El Marsella sigue atrapado en sus dudas

Otro empate, y van once, y otra oportunidad desperdiciada para crecer en la Liga. El Olympique de Marsella sigue sin arrancar y, tras dejar escapar su ventaja en el derbi frente al Niza, ve pasar las jornadas sin poder engancharse siquiera a la pelea por Europa. Los de Míchel son undécimos, y pese a que anoche tuvieron ocasiones para llevarse la victoria, siguen dejando muchas dudas en su juego y la sensación es que el técnico madrileño maneja una plantilla muy justita y alejada de lo que se presupone a un club del prestigio del OM.

El duelo del jueves en la copa francesa sirvió a Michel para ganar tiempo y tranquilidad de cara a preparar el derbi del sur. No era un escenario sencillo para el OM, puesto que Niza es uno de esos lugares donde se le recibe con ganas, como quedó claro con las bengalas que llenaron de humo el Allianz Riviera y pararon el encuentro diez minutos. Esta vez, además, el club rojinegro tenía la oportunidad de mirar a su vecino por encima del hombro desde su tercera plaza.

Míchel apostó por una alineación y sistema clásico, un 4-2-3-1 que busca la movilidad de sus jugadores de ataque y el equilibrio, aunque este OM no se sabe todavía si va o si viene, si sube o si baja. Pero la culpa, por mucho que le apunten los aficionados marselleses, no es exclusiva del entrenador. Porque Míchel ha tratado de dotar de orden a un equipo limitado en cuando a calidad y desequilibrado tras dos temporadas de constantes ventas de figuras.

Por contra, el Niza es una de las revelaciones del campeonato. Claude Puel ha armado un grupo de jugadores jóvenes que ofrecen un gran rendimiento. Su afán por dotar de intensidad y mucha velocidad a su juego supuso un reto para el OM, que trató de minimizar daños desde la posesión del balón. Tenerlo suponía controlar al rival, aunque desde este planteamiento el propio club marsellés evidenciaba uno de sus grandes problemas, la creación. Ni Isla ni Diarra son futbolistas destinados a llevar la manija del equipo, sino que son los que dan equilibro al Marsella en el centro del campo desde la destrucción, el esfuerzo y el robo de balones. Por delante de ellos, Alessandrini, Cabella y NKoudou son los que se mueven entre líneas y Batshuayi es el encargado de definir ante la portería rival, pero en este planteamiento, al OM le falta un líder que dé sentido a todo esto.

Esta es una de las lecturas que sirven para entender porqué el equipo de Míchel sólo ha sido capaz de ganar dos partidos en casa mientras a domicilio se encuentra más cómodo, con seis triunfos lejos del Velodrome. Sus problemas para generar juego son evidentes como local, mientras que a domicilio puede aprovechar acciones como anoche, cuando Isla remató un saque de esquina que no acertó a defender el Niza. Casi sin esfuerzo, el OM estaba con ventaja, lo que reforzó su planteamiento e incluso en la recta final del primer tiempo pudo ampliar su ventaja con dos acciones de Nkoudou y Batshuayi, sus jugadores más talentosos.

En la reanudación, el duelo se abrió, fue más dinámico y sucedieron dos cosas. Por un lado, que el OM se mostró más cómodo jugando con espacios gracias a su línea de tres por delante de los pivotes. Por otro lado, que el Niza empató el partido, aprovechando una muy buena acción colectiva que culminó Germain. Con los dos equipos en busca del triunfo, el que lo mereció fue el Marsella, que tuvo tres clarísimas ocasiones para marcar, pero ni NKoudou ni Batshuayi fueron capaces de hacerlo, ya que este incluso se topó con el palo en el minuto 71. La lesión del lateral derecho Dja Djédjé vino a complicar más las cosas para un OM sin suerte y en horas bajas.