño. Compuesto por los edificios 3 y 4, el complejo forma una L en planta y alberga 78 viviendas. Su disposición genera un espacio verde de gran calidad ambiental, rodeado de árboles de ribera, y se organiza sin continuidad entre los bloques, excepto en las plantas subterráneas.
Los arquitectos emplearon retranqueos volumétricos y escalonamientos en los pisos superiores para evitar la monotonía, además de integrar terrazas semicirculares en voladizo que dinamizan las fachadas. La fachada de ladrillo visto se alterna en horizontales y verticales, y en el zócalo, los pilares de hormigón visto dan un carácter industrial al conjunto.
Mientras, Rosi Onaindia recalca que eran de los pisos más caros del Duranguesado. «Eran una maravilla, todos los vecinos conocidos, también había dos tiendas. Tengo muy buenos recuerdos, vivíamos cinco personas en casa. Eran grandes, con luz y baños, todo exterior», manifiesta.
Mientras los veteranos Enrique Giménez y Ovidio recalcaron que es interesante saber la historia que tiene, qué formas tiene el edificio. «Lo mejor que tiene es que posee mucha luz, con vistas a diferentes sitios y poco ruido. Es un sitio muy cómodo de vivir, no molesta el ruido de los coches», argumenta.