El límite a 30 kilómetros por hora en Bilbao reduce en 130.000 los afectados por el ruido
Movilidad celebra el efecto «positivo» de la medida en la contaminación cinco años después de su entrada en vigor
En septiembre de 2013, cuando arrancaba el curso político, el Pleno de Bilbao aprobó una moción presentada por Ekologistak Martxan y la asociación de ciclistas ... urbanos Biziz Bizi, en la que pedían implantar el límite de 30 kilómetros por hora. Los nuevos responsables de Circulación empezaron a planteárselo para cambiar el modelo de la ciudad y adoptar otro más moderno y ecológico, calmar el tráfico y dar más espacio a la bici y al peatón en una villa históricamente dominada por los automóviles y poco frecuentada por ciclistas, que se sentían atemorizados en unas calles atestadas de tráfico. El 30 de mayo de 2018, se puso en marcha ese límite de velocidad en el 87% de las vías urbanas. En 75 avenidas y rotondas se mantuvo el límite entonces vigente de 50 kilómetros por hora.
Y hace cinco años, el 22 de septiembre de 2020 y coincidiendo con la Semana Europea de la Movilidad, todo Bilbao empezó a circular a 30. Sin excepciones. La capital vizcaína se convirtió en la primera ciudad de 300.000 habitantes del mundo en implantar esta medida, que entonces «fue polémica y no estuvo exenta de críticas», relató la actual edil de Movilidad y Sostenibilidad, Nora Abete.
Asociaciones de conductores, de taxistas, de comerciantes o de logística, entre otros sectores, mostraron entonces su inquietud por los supuestos efectos perniciosos. Pero ahora ya ha pasado un lustro y el Ayuntamiento realiza un balance positivo de esa decisión. «El transporte público funciona con normalidad y las mercancías siguen llegando a tiempo. Su impacto ha sido positivo», relató Abete.
2020 Este año
Concretamente, el 22 de septiembre de 2020, todo Bilbao se puso a circular a 30 por hora. Fue la primera ciudad de su tamaño (300.000 habitantes) en implantar esta medida en todo el mundo. Muchas siguieron su ejemplo.
Aunque los conductores y visitantes de la ciudad no se adaptaron de inmediato -se hicieron estudios que determinaron que la mitad circulaba por encima del límite mucho tiempo después de que entrara en vigor y se siguen poniendo multas a diario por rebasarlo- la velocidad media ha pasado ya, por primera vez en la historia, a los 24 kilómetros por hora. Jamás se ha ido tan despacio por Bilbao. Y uno de los efectos es la reducción de la polución en la ciudad y, en concreto, de las micropartículas en suspensión que sueltan los tubos de escape, muy perjudiciales para la salud. También de la contaminación sonora en las calles más congestionadas.
«Respiramos un aire más limpio, con menos emisiones», y han bajado de «164.000 a 34.000 los afectados por el ruido del tráfico en Bilbao», apuntó la responsable de Movilidad y Sostenibilidad. Es decir, 130.000 personas menos en apenas cinco años. La medida, dijo Abete, también han contribuido a reducir los accidentes en la ciudad, así como su gravedad. La filosofía era bajar todo lo posible el número de víctimas mortales, ya que por ejemplo sólo el 5% de los atropellos a 30 kilómetros por hora causan fallecidos. Y durante el año pasado, la capital vizcaína registró 1.528 siniestros -un 8% menos que durante el ejercicio anterior-, de los que un tercio (520) dejaron heridos. Cuatro personas murieron: dos atropellados por el tranvía, un tercero por una furgoneta y un cuarto como consecuencia de un accidente al volante tras sufrir un infarto. Aun así, se trata de la menor cifra de siniestros en una década, según expuso la edil. Exceptuando 2020, año en el que estalló el Covid y cuando fue menor por las restricciones de movilidad.
«Pero como es lógico no nos conformamos y dentro de las políticas de movilidad que aplicaremos hasta 2030 está la de conseguir cero víctimas por los accidentes de tráfico», apuntó la responsable del departamento. Algo que, según aseguró, es una responsabilidad compartida entre las instituciones y los propios conductores y peatones, que deben utilizar las calles con prudencia y respeto a las normas.
Rosa Trinidad, presidenta de la plataforma Stop Violencia Vial, que aglutina a familiares y víctimas de los accidentes de tráfico en Euskadi, resaltó ayer que la ciudad es «un ejemplo de movilidad más segura y responsable». A su juicio, la implantación del 'Bilbao a 30' fue «controvertida, pero ha marcado una gran diferencia. Se ha convertido en una ciudad más amable y más segura para pasear y disfrutar». Fue imitada después por otras muchas urbes, y reconocida por la DGT y diferentes organismos. Aquel 30 de mayo de 2018 se puso en marcha el límite a 30 kilómetros por hora en 502 vías de las 577 existentes entonces, eliminando en, al menos, tres decibelios el ruido, según los primeros estudios realizados por el Ayuntamiento.
Transformar la movilidad
Pero además de lograr estos beneficios medioambientales, el plan pretendía transformar la movilidad, restar espacio al coche y potenciar el transporte verde.
Por eso el 'Bilbao a 30' llegó a la vez que la proliferación de bicis de alquiler municipal, la ampliación de los bidegorris, la peatonalización de calles y otras medidas que se incluían en el Plan de Movilidad Sostenible, el extenso documento con una batería de acciones para lograr una ciudad más ecológica y amable para 2030. A todo ello le acompañó un plan de electrificación de la flota de vehículos municipales, otro para mejorar los aparcamientos -siguen las obras en el parking del Ensanche-y para fomentar el transporte público. En los últimos años se han implantado otras medidas como la Zona de Bajas Emisiones para prohibir los coches más contaminantes en el centro de la ciudad.
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