El coronavirus vacía Elantxobe y Bermeo en su fiesta más popular

Los vecinos de este pequeño enclave costero de Busturialdea reconocieron tener sentimientos encontrados. Por una parte, lamentaron que la drástica decisión de prohibir el acceso tanto por tierra como por mar sea consecuencia directa del coronavirus. Pero, por otro lado, se alegraron de poder disfrutar, por fin, de una fiesta muy suya. «Es nuestro día», aseguraban desde la cuadrilla formada por Argi, Bigaine, Arkaitz y Silvia, además de Lorea y Aroa, todas naturales de la localidad. Vestidas como manda la tradición, con ropas de mahón y pañuelo arrantzale al cuello, llevaban varios días preparando la jornada, que incluyó una comida en uno de los bares del muelle.

«Es una pena que tenga que cerrarse el pueblo por la pandemia, pero es que en caso contrario esto hubiera sido un caos», indicaron. «Con tanta gente resultaría imposible mantener y cumplir las normas de seguridad. Es la mejor medida», afirmaron con rotundidad.

Una de las razones por las que el Ayuntamiento de Elantxobe decidió aislar el municipio es el alto índice de mayores de 65 años de su población, que registra una de las tasas más altas de Euskadi. Nekane y Kaite, dos personas de este colectivo reconocieron que hacía años que no disfrutaban «tanto ni tan tranquilas» a pesar de formar parte de uno de los grupos más vulnerables. «Lo de ahora no eran fiestas», criticaron. «Había perdido toda su esencia y, aunque hayan cerrado el pueblo por el virus, estamos la mar de contentas de poder salir y disfrutar un poco», señalaron. «Ojalá siempre fuesen así, sin tanta gente de todas partes que sólo vienen a lo que vienen, sin conocer siquiera qué se celebra», añadieron.

En Bermeo, la explosión de júbilo y alegría habitual que marca las 'Madalenas' también brilló por su ausencia. Las celebraciones se trasladaron al ámbito privado, con comidas en restaurantes y txokos sin que la Policía Municipal se viese obligada a intervenir durante buena parte de la jornada.

«Se nota que es un día diferente porque hay gente vestida de arrantzale en las terrazas, pero no tiene nada que ver con el trasiego de embarcaciones que suele haber otros años», señalaba el bermeano Aitor Gómez. «Es triste, pero entendemos que es necesario», recalcaron sus amigos.

De hecho, desde primeras horas de la mañana se notó que eran unas 'Madalenas' diferentes. La Corporación no realizó la procesión oficial, no se interpretó el 'Alkate soinua' para arrancar la jornada y se suspendió la visita a Mundaka y Elantxobe. El Ayuntamiento tampoco hizo pública la hora en la que se iba a lanzar la teja frente a Izaro para favorecer que la ciudadanía siguiera la recomendación de no hacer fiesta. Cumpliendo con las medidas de seguridad exigidas por la pandemia, el alcalde de la villa marinera, Aritz Abaroa, protagonizó el ancestral ritual en un ambiente entristecido, mientras pronunciaba al viento la obligada frase 'Honaino heltzen dira Bermeoko itsugiñak' ('Hasta aquí llegan las goteras de Bermeo'), con lo que se confirman los límites del municipio al nordeste de la isla. «Teníamos claro que queríamos mantener la tradición pero que lo importante, sin duda, era garantizar la salud y la seguridad de los ciudadanos», resumió el regidor.