A cantar la Marsellesa
Este Athletic, que el jueves se mide al Olympique en la Europa League, piensa en grande. Y como dice el himno francés, «muchachos de la patria, los días de gloria han llegado». A por ellos
Patxi Alonso
Lunes, 15 de febrero 2016, 16:04
El Athletic es un grande, que se comporta como un grande y, si pierde, lo hace como tal. En lo último (saber perder) siempre fuimos diferentes. En lo anterior (competirles de tú a tú a Barça y Real Madrid) no tanto. Sí, ya sé que derrotas como la del sábado siempre duelen y que de victorias morales está lleno el cementerio del fútbol. Ya lo sufrimos en Liga en el Manzanares o en Copa en el Camp Nou. Nos gustaría contar y cantar otra cosa. Obvio. Pero el chasco de la enésima caída en el Bernabéu (cruel, dolorosa, frustrante) no debe hacernos olvidar que, durante demasiados años, fuimos un juguete roto en manos de merengues o culés. Los años de plomo. ¿Se acuerdan? Voy más lejos. Incluso antes, hubo un tiempo en el que (sin la televisión como testigo de cargo) el Athletic acudía a estos partidos como un viejo aristócrata que solo puede presumir de pedigrí. Luego, en el viejo San Mamés, era otra historia.
Pero eso se acabó. Este equipo piensa en grande. Su fútbol está a la altura de su camiseta. Y eso se lo debemos (mal que les pese a algunos) a Marcelo Bielsa. El rosarino puso los cimientos de la regeneración y Ernesto Valverde ha ejecutado una construcción tan espectacular como la del nuevo campo. Pero sin fugas de agua. A lo sumo sufrimos los ramalazos de un mal endémico en los últimos tiempos, la candidez. Hay que remontarse más de treinta años para recordar a un Athletic con el colmillo defensivo afilado. 'Goiko' y 'Rocky', ¿se acuerdan? Cómo olvidarlo. Que les pregunten a Butragueño, Rincón, Valdano y compañía.
Con el Txingurri, el equipo está mejor armado que con su predecesor, y la solidaridad y la capacidad de sus jugadores para mantener el plan contra viento y marea ayuda a no descomponerse cuando vienen mal dadas (algo muy difícil, en el fútbol y en la vida). Pero ante Tyson conviene no bajar la guardia por mucho juego de pies que tengas. Acabas en la lona. Contando pajaritos y sin recordar tu nombre. No es que uno pretenda ahora que este equipo beba en las fuentes del Inter de Helenio Herrera. Las tentaciones bilardistas son eso, tentaciones, que duran lo que el cabreo posterior al tercer gol y a los cánticos del 'que viva España'. Ver luego los informativos deportivos de las cadenas nacionales tampoco ayuda. Nos tratan con una displicencia que nace de su prepotencia e ignorancia. Un clásico dijo que son siempre más sinceras las cosas que decimos cuando el ánimo se siente airado que cuando está tranquilo. Pero conviene no perderse en lo accesorio y concentrarse en lo importante. Nosotros a lo nuestro.
más información
El Marsella sigue atrapado en sus dudas
El Athletic plantó cara con una línea de tres por detrás de Aduriz (Sabin, Eraso, Lekue) que nos recuerda lo mucho y bien que se está trabajando en Lezama. Sin tres jugadores capitales (San José, Raúl García y Williams) para dar ese salto de calidad competitiva que se necesita en escenarios como ese, los leones fueron capaces de sobreponerse a sus fantasmas (incluido un gol tempranero que nos hizo temer lo peor, sean sinceros). Fue un Athletic que mostró personalidad con la pelota en un campo de minas. La pena es que valiente rimó, una vez más, con inocente. La pasividad defensiva en la primera jugada del partido, cuando enfrente está un bicho como CR7, es para hacérsela mirar. Lo del tercer gol fue aún peor. Por el momento en el que llegó, y por la manera en la que Toni Kroos se lo encontró (el alemán no se había visto en una igual desde sus tiempos de juvenil en Greinfswald). Ahí se acabó todo.
Y como uno no está para ver cómo Cristiano sigue batiendo records a nuestra costa (me recuerda cada vez más a Neymar, futbolistas de un corte que me hace pensar que me estoy haciendo mayor), les confieso que la segunda parte la seguí por radio camino de San Mamés. Donde nos esperaba otra derrota dolorosa, pero también el recordatorio de que somos de un equipo singular y maravilloso. Rodeado de familias y en un ambiente imposible de encontrar en otros campos, me vine arriba. Europa y el OM esperan. Así que, como dice la Marsellesa, «muchachos de la patria, los días de gloria han llegado». A por ellos.