

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Igor Barcia
Viernes, 30 de octubre 2015, 01:07
A falta de interés deportivo, con el Mundial ya resuelto en favor de Lewis Hamilton, la Fórmula 1 cuenta con el interés este fin de semana del regreso de un clásico como el Gran Premio de México. Una cita que afronta su tercera etapa en el campeonato del mundo, después de haberse disputado entre 1962 y 1970, y entre 1986 y 1992. Ahora se celebrará la 17ª edición -en realidad la decimosexta puntuable porque la primera no contabilizó para el Mundial- en un trazado totalmente remodelado y con la novedad de que los componentes de la parrilla no han competido allí. «Visitar un Gran Premio nuevo en un lugar que la generación actual de pilotos de F1 no conoce va a ser algo especial», resumió Fernando Alonso respecto a la cita azteca.
Lo cierto es que la carrera de México supone un reto para las escuderías. Situado a 2.200 metros de altitud, el Autódromo Hermanos Rodríguez es el circuito de Fórmula 1 construido a mayor altura. «Es el trazado más alto con diferencia del calendario y eso ejercerá presión sobre la unidad de potencia. El turbo tiene que compensar la falta de oxígeno que entra al motor de combustión interna y esto acentuará el énfasis puesto sobre la fiabilidad para todos los equipos», explicó esta semana Matt Morris, jefe de ingeniería de McLaren, en la página web de McLaren.
Sometido a un espectacular lavado de cara, se ha puesto al día el circuito con la construcción de un nuevo hospital, la zona de boxes y del pit lane y todas las medidas de seguridad básicas exigidas por la F1. La esencia del trazado, sin embargo, parece inalterable, con su recta de meta de 1.300 metros.
Allí han ganado grandes pilotos y se han disputado grandes carreras, desde aquel estreno en 1962, no puntuable porque en la F1 se acostumbraba a organizar uno sin puntos y, si era exitoso, se incorporaba al calendario al año siguiente. Ganó Jim Clark en colaboración con su compañero de equipo en Lotus Trevor Taylor, porque Clark fue descalificado en la parrilla de formación por arrancar con un empujón y tras 12 vueltas el equipo decidió que Trevor le cediera su monoplaza cuando lideraba la carrera.
Pero la tragedia se había vivido tres días en las prácticas, cuando fallecía el ídolo del país azteca y que hoy en día comparte con su hermano Pedro el nombre del trazado de México. Ricardo Rodríguez de la Vega (14-feb-1942/1-nov-1962) mantuvo durante muchos años el honor de ser el piloto más joven en debutar en la F1, algo que hizo con 19 años gracias a Ferrari. Su talento le auguraba como un claro candidato a ser campeón del mundo, pero su recorrido apenas duró cinco grandes premios, y todo por su deseo de competir en casa, ante su afición. Se dio la circunstancia de que al ser un gran premio no puntuable, Ferrari decidió no acudir a México. Pero Ricardo deseaba correr y pidio permiso para hacerlo con un Lotus. En los entrenamientos, aproximándose a la última curva del circuito denominada la Peraltada, Ricardo Rodríguez perdió el control del Lotus a 190 km/h, chocando contra el guardarraíl exterior violentamente, saliendo despedido del coche y falleciendo en el acto.
Su hermano Pedro, dos años mayor que él, participó en 54 grandes premios con dos victorias tras competir con Lotus, Ferrari, Cooper y BRM. Sin embargo, el mexicano se estaba convirtiendo en un piloto de referencia en las pruebas de resistencia, donde competía con un Porsche 917 y peleaba contra los Ferrari 512 S. Pero la tragedia le estaba esperando en las 200 millas de Norisring de 1971, en unas circunstancias similares a las de su hermano Ricardo. Porque en aquella cita iba a competir con su escudería de F1, BRM, pero a la hora de la verdad no contaban con el motor a punto. La organización había hecho con el mexicano toda la publicidad de la prueba, así que le consiguieron un Ferrari 512. La fatalidad quiso que al ir a doblar Kurt Hild este no le viera, le cerrara, se saliera de la pista y finalmente su coche se incendiara.
Dos años después, México D. F. rebautizaba su circuito como Autódromo Hermanos Rodríguez, en honor de los dos primeros pilotos aztecas que tuvo la F1.
La ceremonia del champán
Pero allí han pasado más cosas que merecen la pena ser contadas. Por ejemplo, en 1963 el mexicano Moisés Solana no tuvo otra ocurrencia que pilotar con el número 13, algo inédito en el mundo de la F1. Y en 1964 llegó la victoria de Dan Gurney, piloto americano al que se le atribuye el hecho de instaurar la ceremonia del rociado con champán al resto de asistentes al podio. Esto no sucedió en México, sino en las 24 horas de Le Mans de 1967, cuando estaba tan feliz por la victoria que no se le ocurrió otra cosa que agitar la botella que le presentaron y descorcharla. Desde entonces, es un clásico en las celebraciones.
En 1970 la prueba estuvo en el filo de la tragedia, porque se recuerda que en las inmediaciones del circuito se celebró una prueba de ciclismo. Y al terminar, cerca de 100.000 espectadores decidieron entrar a ver el espectáculo de F1, por lo que el aforo se rebasó y muchos vieron la carrera desde el borde del trazado, con un enorme riesgo para espectadores y pilotos. De hecho, la FIA tomó medidas, canceló el GP de 1971 y no regresó hasta 1986. Y el último hasta este fin de semana se disputó en 1992, en el recuerdo porque fue el primer podio de un tal Michael Schumacher...
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Los cuatro jóvenes que fallecieron en el Puerto de Lunada celebraban un cumpleaños
S. Sánchez/ L. Villa/ A. Bringas/ A. Verano
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.