«Las guerras no tienen sentido. Nadie gana, todos pierden», aseguran supervivientes del bombardeo de Gernika
Luis Iriondo y Crucita Etxabe rememoran el horror del ataque aéreo, del que hoy se conmemora el 83 aniversario con un programa de carácter simbólico debido al Covid-19
julen ensunza
Gernika
Domingo, 26 de abril 2020, 02:19
Crucita Etxabe y Luis Iriondo, al igual que el resto de supervivientes de aquel fatídico 26 de abril de 1937, forman parte importante ... en la transmisión de la memoria histórico del bombardeo de Gernika, del que hoy se conmemora el 83 aniversario. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus les impedirá estar esta tarde, como cada año, en el cementerio de Zallo para homenajear a los fallecidos en el ataque aéreo, pero ambos «tenemos muy presente aquel horror», aseguran. «Es imposible olvidarlo», sentencian.
Etxabe, a punto de cumplir los 90, tenía 7 cuando la Legión Cóndor alemana arrasó la villa foral, mientras que Iriondo, siete años mayor, se acababa de poner por primera vez pantalones largos aquel día. Una vivió el bombardeo desde una azotea privilegiada –Lumo–, mientras que el otro lo hizo bajo tierra y casi sin aire que poder respirar. Ambos, eso sí, con el corazón sobrecogido y aterrorizados. «La onda expansiva de las bombas incendiarias que caían sobre el refugio nos hacía saltar una y otra vez y me aterraba la idea de morir allí enterrado», apunta Iriondo.
El búnker del Pasealeku en el que se resguardó, al igual que buena parte de las personas que en esos momentos se encontraban en el mercado semanal de los lunes, apenas tenía quince metros de largo y algo más de dos de ancho. «Nos faltaba el aire. Me pidieron que rezase, pero en las tres horas que duró el bombardeo no conseguí terminar la oración», rememora. Cuando acabó la lluvia de bombas incendiarias y salió al exterior «vi que todo el pueblo estaba ardiendo y eché a correr» hasta que se topó con un amigo.
«En un caserío nos dieron un tazón de leche y nos dejaron dormir en la cuadra. A media noche, me despertó una voz gritando mi nombre, era mi madre», evoca Iriondo. Después, junto a dos de sus hermanos y su progenitora se marchó a Bilbao, Santander y Francia. «La guerra no tiene sentido. Nadie gana, todos pierden y hay que evitar que cosas así vuelven a pasar», concluye un Iriondo que asegura sentirse de nuevo en un búnker debido al coronavirus.
A Crucita Etxabe, por su parte, las sirenas que anunciaban la llegada de los aviones le pillaron en Lumo. Había salido con unas amigas y la niñera de éstas a pasar la tarde y «desde debajo del árbol en el que nos refugiamos al llegar los aviones se veía claramente la figura de los pilotos y las bombas que caían sobre Gernika», apunta. Fueron horas de mucha «angustia» y «dolor» para una niña que días antes acababa de hacer la primera comunión y desconocía el paradero de su familia.
«Un poco más abajo de donde estábamos nosotras murieron ocho personas a las que les cayó una bomba encima», recuerda desde la casa de su hija en Bilbao donde se encuentra desde que se decretó el estado de alarma. Su madre y sus dos hermanas le contaron horas después que se habían escondido «en el refugio del chalet del conde Arana, donde también murió gente». Ellas tuvieron suerte y pudieron escapar. «Las encontré a eso de las ocho de la tarde y nos fuimos hacia Los Tilos –dirección Bermeo– y en un caserío de la zona «nos dieron huevo para cenar y nos dejaron pasar la noche», recuerda con claridad.
Al día siguiente partió hacia Bilbao con el resto de la familia y después a París donde estuvo dos años y medio. «A la vuelta, mis padres consiguieron sacarnos adelante con mucho esfuerzo», concluye. Hoy, aunque no estará en Gernika, tiene claro que «seguiré los actos por internet y mis hijos seguro que encienden velas en el balcón por la tarde». Ese es, precisamente (21.30), el último de los actos conmemorativos del simbólico programa de este año debido al Covid-19, en sustitución de la procesión silenciosa de cada año.
Junto al encendido de velas en las ventanas, la plataforma Gernika Batzordea ha pedido a la ciudadanía que cuelgue dibujos del 'Guernica' de Picasso y proyecte, si tiene posibilidad, imágenes en contra de las guerras en las fachadas. Por la mañana, a las 11.30, una reducida representación oficial –máximo cuatro personas– realizará una ofrenda floral al alcalde del bombardeo, José de Labauria, en la plaza que lleva su nombre, así como frente al busto del periodista británico George Steer, que dio a conocer el bombardeo de Gernika a través de sus crónicas en el diario 'The Times'.
A las 15.45 horas llegará el toque de sirenas y repique de campanas, momento en el que aparecieron los aviones alemanes sobre el cielo de la villa, y a las 16.30 tendrá lugar el homenaje a los fallecidos en el cementerio de Zallo, con un responso y ofrenda por parte del alcalde de la villa foral, José Mari Gorroño.
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