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En lo más alto de Rekalde, Uretamendi fue uno de los principales asentamientos chabolistas de Bilbao, en el que miles de personas que habían escapado ... de la miseria rural consiguieron, sin otra ayuda que el sudor de su frente, sacar adelante a sus hijos. El centro San José Obrero adquirió terrenos para que cientos de familias pudieran hacerse con un piso a precio de coste. Más arriba, cobraron forma las casitas de Betolaza, -muchas son hoy unifamiliares con vistas que quitan el hipo- a donde la luz no llegó hasta 1970. El secuestro vecinal del autobús 27 en 1978 logró que éste comenzara a subir a estos barrios poco después. Los vecinos se manifestaban y el Ayuntamiento les decía que no, que el bus no podía subir por las cuestas embarradas. Hasta que demostraron a la fuerza que sí. Hoy, Uretamendi y Betolaza son el tercer barrio más vulnerable de Bilbao, detrás de Otxarkoaga y El Peñascal. Allí hay 1.203 viviendas de una antigüedad media de 58 años y sólo el 30,7% tienen ascensor.
Surbisa, la sociedad municipal de rehabilitación urbanística, desembarcó allí en 2023 por orden del Pleno para impulsar obras en casas y bloques, en una operación similar a la de otros barrios como Olabeaga o la Ribera de Deusto. La sociedad hace de «ventanilla única» y asesora a los vecinos que quieren hacer obras privativas o comunitarias, para las que ofrece ayudas propias y del Gobierno vasco. Y abrió una oficina de proximidad Opengela, en la que una arquitecta y una abogada atienden dudas de lunes a viernes.
El Ejecutivo autonómico declaró 143 de los 202 edificios Área de Rehabilitación Integrada en febrero, por lo que las actuaciones tienen ayudas extra, de hasta el cien por cien, en algunos casos. En este tiempo, 19 bloques compuestos por 214 viviendas han realizado reformas por valor de 1,34 millones, de los cuales 600.579 han sido sufragados por las instituciones. Se han cambiado tejados, fachadas, se han puesto ascensores o una nueva estructura contra los daños de las termitas... Además, 39 comunidades y 27 particulares se han interesado en realizar intervenciones comunitarias o privativas.
La pérdida de población por la marcha de los vecinos de siempre y el elevado peso de las pensiones y ayudas sociales en la economía familiar también impulsaron la llegada de Surbisa al barrio. La renta familiar es muy inferior a la de la media en Bizkaia, y el índice de paro es del 11%. «No nos podemos permitir que la gente se marche del barrio. Con el problema de vivienda que hay, que los edificios se queden vacíos porque no cumplen las condiciones es un desafío y un problema», relata Marta Ibarbia, directora de Surbisa. Y es que los vecinos explicaban que el barrio se estaba quedando viejo, que estaba descuidado, y que además de más ascensores para aliviar las cuestas, necesitaban apoyo económico y técnico para realizar reformas.
En algunas casitas es imposible garantizar la accesibilidad o es muy costoso. Pero además, los vecinos tienen otras necesidades más acuciantes, y por eso, y aunque haya más ayudas que en otros barrios para realizar reformas, muchas personas ni siquiera piden presupuestos a arquitectos. Piensan: ¿para qué, si no se va a hacer? Así que Surbisa sufragará los proyectos de ejecución de obras comunitarias, por ejemplo de ascensor y fachada. Alcanzarán hasta el 100% del coste de contratación, hasta un máximo de 10.000 euros. El tope sería de 820 euros por vivienda para un plan ambicioso, que contemple ambos tipos de actuaciones. «Además, si tienen los proyectos pueden salir ayudas como en su día los Fondos Next a las que optar. Siempre hace falta tener el proyecto para presentarte y optar a la financiación. Si no, las comunidades humildes nunca llegan a tiempo a las convocatorias y las pudientes sí», relata Ibarbia.
La idea de Surbisa también es convertir esas plazoletas comunitarias y patios deteriorados y baldíos que ahora nadie usa en entornos verdes, con vida, bancos, árboles y pájaros. Por eso, han lanzando una partida especial para la naturalización de patios. Se han identificado seis espacios «de oportunidad», entre ellos Betolaza 48, para que se conviertan en sitios especiales, donde los vecinos puedan reunirse, compartir... En algunos casos las obras son mínimas: repavimentar el suelo, pintar los muros y después instalar plantas trepadoras, poner mesas para comer, bancos, un huerto colectivo, juegos... Para estas obras se da una ayuda del 50% a fondo perdido, «pero en Uretamendi llegará hasta el 80%», relata Ibarbia. La idea es que se haga alguno, y el resto de las comunidades se animen. Y así puedan finalizarse en dos o tres años.
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