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Carrera de Cascabeles de la ONCE: «Vas con el miedo de encontrarte un obstáculo a cada paso»
Decenas de participantes recorren a ciegas la Gran Vía de Bilbao para ponerse en la piel de las personas con discapacidad visual y concienciar sobre accesibilidad urbana
Bilbao se ha teñido de una mezcla de curiosidad, nervios y emoción con la XXI Carrera de Cascabeles de la ONCE, una cita clásica que ... invita a la ciudadanía a experimentar cómo se siente la vida sin visión. Decenas de personas han recorrido la Gran Vía portando un antifaz que les impedía ver y guiados por un acompañante, mientras un pequeño cascabel marcaba el ritmo y la posición de cada corredor. Un recorrido de apenas 500 metros que ha sido suficiente para que los participantes pusieran todos sus sentidos alerta y sintieran, aunque fuera por unos minutos, lo que es el día a día de una persona que ha perdido la visión.
La marcha, que este año está de celebración por su vigésimo aniversario, no es solo una prueba física, sino todo un ejercicio de sensibilización y empatía. Cada paso obliga a agudizar otros sentidos, especialmente el oído y el tacto. «Aunque oigas un poco, vas con el miedo de encontrarte con un obstáculo a cada paso», comentaba Adrian López nada más terminar el recorrido con una mezcla de alivio y admiración. Otros participantes compartían risas nerviosas y algún pequeño tropiezo, conscientes de que por un momento habían dejado de depender de la vista y habían puesto a prueba la confianza en quienes los guiaban. Para Maider Begoña Lobo Allende, acompañante de López, la experiencia fue muy gratificante: «Me ha gustado mucho, aunque la comunicación es muy importante, saber en todo momento cómo se encuentra la persona que va sin visión», relataba. Asier López de la Fuente, acostumbrado a correr largas distancias, comentaba nada más cruzar la meta la dificultad de ese medio kilómetro. «Se me ha hecho eterno, ha sido una sensación super rara. Es sorprendente lo desorientador que resulta un simple paseo por la calle cuando no puedes ver nada», describió.
Usue Vallejo y José Antonio Pérez, delegada y presidente de la ONCE en Euskadi, han resaltado la importancia de esta carrera para sensibilizar y concienciar a la sociedad y a las autoridades de la importancia de que las ciudades sean lo más accesibles que sea posible. «Estoy segura que habéis podido percibir miedo y la inseguridad, sentimientos que las personas con discapacidad visual experimentamos cada día», apuntaba Vallejo.
Ciudades más inclusivas
El acto también ha contado con la participación de autoridades locales, que se sumaron a la experiencia para recorrer la Gran Vía con antifaz y cascabel en mano. Entre ellos, la diputada foral de Acción Social, Amaia Antxustegi, concejales del Ayuntamiento, y su alcalde, Juan Mari Aburto, todos compartiendo pasos y sensaciones con los participantes. «Mientras corría me planteaba lo que supone este pequeño paseo por la Gran Vía sin ver. Necesitamos que las ciudades sean amables y fáciles para todos los que vivimos en ellas», comentaba Carlos García, subdelegado del Gobierno en Bizkaia.
Tras la marcha, la emoción se mantuvo junto a la meta, donde se entregó el Cascabel de Oro. Este año el reconocimiento fue para la Asociación Parkinson Nervión-Ibaizabal (ACAPK) por su labor constante con personas afectadas por esta enfermedad neurodegenerativa. Sus responsables agradecieron el galardón como un impulso para seguir ofreciendo apoyo y acompañamiento a quienes lo necesitan. « En Euskadi hay 8.300 personas diagnosticadas con párkinson. Este galardón es una forma de seguir luchando por ellos», comentaba su presidenta, Marisol Díaz. La carrera concluyó con aplausos, risas nerviosas y algún suspiro de alivio. Pero también con una sensación compartida: la de entender, aunque sea fugazmente, lo que significa moverse por la ciudad sin poder verla.
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