Donta Hall, el hombre de la jornada en la ACB: un MVP impulsado por la tragedia de su padre
Donta Hall, el jugador del fin de semana en la ACB, se prometió triunfar en el baloncesto con 13 años, cuando desde la pista vio fallecer a su progenitor de un infarto en la grada
La exhibición de Donta Hall (Luverne, Alabama, 1997) ante el UCAM Murcia es una muestra del poder del ser humano para lograr aquello que se ... propone. Al pívot azulgrana no le entusiasmaba el baloncesto hasta los 13 años. Jugaba con sus hermanos en el patio de casa y con el equipo de su instituto por la insistencia de sus padres en el deporte, pero sus preferencias eran el béisbol y el fútbol americano. Todo cambió el 30 de noviembre de 2010. «Acabó el partido, iba al vestuario y alguien me dijo que fuera a ver a mi padre. Me encontré con mucho alboroto en la parte alta de la grada», relató en 'Alabama.com'.
Subía las escaleras mientras una enfermera realizaba una reanimación cardiomuscular (RCP) a un espectador. No llegó a ver quién era porque la gente le insistió que no mirara. «En ese momento supe que la cosa estaba muy mal», detalló. Uno de sus cinco hermanos, Romethious Harris, trataba de calmarle mientras su padre, Donald, fallecía pocos minutos después en el hospital de un infarto letal. Una tragedia que los Hall describen con admirable entereza. «Me dijo que no se sentía bien ese día almorzando», lamentó su hermano al mismo medio.
PEROOOO BUENOOOOO, DONTAAAAAAAA 😱😱😱
— Baskonia (@Baskonia) October 12, 2024
🏀 91-87
⏳ 01:21 4Q+5#GoazenBaskonia pic.twitter.com/guJb7WmWjV
«Me motivó de muchas maneras. Perder a mi padre mientras mi madre estaba trabajando como tantos días... me empujó a asegurarme de que mi madre ya no tuviera que trabajar más», contó el exjugador del Mónaco en una entrevista para la Euroliga. De ella, Mary Hall, heredó la altura. De su padre, dicen sus allegados norteamericanos, recibió unas ganas de sonreír constantes.
Desde el momento de su fallecimiento, su único deseo fue triunfar en el baloncesto. Por él y por su familia. «Maduré de golpe y mi mente pasó de tener una visión amplia a una línea recta», contó en Alabama. En lugar de recordarle uno de los peores momentos de su vida, la pelota anaranjada le sirvió para evadirse. Hasta el punto de que cuando firmó su compromiso con la Universidad de Alabama, la de su Luverne natal, lo hizo en el mismo asiento en el que cuatro años atrás su padre se desplomó y falleció viéndole jugar al baloncesto. «Sentí como si estuviera con él», apreció.
Esos primeros días sin el amparo familiar fue su peor época. «Me costaba dormir, me venían muchos pensamientos». Su remedio fue entrenar más. Seis o siete horas de esfuerzo físico, varias de madrugada para mitigar su insomnio y honrar la memoria de su padre, al que todo el mundo apodaba 'Five' (cinco).
La intrahistoria del '45'
Ese era su dorsal hasta que al llegar a los Pistons desde Liga de Verano de la NBA no pudo elegirlo. Entonces, ingenioso, pensó un juego de palabras para llevar el 45 –'Four'ever Five' (para siempre cinco)–. Los mismos créditos de valoración que firmó ante el UCAM Murcia. Un registro para el recuerdo. No se veía en la ACB a un jugador del Baskonia desde Luis Scola (48 en 2005). La novena mejor actuación individual en liga de la historia del Baskonia le sirvió para ser el MVP de la jornada.
Creyente, dibujante en sus ratos libres e integrante del coro de la iglesia de San Juan Bautista de Luverne –también aprendió a tocar la batería– no tuvo un paso brillante en la NBA. Se le recuerda especialmente por un pique que tuvo con Giannis Antetokounmpo, al que no le sentó nada bien un empujón de Hall en la lucha por el rebote. El pívot se reía. Como en el nombre del padre.
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