Siempre nos quedará Scariolo
España afronta desde mañana su ardua defensa de la corona europea desde la inferioridad física y mordido por las ausencias
España afronta su defensa de la corona europea desde un plano de inferioridad. Flota en la atmósfera la impresión de que resultará casi imposible estirar ... la goma de los milagros, la misma que le procuró un título tan merecido como sorprendente hace tres años. Entonces escribió un auténtico cuento de hadas con final feliz ante la potente selección gala. Ahora los pronósticos vuelven a colocar al combinado nacional lejos de los lugares cabeceros. Concretamente en el décimo, aunque cabe recordar que en 2022 también arrancó el campeonato lejos de los mejores puestos en la parrilla de salida.
La tendencia del baloncesto, como casi todos los deportes, a primar el factor físico relega al grupo de Sergio Scariolo, el sobresaliente estratega que encara el baile final después de una brillante trayectoria al frente de La Roja. Los partidos de preparación en este agosto de los incendios devastadores han permitido ver a un conjunto asfixiado por las defensas agobiantes de selecciones tan atléticas como la alemana, vigente campeona mundial, y la francesa. Un cuadro mordido por bajas que merman su potencial, especialmente en la demarcación ideológica del base. La ausencia del nacionalizado Lorenzo Brown, el tipo que no mueve una ceja, y la lesión de Alberto Díaz, cancerbero mayor del reino como punta de lanza defensiva, dejan la batuta en manos de dos chicos muy jóvenes: De Larrea y Saint-Supery.
Resultará casi imposible estirar la goma de los milagros que le deparó el sorprendente título hace tres años
Galos y germanos no escondieron sus propuestas durante los amistosos previos al torneo. Un apabullante despliegue físico sin disimulo desde que España sacaba del fondo propio, un agobio a los talentosos –pero tiernos– timoneles que convertían cada inicio del ataque español en una especie de agonía. Ante semejante evidencia, el equipo nacional trató de coserse a los encuentros a través de su indudable gen competitivo, un signo de identidad de La Familia que perdura pese al final de la generación dorada. Esa condición indispensable se une al baúl táctico del preparador italiano y ya técnico del Real Madrid.
Siempre nos quedará Scariolo, podríamos decir rememorando la famosa frase atribuida a Bogart en 'Casablanca'. El 'ex' del Baskonia en dos etapas separadas por década y media se yergue como el líder espiritual, pizarra en mano, de un combinado que atraviesa ahora el valle después de coronar tantas montañas. Un hombre sabio, trabajador, meticuloso, pagado de sí mismo con motivos para ello que se aplica la venda antes de sufrir la herida. Un ajedrecista de tablero mayor que se colgó hace tres años el oro más sorprendente y menos imaginado.
Según el lema circense, España encara a partir de mañana contra la Georgia de Shengelia el más difícil todavía. Acude a la cita, cuya primera fase se disputa en Limasol, con munición de menor calibre frente a rivales como los dos a los que se ha enfrentado en la preparación más la favorita Serbia del sensacional Jokic y la Grecia de Antetokounmpo. Los amistosos han mostrado a una Roja voluntariosa desde su inferioridad atlética, un combinado que mantiene el orgullo, pelea y se niega a claudicar. Pero alejada de aquella generación irrepetible que contenía apellidos tan sonoros como los de los hermanos Gasol, Navarro, Calderón, Raúl López, Rudy, Ricky, Reyes, Garbajosa y hasta Llull, el último en cerrar una estirpe formidable.
De menos a más
El grupo que contiene a otra saga fraternal, la de los Hernangómez, se siente obligado a alcanzar los octavos de final porque se clasifican cuatro de los seis integrantes de cada grupo. Un lote, en su caso, que comparte con Bosnia, Chipre, Italia, Grecia y Georgia. A su favor, que los equipos de Scariolo siempre van de menos a más y progresan adecuadamente según transcurren los campeonatos. En contra, la pérdida de jugadores con peso específico que infundían un respeto reverencial en los adversarios. Nadie como Pau Gasol para encarnar ese tótem enfrente de los rivales.
Las bajas de Brown, Díaz, Abalde y Garuba más la retirada de Abrines castigan a una selección que ya no iba sobrada. De tal modo que confía en la calidad ofensiva de Brizuela, quien deberá apoyar además a los jóvenes bases, y de Willy. A ellos debe de sumarse el talento del delgado y longitudinal Aldama, único representante en la NBA. Y las ráfagas de inspiración de Yusta, Parra, el irregular Juancho –autor de una final memorable en 2022– y Pradilla. Todo le hará falta a un equipo nacional que se nutre de los cinco delegados que aporta el Valencia y los tres procedentes del Barça.
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