Preguntas sobre Alcácer

El pasado martes, Paco Alcácer disfrutó de la titularidad en el Barcelona, que se enfrentó al Espanyol en la final de la Supercopa de Catalunya. Teniendo en cuenta que esa noche Messi estaba con su familia en Eurodisney, que Luis Suárez se encontraba en Venecia en compañía de su mujer, y que Neymar había volado a Londres, se supone que para bailar y a hacer muchas compras, a nadie pudo extrañar que el delantero valenciano encontrara ese día un hueco en el once inicial de Luis Enrique. La actuación de Alcácer en el Nou Estadi de Tarragona fue lamentable, como casi todas las que lleva en su nuevo equipo. No dio pie con bola y, en un arrebato de impotencia, lanzó un puñetazo a un rival y debió ser expulsado. Estrada Fernández no se enteró de la fiesta.

A Alcácer se le vio perdido, fuera de sitio, desquiciado. Esta vez ni siquiera tuvo opciones de estrenarse como goleador en el Barcelona, una obsesión que le está provocando pesadillas, ya que no dispuso de ninguna ocasión y pasó por el partido como un alma en pena. Viéndole actuar, aunque sólo fuera en un breve resumen de televisión, reconozco que sentí lástima por él. Y es que no hay que olvidar que, tres días antes, el futbolista de Torrente había sufrido el escarnio de su antigua afición. Recibió una pitada monumental, le insultaron con saña y hasta le lanzaron un paquete de pipas. Y sus nuevos compañeros, sobre todo los tres que le cierran a cal y canto la puerta de la titularidad, se ganaron para siempre la inquina de Mestalla con sus fingimientos e insultos al público. Tuvo que ser muy duro para él. Lo supongo, vaya.

Me pregunto desde entonces si Paco Alcácer estará arrepentido de la decisión que tomó este verano. Yo reconozco que no la entendí y sigo sospechando esto sólo es una intuición que el delantero valencianista se fue engañado. O al menos, muy mal aconsejado. Había por allí 30 millones de euros coleando y eso siempre es un riesgo. Creo que a Alcácer le deslumbraron desde Barcelona y quién sabe si también desde su agencia de representación y que él se dejó deslumbrar, sin nadie a su alrededor que le advirtiera del peligro que corría. Le hablarían de una mejora de contrato, de un futuro radiante peleando por los títulos junto a los mejores futbolistas del mundo, de su proyección internacional, de su importante papel en el equipo como cuarto delantero, de la confianza de Luis Enrique...

¿Pero le hablarían de lo que le está ocurriendo tres meses después? Me temo que no, que no le contaron bien la otra versión del futuro posible, la más realista. Sospecho que nadie le advirtió que su papel serían absolutamente residual porque Messi, Suárez y Neymar no dejan a sus posibles sustitutos ni las migajas y, cada vez que les cambia en un partido, Luis Enrique tiene que rezar un 'avemaría' a la Virgen de Montserrat para que no le armen una bronca. ¿Le dirían a Alcácer que sólo jugaría los partidos intrascendentes o que su presencia en el campo sería vista por los culés no como una esperanza sino como un mal menor ante la ausencia de uno de sus cracks? ¿Le explicarían lo ingrato que puede ser pasarse gran parte de la temporada en el banquillo, tener que salir a dar el do de pecho cada vez que no está a una de las estrellas y perder en todas las comparaciones? ¿Y lo duro que es comprobar cómo tu gente, la de tu tierra, la de tu club de siempre, la que te ha visto crecer y siempre te ha querido y admirado, te repudia por haberle abandonado?

¿De verdad no era más feliz Alcácer en el Valencia, un club deportivamente más adecuado para un delantero de su nivel, siendo allí capitán general, uno de los grandes ídolos de la afición y un jugador importante dentro del fútbol español? Cada vez que pienso en él, me tropiezo con estas preguntas