¿Qué le faltó a Pablo Laso?
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El recreo terminó. Fue largo, poco más de ocho meses, pero todo tiene su final. La temporada que arrancó con las imágenes hermanadas de ... Markus Howard y Pablo Laso en el lateral del tranvía vitoriano concluyó el pasado viernes con un 103-112 que daba el pase a semifinales al Real Madrid y mandaba a los azulgranas de vacaciones. Baskonia Land echaba el cierre y arrancaba el largo verano de playa, piscina, nuevos fichajes y alguna que otra sorpresa que seguro que prepara la entidad de Zurbano. El espíritu recreativo con el que se abrió el curso tuvo su colofón con una indigestión de puntos en el último encuentro en el Buesa Arena. Un marcador digno de All Star y un Baskonia que se mantuvo fiel a su vena ultraofensiva y a su escaso cuidado en defensa.
En el adiós, la grada no emitió un solo reproche a sus jugadores. Cuando la mayoría de baloncestistas azulgranas se disponía a tomar el camino del vestuario, Tadas Sedekerskis les reclamó para que se dirigieran al fondo de animación y agradecieran a los aficionados el apoyo recibido. Ahí hay un capitán consciente de ciertas obligaciones y sospecho que un tanto harto de la acumulación de malos tragos en las dos últimas campañas. Tras la ducha, el alero lituano fue sincero al atender a varios compañeros periodistas en zona mixta. «Ha sido una temporada de muchos egoísmos y eso no es el Baskonia», se sinceró. Gracias, Tadas. Algo sospechábamos.
El vértigo de los play off duró un suspiro después de la dieta a pan y agua de la pasada temporada, donde solo se vivió un choque en casa en el cruce de Euroliga, también frente al Madrid. Son ya tres años sin una victoria en una eliminatoria, ya sea del torneo continental o de competición ACB. Si hay un problema, algo que es evidente, no todo es achacable a los jugadores y cuerpo técnico que han defendido los colores azulgranas en la campaña ya archivada.

Concluido el choque, Pablo Laso evitó hacer una valoración de la temporada en sala de prensa, quizás porque era el momento de medir las palabras para no soliviantar los ánimos del personal, sus superiores incluidos. Se echó en falta alguna evaluación por parte del técnico vitoriano del curso concluido, pero siempre se puede leer entre líneas. «Nos han faltado muchas cosas, pero... Lebron James juega en los Lakers», deslizó con esa ironía del exbase que amaga con pasarla, pero se guarda la bola. A falta de más detalles, a un servidor le da por elucubrar. ¿Ha echado de menos Laso más calidad dentro del equipo que le diseñó el club o eran otras características individuales las que han fallado o no han estado presentes en dosis suficientes? ¿Le faltó un base director, un pívot dominante o algo más de compromiso colectivo?
La temporada 2024-25 se cierra con una carga de frustración equivalente a la desbordante ilusión que generó la llegada de Pablo Laso al banquillo azulgrana. Una reunión que muchos considerábamos improbable dio paso a una oleada de expectativas que fueron perdiendo fuerzas a medida que la temporada avanzaba y el plantel vitoriano iba perdiendo todos los trenes hacia las metas más ambiciosas.
Es tradicional que el club azulgrana asigne a su entrenador una carga de responsabilidad altísima a la hora de pilotar y dar forma a un equipo que, no olvidemos, siempre se construye desde la presidencia (Josean Querejeta), secretaría técnica (Alfredo Salazar) y dirección deportiva (Félix Fernández). Con el entrenador alavés no ha sido diferente, aunque puede que todos diéramos por hecho de forma demasiado simplista que, con el exitoso técnico que revivió la sección de baloncesto madridista, el Baskonia iba a convertirse poco menos que en un equipo de autor.
Al final, el mayor logro de un entrenador consiste en hacer que la gran mayoría de sus jugadores transiten por una misma línea, hacerles creer en una filosofía determinada de juego. No cabe duda de que es lo que ha intentado Pablo Laso durante su primera campaña como preparador baskonista, aunque sobrevuela la impresión de que su mensaje no ha terminado de calar en todos sus jugadores. Ni por las buenas ni por las malas.
Tras una temporada mediocre, el primer impulso pide una 'limpia' total de plantilla, un capataz nuevo en el banquillo y una estructura que se recomponga desde los cimientos. ¿Se lo puede permitir el Baskonia? Creo que no.
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