El Athletic se queda a medias
Sancet no está afilado y el ataque lo acusa, mientras que la aportación de Nico desde el banquillo es nula
En los últimos tiempos al Athletic la tostada le cae siempre por el lado de la mantequilla. Cuando no es un fallo defensivo es la ... ceguera ofensiva. El fútbol suele ser muchas veces una cuestión de rachas; el año pasado los de Valverde ganaron en San Mamés sin merecerlo y con mucha suerte a un Slavia infinitamente mejor del que hemos visto en su propio campo. Eran los días de vino y rosas, cuando la moneda caía siempre de cara y la fortuna venía a echar una mano cuando no alcanzaban los méritos.
Ayer el Athletic fue superior en líneas generales, y tuvo las mejores ocasiones sin duda, tres prácticamente en ráfaga de Robert Navarro en apenas cuatro minutos, que debieron ser más que suficientes para liquidar el partido. Entre la falta de acierto del delantero y la inspiración del portero, el marcador se quedó congelado. Los méritos no alcanzaron y al Athletic solo le valió para convertir a Stanek en el héroe del partido.
Hubo unanimidad en Bilbao el mismo día del sorteo, para subrayar en rojo el desplazamiento a Praga como una de las escasas oportunidades de sumar tres puntos. El Slavia era sobre el papel el rival más asequible junto al Qarabag en medio de una relación de rivales que ponía los pelos de punta. Visto el desarrollo del partido, lo acertado de aquel pronóstico quedó certificado. El Fortuna Arena era el campo que había que asaltar sí o sí. Ocurre que cuando hicimos aquel cálculo contábamos con un Athletic ganador, optimista, convencido de sus posibilidades; el que estamos viendo ahora es un equipo lleno de dudas y de lesiones, con más miedo a fallar que decisión para acertar.
El partido de ayer era una especie de final para mantener viva la llama de la Champions, y los rojiblñancos la encararon prácticamente con lo puesto. Valverde presentó una alineación sin algunos titulares, pero reconocible. Había un poco de todo en el equipo, pero sobre todo había muchas dudas acerca de cómo iba a responder, porque a medida que se acercaba la hora, el recuerdo del Slavia que vimos en San Mamés hacía crecer al equipo checo a la altura de su delantero centro, dos metros de futbolista mal encarado y con modales de portero de discoteca.
Pero en el campo, el Slavia fue más molino que gigante. El planteamiento del Athletic, cargando la mano en el centro del campo donde robaba balones con bastante facilidad, desveló la impotencia de un equipo que está en Champions porque domina una competición doméstica de segundo nivel.
Los rojiblancos convirtieron al portero checo en el héroe del partido
El Athletic de hace unos meses hubiera ganado con autoridad un partido como el de ayer. Pero con este Athletic que padecemos ahora, nos tenemos que conformar con que no cometa algún disparate cuando menos te lo esperas. Ayer no hubo errores groseros y Unai Simón solo tuvo que intervenir para capturar los globos que querían enviar sus compañeros a la cabeza del gigantesco Chory, con escasa puntería, por cierto.
Pero para ganar hay que hacer algo más. Marcar algún gol, por ejemplo. Y para eso un equipo tiene que contar con profesionales con oficio y un mínimo nivel de inspiración. Y ayer las musas no estuvieron con los delanteros de Valverde. Sancet no está afilado y el ataque del Athletic lo acusa. Guruzeta bastante tuvo con recibir patadas y Berenguer, el clavo ardiendo al que tantas veces se ha aferrado el equipo, no tuvo su noche y bien que se notó. Robert Navarro sí se dejó ver, tanto que suyas fueron las mejores ocasiones, pero no acertó a embocar.
El partido deja algunas sensaciones encontradas que se tendrán que aclarar en los próximos compromisos. En la patria de Kafka no hubo metamorfosis rojiblanca. No vimos un Athletic muy distinto al que venimos sufriendo en los últimos meses, aunque hay que subrayar que mejoró un punto de competitividad en un escenario complicado y ante un rival que no dudó en recurrir a eso que se llama el otro fútbol cada vez que lo consideró necesario.
En el lado positivo del balance hay que situar el buen desempeño del joven Rego en un partido exigente y la solidez de la defensa, además del carácter de todo el equipo en un choque áspero. En el otro platillo de la balanza no queda más remedio que volver a lamentar la nula aportación de Nico Williams cuando salió del banquillo, la falta de eficacia en el área rival, más allá de las ocasiones desperdiciadas, ante un rival bastante vulnerable, y el derrumbe físico en el último cuarto de hora que dio vida a un Slavia que pareció acabar aceptando encantado el empate.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión