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Se confiesa un baloncestista frustrado, pero el deporte de la canasta es uno de sus grandes amores y también un territorio para establecer analogías con ... su principal pasión, la misma que se ha convertido en su modo de vida. La música atrapó a Ander Perrino desde bien niño. El muchacho vitoriano que cursó estudios en el colegio San Prudencio, con un baskonista histórico como Iñaki Garaialde como docente, y se intrudujo en el apasionante mundo de las partituras en el Conservatorio Jesús Guridi es hoy contrabajista principal de la Deutsches Symphonie Orchester de Berlín, una de las formaciones sinfónicas más prestigiosas de la capital alemana.
Con 38 años, sus 'estadísticas' abruman. Afincado en Berlín desde 2006, cursó estudios en la prestigiosa Hochschule für Musik Hanns Eisler, colaboró con la Orquesta Filarmónica de Berlín y formó parte de la Mahler Chamber Orchestra, en la que tuvo el privilegio de estar a las órdenes de un gigante de la talla de Claudio Abbado. «Tenía un don para conmover al auditorio», rememora Perrino de la genial batuta milanesa. El niño que lanzaba a canasta en las célebres 'canchas negras' de la vitoriana calle Los Herrán pensó una vez en ser jugador de baloncesto, pero el temor a caer lesionado y, sobre todo, el irresistible imán de la música le indicaron su destino. No le ha ido nada mal.
«Yo era un 'hooper', un jugador de calle», rememora jocoso Ander Perrino, recién llegado a Berlín tras una corta gira por territorio balcánico. Músico profesional en el corazón sinfónico de Europa, también ostenta una cátedra en la Universidad de Música y Teatro de Múnich. Tras un último concierto en Liubliana, confía en presenciar en directo el choque entre el Alba Berlín y el Baskonia. Será el momento de reencontrarse con unos colores azulgranas que le sedujeron en su primera juventud. «Fue la época del primer Ivanovic. Recuerdo vivir aquellos tiempos con mucha intensidad. Cuando jugaban Bennett, Scola, Nocioni...».
Perrino se refiere a aquella primera década gloriosa del presente siglo en la que caían títulos y finales por doquier y que terminó con el entorchado liguero tras el 2+1 de San Emeterio en junio de 2010. «Entonces, ya estaba en Berlín. Vi aquel final con mis compañeros de piso. En el momento clave, se cortó la conexión de internet», recapitula.
La brillante trayectoria del músico vitoriano invita a pensar en un especialista el repertorio clásico sinfónico, pero su amor por el contrabajo se consolidó en los conciertos del Festival de Jazz de Vitoria, a los que acudía desde muy joven. Con 15 años, contempla a Ron Carter con su grupo The Art of Four sobre las tablas de Mendizorroza. «Me fascinó su forma de liderar la banda. Suelo hacer un paralelismo entre el contrabajo y el baloncesto. Es un instrumento en el que pocas veces tienes una melodía, pero te da la capacidad de liderar una banda, una orquesta o un grupo de cámara. Estás en segundo plano, pero lo dominas todo», explica.
Es la virtud de manejar los hilos sin necesitar un lucimiento excesivo. ¿Quién de sus ídolos azulgranas podría dominar el contrabajo? El instrumentista vitoriano no lo duda. «Elmer Bennett».
La puerta de entrada del jazz ha dado a Ander Perrino una mirada musical abierta, lejos del estereotipo rígido y altivo que a veces rodea a la música clásica. En lo baloncestístico, también mira al otro lado del Atlántico para confesarse un amante de la NBA, un universo que en Alemania también llega a superar la repercusión de la Bundesliga. «Aquí tira más la NBA». ¿Y en su tierra natal? Tampoco hay vacilación alguna. «Vitoria es ciudad de jazz y baloncesto».
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